Lecturas y Hermenéutica

Índice

1 Una Biblia, muchas lecturas

2 Sentido literal, alegórico, espiritual, moral, pleno

3 Exégesis y hermenéutica

4 Lectura, abordaje, método: el problema de la nomenclatura

5 Exégesis y texto original

6 Lecturas sincrónicas

6.1 Análisis de la estructura literaria

6.2 Análisis de la narrativa

6.3 Análisis retórico

6.4 Análisis linguísticos

7 Lecturas diacrónicas

7.1 Literarkritik

7.2 Análisis de los géneros literarios

7.3 Análisis de la tradición

7.3 Análisis de la redacción

8 Lectura fundamentalista

9 Nuevos abordajes

9.1 Lectura socio-antropológica y política

9.2 Lectura feminista

10 Referencias bibliográficas

1 Una Biblia, muchas lecturas

El libro que llamamos “Biblia” o “Sagrada Escritura” está abierto a muchas interpretaciones, no solamente las espirituales, religiosas y teológicas, sino también otras más laicas y “profanas”. Así que deja la mano del autor, el texto adquiere vida propia y significados que ya no dependen de quien lo escribió. Con la Biblia no es diferente: hay muchos modos de leer la Escritura, muchos sentidos para el mismo texto, muchas interpretaciones para el mismo versículo.

Lo que da riqueza y pobreza a una lectura de la Bíblia no es el texto en sí mismo, sino la capacidad (o falta de ella) de encontrar las diversas posibilidades de interpretarlo, desde los significados más aparentes e inmediatos, hasta los significados más profundos e subentendidos.

Un largo abanico de interpretaciones – algunas vezes en conflicto, aunque no siempre – se abre para el lector que no se contenta con apenas una lectura, pero que acepta la máxima rabínica: “la Escritura tiene setenta faces”, esto es, tiene muchos modos diferentes de leer la Palabra de Dios y, por tanto, no hay “un” significado del texto, y sí “diferentes” significados del texto.

Esta multiforme interpretación de la Biblia deriva de varios factores: del propio texto (la lengua y el estilo del autor), del lector (sus intereses personales, sus conocimientos sobre el universo bíblico), de las etapas de la historia de la teología (dogmas, controversias, concilios) y del desenvolvimiento de las ciencias en general (arqueología, historia, sociología).

Es posible leer la Biblia no solo de modo espiritual y pastoral, sino también de modo científico.

Por “modo científico” de leer la Biblia, se comprende no solamente la aplicación de los postulados y de los instrumentos de las varias ciencias modernas (psicoanálisis, medicina, sociología) sobre el texto bíblico, sino un conjunto de metodologías, presupuestos y criterios para hacerse “exegesis”, es decir, para “extraer, llevar para fuera” el significado más profundo. Dicho de otro modo, hacer exégesis es romper la superficialidad de la explicación inmediata y aparente y buscar otros significados, otros sentidos y otras relaciones, a través de pasos metodológicos consistentes y criteriosos.

2 Sentido literal, alegórico, espiritual, moral y pleno

A lo largo de la teología cristiana, el problema hermenéutico conoció diversas respuestas que dependían no solo del desenvolvimiento de la propia teología, sino también del desenvolvimiento del conocimiento científico en general. No obstante, es posible observar una constante: gradualmente se va delineando la necesidad de distinguir entre el sentido literal y el sentido espiritual del texto.

En la Edad Media, se solidificó la subdivisión del sentido espiritual en tres – el alegórico, el espiritual y el moral – que, con el sentido literal, forman los así llamados “cuatro sentidos medievales de la Escritura”. La articulación de estos cuatro sentidos fue así sintetizada:

“La letra enseña los hechos; la alegoría, aquello en que debes creer.

Lo moral, aquello que debes hacer; la anagogía, aquello a lo que debes tender”

El sentido literal (o histórico) expresa los hechos y los acontecimientos.

El sentido alegórico esclarece las verdades de la fe (teológicas, cristológicas, mariológicas) transmitidas por el sentido literal.

El sentido moral (o tropológico) guía a quien cree en la acción, cómo debe actuar en su vida de fe.

El sentido anagógico orienta este mismo fiel hacia los fines últimos, en una espécie de contemplación de la vida eterna.

Estos cuatro sentidos poseen una jerarquía que es fácilmente percibida cuando se lee el Antiguo Testamento. La tradición medieval sigue los pasos de la tradición patrística y considera el sentido literal como el menos importante e, inversamente, supervaloriza el alegórico, una vez que toda la Sagrada Escritura (principalmente el Antiguo Testamento) es interpretada dentro de la clave  cristiana, esto es, toda la Biblia habla de Cristo, de la Iglesia y de sus dogmas.

Como fue afirmado en el inicio de esta sección, el desenvolvimiento de la teología y del conocimiento científico a lo largo de los siglos postuló cuestionamientos a la lectura de la Biblia y obligó a repensar no solamente las definiciones del “sentido literal” y del “sentido espiritual”, sino también los sentidos en sí mismos, una vez que la distinción entre un “sentido literal” y otro “espiritual” abren la posibilidad de afirmar que, solamente después de Jesús, las Escritura hebraicas ganaron un significado espiritual en el que, entre otros problemas, coliden los conceptos de revelación y de inspiración.

Solamente en la primera parte del siglo XX surgió la expresión “sentido pleno” (en latín, sensus plenior), acuñado por A. Fernández, en 1925, para designar un sentido más profundo del literal, deseado por Dios, pero que no estaba suficientemente claro para el autor humano. Para llegar a este “sentido pleno” de un texto bíblico, es necesario estudiarlo a la luz de la revelación ulterior, esto es, con la ayuda de textos bíblicos escritos posteriormente y que citen e interpreten el texto estudiado.

3 Exégesis y hermenéutica

Exégesis y hermenéutica no se confunden, aunque estén íntimamente ligadas. A Grosso modo, normalmente se dice que “hermenéutica” es la ciencia de los principios de interpretación de un texto, en cuanto  que “exégesis” es la aplicación de esos principios para explicar el texto. Sin embargo, esta distinción no es suficiente.

En el uso actual, el término “hermenéutica” designa ampliamente las metodologías de lectura de la Biblia que tienen como objetivo encontrar los significados del texto bíblico y aplicarlos a la realidad del lector. Por eso, se habla de “hermenéutica rabínica”, de “hermenéutica medieval” etc.

A su vez, el término “exégesis” es aplicado a un conjunto de procedimientos y abordajes críticos que tienen como objetivo interpretar el texto en sí mismo: su significado original, su organización linguística y literaria, sus conceptos teológicos, sus motivos literarios, la historia de su formación.

La exégesis es practicada en dos direcciones complementares: la sincronía y la diacronía (cf. inmediatamente a continuación).

También ha de distinguirse entre exégesis y teología bíblica. Se trata de dos ciencias muy ligadas y complementares. No se puede separarlas, porque los problemas de una se vuelven también problemas para la otra. Sin embargo, en cuanto la teología bíblica hace un esfuerzo de síntesis del mensaje bíblico, la exégesis realiza un trabajo analítico. En simples palabras, la teología bíblica busca lo que los textos tienen de semejante, la exégesis busca lo que los textos tienen de diferente.

4 Lectura, abordaje, método: el problema de la nomenclatura

Los manuales y los artículos sobre exégesis utilizan una  nomenclatura variada para definir los diversos pasos y aspectos de la interpretación del texto bíblico: método, lectura, abordaje, análisis. Por ejemplo, lo que un estudioso cualifica como “métodos diacrónicos” otro denomina “lecturas diacrónicas”, en cuanto un tercero habla de “abordajes diacrónicos”!

El uso de éste o del otro término parece tener como razón la preferencia personal de quien escribe más que un fundamento objetivo. Por consiguiente, hasta el momento no se llegó a un consenso sobre qué es lo que distingue un “análisis” de una “lectura” y, en una tentativa de jerarquía  y agrupación, si el “análisis” es un tipo de “lectura” o si la “lectura” es un tipo de “análisis”.

No obstante, algunos sintagmas acabaron  imponiéndose, mucho más por el uso que por su rigor terminológico. Tal es el caso de “método histórico-crítico”, “análisis de la estructura literaria”, “lectura socio-antropológica”, “crítica textual”. En otros casos, sin embargo, hay una completa falta de consenso, al punto de hacer suponer que los términos sean intercambiables: se habla tanto de “análisis” como de “crítica” de los géneros literarios; tanto de “análisis”, como de “abordaje” retórico; tanto de “lectura” como de “análisis” sincrónico.

El término “método” normalmente es usado para designar un conjunto articulado de análisis, abordajes, lecturas y críticas. En las modernas ciencias bíblicas, se consagró el método histórico-crítico, pero mucho antes de éste, el método rabínico (targúmico/deráshico) y el método alegórico alcanzaron un alto grado de complejidad y articulación de criterios.

Aparentemente, el término “análisis” indica el estudio sistemático de un aspecto del texto, siguiendo una serie de criterios: análisis estilístico, análisis semántico, análisis de la estructura/organización del texto. Debido a la complejidad y el examen cuidadoso de los datos que evalúan, algunos análisis se llaman “crítica”: crítica textual, crítica literaria, crítica de los géneros literarios, crítica de la redacción.

A su vez, “Lectura”, es muchas veces usado para designar los modos de interpretación que no son fáciles de clasificar, como “método” o “análisis” o “crítica”. Son tres aquí las posibilidades. En primer lugar, cuando la lectura no sigue rígidos criterios y categorías de interpretación, pero valoriza el diálogo con el texto y, como consecuencia, puede ser practicado más de forma empírica que de forma sistemática. Este es el caso de la “lectura popular”, de la “lectura orante” y de la “lectura pastoral”. En segundo lugar, cuando la lectura aplica al texto bíbilico criterios y procedimientos de otras ciencias. Éste es el caso de la “lectura socio-antropológica” y la “lectura psicoanalista”. Por último, en tercer lugar, cuando la lectura asume un horizonte hermenéutico o un aspecto del mismo. Es el caso de la “lectura feminista” y de la “lectura liberadora”

Sin embargo, la falta de consenso respecto a la nomenclatura no implica afirmar que todos estos modos de interpretar la Biblia tengan la misma validad científica (aunque se deba decir que algunos son más científicos que otros), ni que deban ser deslegitimados y descartados los modos “menos científicos” de leer e interpretar la Sagrada Escritura.

Es necesario, antes que más nada, adaptar el modo con el que se lee el objetivo de la lectura y, por lo tanto, más que de “interpretación correcta”, es necesario hablar de “interpretación adecuada”: existe un modo “adecuado” para leer la Biblia en la oración, que no es el mismo modo adecuado con el que se lee la Biblia cuando se quiere hacer teología y exégesis que, a su vez, puede no ser el modo más adecuado para hacer una buena catequesis basada en los textos bíblicos.

5 Exégesis y texto original

El término “exégesis” viene del verbo griego ex-ágo, que significa: “llevar para afuera, sacar, extraer, hacer salir”. En simples palabras, exégesis es la ciencia de la interpretación que “extrae” el significado que está oculto en el texto. Ella pertenece a las llamadas “ciencias bíblicas”, esto es, un conjunto de abordajes críticos altamente elaborados, corregidos y completados a lo largo de siglos.

La verdadera exégesis se hace sobre el texto “original”. Por consiguiente, no se puede hacer exégesis sin conocer las lenguas bíblicas (hebráico, arameo y griego). De lo contrario, cualquier afirmación acerca del significado de un texto quedará rehén de la imposibilidad natural de ser  traducido con total exactitud a la lengua de llegada lo que palabras y frases significan en la lengua de partida.

Cuando se habla de texto “original”, el adjetivo “original” va entre comillas porque lo que tenemos son copias de copias de copias que, hasta la llegada de la imprenta, fueron reproducidas a mano. La exégesis desenvolvió toda una ciencia llamada crítica textual, para confrontar y evaluar los diferentes manuscritos y, basada en los resultados de este análisis, reconstruir aquella que, muy probablemente, fue la redacción del texto.

Una vez establecido el texto “original”, llega el momento de analizarlo metódicamente. La exégesis toma dos direcciones: la sincronía y la diacronía. En exégesis, estos términos tienen un significado un poco diferente del otorgado por Saussure en su tratado fundante de semiología. En exégesis, la sincronía (del griego syn+chronos) se refiere a la lectura del texto como él es, en su redacción final, que es la que conocemos. De diferente forma, la diacronía (del griego dia+chronos) se preocupa con la evolución del texto hasta que llega a ser lo que es hoy, o sea, cuáles fueron las etapas y los elementos que fueron tomados en cuenta para la redacción final. En la história de la exégesis, el conjunto de los análisis diacrónicos recibió el nombre de “método histórico-crítico”.

Sincronía y diacronía son complementarios, lo que significa que la buena exégesis no se puede  reducir a una u otra. Sin embargo, es preferible hacer primero la lectura sincrónica, pues es más prudente comenzar comprendiendo el texto como él está hoy, y sólo después cuestionar como llegó a ser lo que es.

6 Lecturas sincrónicas

Las principales lecturas sincrónicas son:

6.1 Análisis de la estructura literaria

Por definición, un texto no es solamente una suma de palabras y frases inconexas, ni tampoco una sumatoria de hechos lineales o de ideas encadenadas aleatoriamente. Al contrario, para ser verdaderamente un texto, debe estar articulado por un hilo conductor, que hace que el escrito tenga comienzo, medio y fin.

El análisis de la estructura literaria estudia cómo el texto se organiza, cómo las palabras, frases y parágrafos se articulan para transmitir el contenido y el significado del texto. Para eso, se subdivide el texto en bloques menores, de una frase a varios versículos, conforme las funciones y las relaciones de cada una de esas pequeñas partes con el conjunto.

Luego, el análisis de la estructura literaria coloca en evidencia y analiza esas funciones y relaciones, para determinar la fluidez de los momentos narrados y la concatenación de las enseñanzas transmitidas.

6.2 Análisis de la narrativa

Como el nombre lo dice, se trata de una lectura adecuada para narraciones o relatos. Estudia las relaciones entre los personajes, las acciones, los acontecimientos, la trama, las fuerzas que actúan en el desenvolvimiento de la historia. Sin duda, los relatos bíblicos son muy diferentes de los modernos romances de ficción; pero por el simple hecho de hacer parte del género narrativo, los relatos bíblicos poseen las mismas características de cualquier otro texto en el que son descriptas las acciones de personajes en situaciones (ficticias o no) por medio de una trama bien elaborada con comienzo, medio e fin.

De este modo, a los relatos bíblicos son hechas las mismas preguntas que se le hacen a  cualquier trama narrativa: los personajes y sus papeles, los “motores” de la acción, el tiempo de la historia y el tiempo del discurso, las subdivisiones de la trama, el narrador, el lector, el punto de vista.

6.3 Análisis retórico

Una vez que el propio término “retórica” adquirió diversas acepciones, también en el universo de las ciencias bíblicas el “análisis retórico” tomó más de una dirección, desde la aplicación de los elementos de la retórica griega a los textos neo testamentarios (principalmente los escritos epistolares), hasta la búsqueda de una retórica “semita” en los textos vetero testamentarios (principalmente los escritos proféticos y sapienciales).

El análisis retórico estudia los diferentes tipos de discurso (judiciario, deliberativo, demostrativo), con el fin de identificar los efectos que se quiere producir y cuál es el lenguaje usado para este fin. Es por esto que se aproxima del juicio estético, aunque no se reduce a él, una vez que su objetivo no es la belleza del texto en sí misma, sino cómo este aspecto estético alcanza la faceta  racional y afectiva del lector, a fin de persuadirlo y convencerlo.

6.4 Análisis linguísticos

Estudian el vocabulário, la sintaxis y también las figuras de lenguaje.

El análisis del vocabulario (o lexicográfico) se preocupa con el uso y la significación de las palabras utilizadas en el texto, definiendo los valores y los matices, tanto para la teología como para la exégesis. Esto significa que el análisis lexicográfico no se preocupa solamente con los vocablos que se tornaron densos de significado por su extenso uso en la teología, sino también por los vocablos raros y los usados una única vez (hapaxlegómena) en un libro o, en casos más extremos, en toda la Biblia.

El análisis de la sintaxis tiene como finalidad identificar el modo y los niveles en que el vocabulario es usado y articulado. El valor de las preposiciones, las regencias y los tiempos de los verbos, la alternación de los sujetos, etc. Todo eso tiene vital importancia para la interpretación del texto.

El estudio de las figuras del lenguaje corresponde al análisis estilístico: de qué modo el autor da mayor expresividad, colorido y vivacidad al texto o, al contrario, cómo – propositalmente – lo deja más ambiguo, sombrío y lento. Las figuras del lenguaje pueden ser divididas en tres grupos: las figuras del pensamiento o de la retórica (ligadas al modo de organizar las ideas); las figuras de la construcción o de la sintaxis (ligadas al modo de formular las frases); las figuras de las palabras o del estilo (ligadas al uso de los vocablos y de los conceptos).

7 Lecturas diacrónicas

Las principales lecturas diacrónicas son:

7.1 Literarkritik

Este término alemán provocó mucho desacuerdo sobre cómo traducirlo para las lenguas latinas, ya que  “crítica literaria” no traduce con eficiencia lo que Literarkritik significa en alemán. Por eso, algunos prefirieron utilizar “crítica de las fuentes”. Sea cual fuera la traducción del término preferida por el exégeta, este paso metodológico pregunta si el texto actual no es el resultado de la reelaboración de uno o más textos previos. Cuestionando si el texto estudiado es unitario o compuesto, la Literarkritik intenta identificar estractos redaccionales, fuentes, acrecentamientos e otros elementos utilizados por el autor[1] en la composición del texto que tenemos hoy.

7.2 Análisis de los géneros literarios

Hay cierto disenso entre los exégetas: en cuanto algunos hablan de “géneros literarios”, otros optan por “formas literarias”, y otros aún, en determinados casos, prefieren hablar de “escenas típicas”. Esta discusión tiene que ver con opciones metodológicas asumidas por los que crearon y desenvolvieron este tipo de análisis.

Independiente de la nomenclatura adoptada, este paso metodológico se aprovecha de los resultados del análisis de la estructura literaria y compara textos formalmente semejantes (esto es, con los mismos elementos estructurales), en busca de un esquema mínimamente común, así como también las diferencias debidas al autor.

Para que se pueda hablar de “género literario”, es necesario que haya al menos dos textos formalmente semejantes y, de preferencia, en cuerpos literarios distintos.

7.3 Análisis de la tradición

No necesariamente los autores bíblicos compusieron textos desde cero. En muchos casos, ellos utilizaron material preexistente, tanto escrito como oral. No sólo relatos y formulaciones, sino también conceptos, temas, imágenes, convenciones, esquemas de pensamiento.

Este material tradicional heredado ya había alcanzado un cierto grado de fijación y, en muchos casos, era de algún modo ya conocido por los lectores para quien los autores bíblicos escribían. Por eso, se trataba de un excelente conjunto de códigos a disposición para ser apropiado, usado y modificado en la fase de redacción, con el fin de transmitir nuevas enseñanzas, lanzar luz sobre nuevos aspectos de algo ya conocido o aplicar antiguos preceptos a una nueva realidad.

7.4 Análisis de la redación

A pesar de que se puedan haber utilizado textos y tradiciones orales heredados de otras personas, los autores bíblicos no fueron meros compiladores, sino que, al contrario, actuaron de modo creativo, algunas veces modificando material preexistente, y en otras ocasiones componiendo un texto totalmente nuevo. Ya sea en el caso de un texto específico, o en el caso de todo un libro, el análisis de la redacción investiga cuáles fueron los criterios que los autores bíblicos utilizaron para seleccionar, organizar y, eventualmente, completar el material que tenían a su disposición.

El expediente redaccional de los autores bíblicos nos legó correcciones estilísticas, adiciones etiológicas, contextualizaciones culturales, molduras literarias, reutilización de textos y dichos tradicionales, conexiones hermenéuticas de textos independientes, Leitmotive y varios otros elementos textuales, en los que se hacen nítidos el plano general de la obra y el objetivo literario-teológico pretendidos pelos hagiógrafos.

8 Lectura fundamentalista

El fundamentalismo es un tema bastante complejo y muy estudiado por sociólogos, antropólogos, psicoanalistas, historiadores y estudiosos de la religión, entre otros, que no se limita a la lectura de la Biblia y mucho menos al campo religioso. Se puede, por ejemplo, hablar de fundamentalismo político.

Por lo tanto, la lectura fundamentalista de la Biblia es reflejo y expresión de la actitud fundamentalista que lleva a alguien a buscar valores y/o ideas básicas, simples, claras e universalmente válidas.

Quien lee el texto bíblico de modo fundamentalista tiene dificultad para lidiar con la complejidad del texto bíblico – tanto en lo que se refiere a la composición del texto bíblico (contextos históricos, diversidad de formas literarias, etc.) como en lo que se refiere a su teología (pluralismo de concepciones teológicas, divergencias en relación al mismo tema, etc.) – y, por eso, prefiere creer que no es necesario interpretar el texto, que no se lo debe cuestionar sobre los posibles significados de sus palabras y frases, pues todo está expreso de un modo claro y perfectamente comprensible.

La actitud fundamentalista en relación a la Biblia adopta las siguientes posturas:

  1. La Biblia está libre de los errores, de las imperfecciones y de los condicionamientos de la palabra humana, gracias a la acción divina en la revelación y en la inspiración. Por eso,
  2. El sentido del texto bíblico es claro y expresado en palabras perfectamente adecuadas. Por eso, no es necesario interpretar el texto, pues el significado es evidente por sí mismo. De este modo,
  3. La Biblia es la única autoridad para la doctrina y para la moral. Es el principio de que “sólo la Escritura” tiene relevancia para la fe y la moral cristianas. Mas aún,
  4. Los textos bíblicos tienen una aplicación moral, resistente al tiempo, a la historia y a las diferencias culturales. La Biblia no necesita de actualización: ella es perenne y ahistórica. Por eso,
  5. El texto bíblico es un tesoro de argumentos que confirman el credo y la doctrina de un grupo. El texto bíblico es usado para probar que determinada doctrina o postura moral es universalmente válida. Y aún,
  6. Del inicio al fin, toda la Biblia puede ser interpretada del mismo modo. Por eso, se debe renunciar al sentido crítico y a la propia capacidad de buscar sentidos nuevos para el texto bíblico.

9 Nuevos abordajes

9.1 Lectura socio-antropológica y política

Este tipo de lectura examina no solamente la sociedad que aparece en el texto, sino también la sociedad que está por detrás del texto, es decir, las instituciones sociales, las costumbres, las realidades económicas, históricas y políticas que el texto supone y que influenciaron en la producción de la literatura bíblica. Para eso, es necesario situar el autor, los personajes, los hechos y las circunstancias en su adecuado contexto histórico, ideológico y simbólico. De este modo, no sólo los acontecimientos narrados, sino también los conceptos teológicos subyacentes al texto adquieren nuevos contornos, dimensiones y significaciones.

La lectura socio-antropológica y política está muy ligada a los métodos histórico-críticos, ya que también es un abordaje histórico en el cual la propia formación del texto es vista no como algo espiritual y supra natural, sino situado y condicionado por la cultura, la economía, la política y la ideología.

9.2 Lectura feminista

La lectura feminista de la Biblia surgió al final del siglo XIX, en el contexto de la lucha por la igualdad de derechos, y se la asocia a la teología feminista. El punto de partida es saber si es posible leer la Biblia y, más ampliamente, hacer teología “como mujer”. No solamente si es realizable, sino también y principalmente si es académicamente válido e importante.

El primer y principal criterio de la lectura feminista es la “cuestión de género” como herramienta de interpretación y análisis de los textos bíblicos. En la práctica eso significa asumir algunos presupuestos: que la sociedad en la cual la Biblia nació y fue escrita era patriarcal y androcéntrica; que también las traducciones y las interpretaciones de textos bíblicos son marcadas por el patriarcalismo y androcentrismo; que el propio texto bíblico tiene, casi en su totalidad, una visión masculina, aun cuando habla de mujeres.

Adoptando y adaptando sus propios presupuestos a los métodos de la exégesis, bien como de otras ciencias (sociología, antropología, historia etc.), la lectura feminista busca poner en evidencia el androcentrismo bíblico y revertir la interpretación de los textos. En este proyecto, la lectura feminista asumió varias líneas, tales como: analizar críticamente el patriarcado y los conceptos que de él dependen, ligados a la sociedad y a la religión; exponer la política sexual de los textos bíblicos; reclamar el universo femenino (lenguaje, corporeidad, status público etc.) subyacente en los textos; reevaluar y rescatar el modo femenino de vivir y de practicar la religión.

10. A modo de conclusión

Todos los métodos de lectura y todas las hermenéuticas tienen fortalezas y debilidades. Por lo tanto, ningún modo de interpretar la Biblia es tan completo que pueda substituir y desechar todos los demás. Más bien, la Biblia está siempre abierta a nuevos abordajes y nuevas interpretaciones.

Es importante señalar que los tres documentos post-conciliares[2] de la Iglesia Católica respecto a la interpretación de la Biblia – La Interpretación de la Biblia en la Iglesia, de 1993; Verbum Domini, de 2010; Inspiración y Verdad de la Sagrada Escritura, de 2014 – afirman enfáticamente que todos los métodos de lectura son válidos y útiles para buscar los significados del texto bíblico. La única lectura rechazada es la lectura fundamentalista!

Cássio Murilo Dias da Silva, PUC RS. Brasil. Texto original en Portugués.

11 Referencias bibliográficas

FITZMYER, Joseph A. A Bíblia na Igreja. São Paulo: Loyola, 1997.

PONTIFÍCIA  Comissão Bíblica. Interpretação da Bíblia na Igreja. São Paulo: Paulinas, 1994.

SILVA, Cássio Murilo Dias da. A Bíblia não serve só para rezar. São Paulo: Loyola, 2011.

Para saber más

SILVA, Cássio Murilo Dias da. Metodologia de exegese bíblica. São Paulo: Paulinas, 1999.

ALETTI, Jean-Noël e outros. Vocabulário ponderado da exegese bíblica. São Paulo: Loyola, 2011.

SIMIAN-YOFRE, Horacio, coord. Metodologia do Antigo Testamento. São Paulo: Loyola, 2000.

SCHNELLE, Udo. Introdução à Exegese do Novo Testamento. São Paulo: Loyola, 2004.

GILBERT, Pierre. Pequena história da exegese bíblica. Petrópolis: Vozes, 1992.

FITZMYER, Joseph A. A interpretação da Escritura. São Paulo: Loyola, 2011.

PARMENTIER, E. A Escritura viva. São Paulo: Loyola, 2009.

FIGUEIREDO, Telmo, coord. Bíblia: teoria e prática. Leituras de Rute. Estudos Bíblicos 98 (2008).

[1] Aunque se pueda hacer la distinción entre autor y redactor, para simplificar la exposición, usaré siempre el término “autor” a menos que la distinción sea absolutamente necesaria.

[2] Es decir, después del Concilio Vaticano II (1962-1965).