Ética y teología en el Antíguo Testamento

Índice

1 La imagen de Dios

1.1 El Dios de la liberación

1.2 El Dios de la Alianza

1.3 El Dios de la Torá

2 La imagen del ser humano

2.1 La imagen y semejanza

2.2 El apelo a “caminar con Dios”

2.3 El actuar radicado en la libertad

3 Fe y ética

3.1 Dos caras de la misma moneda

3.2 La historicidad de la fe

3.3 Lo secundario del culto

4 Grandes vertientes de la ética bíblica

4.1 El amor entrañable a Dios

4.2 El cuidado con el prójimo

4.3 La recreación de la fraternidad

5 Cuatro palabras fundamentales

5.1 Derecho – mishpat

5.2 Misericordia – hesed

5.3 Justicia – sedaqah

5.4 Fidelidad – emet

 

Las entrelíneas del texto bíblico revelan una indisociable relación entre la teología y la ética. La atención de Dios está orientada hacia el ser humano y sus acciones en la historia. El ser humano, a su vez, se enfrenta con el proyecto de Dios que debe ser elegido o rechazado. Ser elegido o rechazado, a partir de los actos de la libertad humana, significa decidirse o no por un proyecto de vida sintonizado con los anhelos divinos para la humanidad. Los actos del hombre y de la mujer de fe son expresiones de la comunión o de las discrepancias con lo que se reconoce como las orientaciones del Creador para con sus criaturas. A lo largo de la trayectoria del pueblo de Israel, que desemboca en las comunidades cristianas, se describe la trayectoria de la humanidad deseosa por adecuar su camino (ética) a aquello que quiere Dios que sea su fe (teología).

La vertiente ética se hace presente en todas las grandes tradiciones literario-teológicas del Antiguo Testamento. Cuando se refieren al diálogo entre Dios y la humanidad, conllevan exigencias divinas al ser humano, insertado en la historia y desafiado a vivir, en ella, la fidelidad al Dios del pueblo. La Tradición Legal (la Torá), por naturaleza, se reporta al proyecto de Dios hacia su pueblo formulado por las leyes apodícticas y casuísticas pero, también, como narraciones que sugieren modos de proceder. La Tradición Profética, al denunciar los desvíos de conducta del liderazgo y del pueblo, apunta hacia lo que Dios espera de Israel. La Tradición Histórica relata las consecuencias de la fidelidad y de la infidelidad del pueblo a su Dios y se muestra como un apelo hacia una vida de virtud, presupuesto para la bendición divina. La Tradición Sapiencial enfrenta al fiel con la exigencia de decidirse por Dios – el camino de la vida – evitando la impiedad y la injusticia – el camino de la muerte. La Oración de Israel, cuyo repertorio más significativo se encuentra en los Salmos, apunta hacia la práctica de la piedad realizada en comunión con Dios y con el prójimo. Así, cualquiera sea la puerta de entrada de la lectura bíblica veterotestamentaria, el fiel se enfrentará con indicativos éticos incontestables. La numerosas imágenes de Dios, desde el Dios de la Creación, pasando por el Dios de la Liberación y también el del Exilio, hasta desembocar en el Dios de la Esperanza, todas ellas contienen apelos de conducta al israelita fiel.  Enfrentarse con Dios (teología) significa escuchar sus exigencias (ética).

1 La imagen de Dios

El lenguaje teológico de la Biblia siempre se refiere a Dios en relación con sus criaturas y, de un modo particular, con el ser humano. En el diálogo de Dios con el ser humano se revela la preocupación con la realidad de cada persona, su situación y su modo de proceder en la historia. Un dato original de la religión de Israel consiste en el enraizamiento histórico de la teología, con un consecuente desdoblamiento ético.

1.1 El Dios de la Liberación

El hecho fundador de la religión bíblica es la liberación de los israelitas de la opresión egipcia. Un Dios de índole ética es instigado a intervenir para arrancar de las garras del opresor al pueblo condenado al exterminio por la crueldad del faraón: “Yo vi, yo vi la miseria de mi pueblo que está en Egipto. Oí su grito causado por sus opresores, pues conozco sus angustias. Por eso descendí, con el fin de liberarlo de la mano de los egipcios y hacerlo subir de esta tierra hacia una tierra buena y vasta, una tierra que emana leche y miel” (Ex 3,7-8).

Los verbos ver, oír, descender, liberar, hacer subir definen el actuar ético de Dios y apuntan hacia la conducta que es esperada del ser humano. Ver y oír suponen una proximidad y atención frente al que sufre. Descender corresponde al desinstalarse con el propósito de actuar. Liberar y hacer subir son gestos concretos en favor del oprimido. Constatar la realidad del oprimido sin una acción consecuente resulta en  conmiseración estéril y, por lo tanto, dispensable. Es por esto que Dios toma las providencias para revertir la suerte de los israelitas. Serán sacados de la tierra de la opresión y conducidos a la tierra de la fraternidad.

La expresión “mi pueblo” subraya el afecto divino en el trato con los israelitas. Dios se siente vinculado a aquel pueblo insignificante, “el menor entre todos los pueblos” (Dt 7,7), asumiéndolo como su pueblo predilecto. Israel será el Pueblo de Dios, liberado de la esclavitud y del riesgo de ser eliminado. El gran desafío consistirá en dejarse guiar por el Dios libertador, a quien no le agrada ni la injusticia ni la opresión.

1.2 El Dios de la Alianza

La liberación fue el gesto salvífico de Dios. Aunque sienta a los israelitas como “mi pueblo”, está en la dependencia de ser elegido como el Dios del pueblo. La relación deberá ser sellada con un pacto – berit – bilateral, comprometiendo ambas partes. Los términos del pacto pueden ser formulados de dos modos complementarios: en la perspectiva de Dios, “Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo”; en la perspectiva del pueblo, “Nosotros seremos tu pueblo, tú serás nuestros Dios” (cf. Jr 31,31-34; Ez 11,20). Cabe a los israelitas la decisión, pues de la parte de Dios, la elección ya fue realizada: Israel es “su pueblo”.

Por lo tanto, la salvación antecede a la alianza. Dios liberó a los israelitas de la opresión antes de ser elegido como el Dios de Israel. Al tomar cuenta de los dolores de Israel, su gesto de misericordia fue enteramente gratuito e independiente de los méritos del pueblo o de cualquier obligación de su parte,  por ser incapaz de mantenerse impasible frente al sufrimiento de los débiles y los pequeñitos.

La alianza es una propuesta para ser abrazada o rechazada. YHWH no se impondrá a Israel, atropellando su libertad. Sin embargo, al aceptarlo como su Dios, Israel estará comprometiéndose con un proyecto de vida fundado en la compasión y en la misericordia, experimentadas en la liberación de la esclavitud egipcia. La fe resultante de la alianza apelaría a relaciones justas en el trato con el semejante. Ésta sería la manera correcta de ser fiel al pacto sellado con Dios. El componente ético de la alianza es imprescindible.

1.3 El Dios de la Torá

El proyecto ético de YHWH está codificado en el Decálogo  (cf. Ex 20,1-17; Dt 5,6-22), en el Código de la Alianza (cf. Ex 20,22–23,19), en el Código Deuteronómico (cf. Dt 12–26) y en el Código Sacerdotal  (cf. Lv 17–26). Estas formulaciones, en el estilo de los códigos legales de la antigüedad, abarcan todas las áreas de acción de la persona de fe, sin que se limiten al culto. Corresponden a una especie de código de ética para los que adhirieron a la alianza con YHWH.

Las leyes de la Torá tienen como objetivo regular las relaciones humanas para evitar cualquier forma de injusticia o de detrimento en relación a los más débiles, cuya dignidad es envilecida por la acción de los prepotentes. Cualquier acto que resulte en hacer de los pobres y los indefensos víctimas será divinamente reprobado y consistirá en un insulto al Dios de Israel. En la dirección contraria, tomar partido a favor de ellos significa actuar en sintonía con Dios.

De forma diferente a los códigos legales de otros pueblos, la Torá bíblica es atribuida a YHWH. Su origen es divino y, por lo tanto, incuestionable. “Dios pronunció estas palabras diciendo …” (Ex 20,1), “YHWH dijo a Moisés …” (Ex 20,22), “YHWH habló con vosotros cara a cara, en el medio del fuego, sobre la Montaña. Entonces yo estaba entre YHWH y vosotros, para anunciaros la palabra de YHWH, pues quedasteis con miedo del fuego y no subisteis a la montaña. Él dijo … ” (Dt 5,4-5). “YHWH habló a Moisés y le dijo: “Dile a Aarón, a sus hijos y a todos los israelitas. Tú les dirás: Esto es lo que ordena YHWH …´” (Lv 17,1-2). Son maneras de atribuir a YHWH el proyecto ético por el cual los israelitas deberán guiarse.

2 La imagen del ser humano

Las exigencias éticas de la Biblia suponen una concepción del ser humano, pensado en relación con Dios, donde se desdoblarán las relaciones con los semejantes. El trato con el prójimo transcurre en la apertura hacia el querer divino; el querer divino apunta al modo de proceder adecuado en el trato con el prójimo. Teología y antropología, por lo tanto, se interpenetran convirtiendo en indisociables el modo de ser y de proceder del ser humano y el modo de ser y de proceder del Dios libertador.

2.1 La imagen y  semejanza

La decisión divina de crear al ser humano a su “imagen y semejanza” (Gn 1,26.27) tiene un fuerte componente ético. Diferente de las otras criaturas, tendría como vocación fundamental seguir los pasos de Dios en la creación, ejerciendo el dominio sobre las demás criaturas en su condición de continuador de la obra divina. Dominar significa responsabilizarse por lo que surgió de las manos de Dios con el sello de la bondad, como declara el refrán repetido al final de cada etapa de la obra creadora – “Deus vio que esto era bueno!” – para concluir con la constatación – “Dios vio todo lo que había hecho: y era muy bueno” (Gn 1,31). Por ser imagen y semejanza de Dios, el ser humano debe actuar como Dios, en el trato con los semejantes y con las demás criaturas

Elemento fundamental en la obra de la creación es la igualdad de la posición entre el hombre y la mujer: “Dios creó al hombre a su imagen, a la imagen de Dios él lo creó, hombre y mujer, él lo creó” (Gn 1,27). El componente ético de esta declaración es innegable. Queda de esta forma anunciado como contrario al deseo del Creador toda tentación de sobreponer el hombre a la mujer, considerándola inferior. El machismo, hierva dañina en la historia de la humanidad, es una deturpación del querer divino original.

La “imagen y semejanza” apela para la capacidad del ser humano a actuar en sintonía con el Creador. Fue depositado en su corazón lo que Dios tiene de mejor. La bondad, la misericordia y la compasión son características del ser humano, distinguiéndolo de los demás seres vivos. Los gestos humanos de bondad, en última instancia, expresan la bondad de Dios, presentes en lo más íntimo del hombre bueno. Lo mismo se dice de las acciones misericordiosas, de los cuidados con los semejantes y de la compasión frente a los sufrientes. Por este lado, Dios se presenta en la historia como “el Dios de la ternura y de la compasión” (Ex 34,6).

2.2 El apelo para “caminar con Dios”

El profeta Miqueas formuló con precisión el apelo que resuena en el corazón de cada ser humano. “Oh hombre, te fue anunciado lo que es bueno y lo que YHWH exige de ti: nada más que practicar la justicia, amar la bondad y que te sujetes a caminar con tu Dios” (Mq 6,8). Esta propuesta de vida supone una relación inquebrantable entre el ser humano y lo divino. El hecho de caminar con Dios – el camino de la fe – se concreta en los gestos de justicia y de bondad, en las relaciones interpersonales. De esta manera, caminar con Dios significa caminar con el prójimo.

Caminar es el verbo de la acción que apunta hacia la dinámica de la vida humana, siempre en movimiento, donde surgen nuevas posibilidades de ser justo y bondadoso. En la medida que se está con Dios, el ser humano, al enfrentarse con el prójimo, será interpelado a actuar como actuó Dios al apiadarse del pueblo de Israel que estaba sufriendo en las manos del faraón egipcio. La ética bíblica, por lo tanto, supone un ser humano caminante, sin cansarse de practicar el bien. Detenerse y cruzar los brazos corresponde a bloquear la posibilidad de Dios de hacer el bien a la humanidad, por la mediación de la persona de fe.

La presencia de Dios en la caminata del fiel tiene la fuerza de inspirarle acciones en consonancia con el proyecto divino, en línea con el amor misericordioso. La renuncia a caminar con Dios tiene el efecto de dejar al ser humano suelto a su propia suerte con el riesgo de desviarse del buen camino y de transitar por los caminos tortuosos del vicio y de la impiedad. Tener a Dios como compañero de esta marcha le posibilita perseverar en la práctica del bien, aunque deba enfrentar desafíos que ponen a prueba la consistencia de su fe.

2.3 El actuar radicado  en la libertad

El tema de la libertad cruza toda la Biblia. La imagen y semejanza divina no priva al ser humano de su elemento identificador, o sea, la capacidad de tomar decisiones. La decisión más radical consiste en poder decir “no” al querer divino y seguir los apelos de las pasiones y de los instintos. El relato de la creación nos alerta sobre este dato de la realidad humana al hablar de Adán y Eva oyendo a la serpiente, en contra del orden divino. “YHWH Dios dio al hombre este mandamiento: ‘Puedes comer de todos los árboles del jardín. Pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas tendrás que morir’” (Gn 2,16-17). A su vez, la serpiente sugiere a la mujer: “¡No, no morirás! Pero Dios sabe que, el día en que lo muerdas, vuestros ojos se abrirán y seréis como dioses, entendidos en el bien y el mal” (Gn 3,4-5). La mujer se deja llevar por lo que dice la serpiente e induce al marido a hacer lo mismo. El mandamiento de Dios es dejado de lado. Dios es misterioso por no haber cumplido la promesa de infringirles la muerte. Antes que eso, los expulsa del Jardín del Edén, ahorrándoles la vida. De allí en más, su existencia consistirá en un contínuo desafío por elegir correctamente.

En muchas ocasiones, la Biblia hace referencia a la encrucijada en la que el ser humano se encuentra continuamente. “Hoy pongo delante de tí la vida y la felicidad, la muerte y la infelicidad” es la constatación de Dt 30,15. Más adelante se da un consejo sensato: “Elije pues la vida para que vivas, tú y tu descendencia, amando a YHWH tu Dios, obedeciendo su voz y apegándote a él” (Dt 30,19-20). Dt 11,26-28 formula la decisión en forma de obediencia o desobediencia a los mandamientos de YHWH, teniendo como resultado la bendición o la maldición de acuerdo a la elección realizada. La suerte del fiel depende de un acto de libertad, sin cualquier imposición por parte de Dios. El Salmo 1 describe el camino de los justos y el camino de los impíos, con sus respectivos resultados (cf. Pr 4,18-19). Cabe al ser humano decidir y asumir las consecuencias. Eclo 15,11-20 trata de la libertad humana. Una afirmación muy clara define la condición humana: “Desde el principio Dios creó al ser humano y  dejó en sus manos su propia decisión” (Eclo 15,14). Donde la responsabilidad por los actos le compete a cada uno, sin la excusa de atribuirle  la culpa al otro.  “No digas: Es el Señor quien hace que yo peque… No digas: Es él quien hace que me equivoqueEclo 15,11-12). La personificación de la Sabiduría (cf. Pr 9,1-6) y de la Insensatez (cf. Pr 9,13-18) aluden a la doble voz que resuena en lo más profundo del corazón humano, frente a las cuales es desafiado a tomar una postura.

La ética bíblica, aunque sea de carácter religioso, jamás atropella la libertad humana. Existe una propuesta divina que puede ser elegida o rechazada. Abrazarla significa adherir a YHWH y decidirse a caminar con él. Por el contrario, rechazarla es la decisión de alejarse de YHWH y lanzarse sólo a la aventura de la vida, con el riesgo de perderse. Bajo ninguna hipótesis, la decisión será producto de la presión o de la amenaza. Cabe al ser humano optar en hacerse cargo de las consecuencias de la opción elegida.

3 Fe y ética

La fe bíblica, expresada en la imagen de Dios, se concreta en un ethos, correspondiente a la propuesta de vida de origen divino para el fiel. El binomio fe-ética puede ser desdoblado en los binomios fe-vida, contemplación-acción, oración-compromiso social, adoración-cuidado con el prójimo y otros. En todos ellos, la relación con lo Trascendente mueve a las personas de fe a un compromiso con los hermanos y las hermanas y con la comunidad.

3.1 Dos caras de la misma moneda

En la Biblia, Teología y Ética son como dos caras de la misma moneda. ¡Caminan siempre juntas! La vertiente teológica habla de un Dios preocupado y atento al ser humano, a su conducta y a su suerte. Jamás se piensa en un Dios alienado, cerrado al mundo celeste, despreocupado con el destino de la humanidad y de sus criaturas. Por el contrario, es un Dios filántropo, en la expresión de Sb 11,24-26 – “Tú amas todo lo que creaste, no te molestas con nada de lo que hiciste; si odiaras alguna cosa, no la hubieras hecho. ¿Y cómo podría subsistir alguna cosa, si no la hubieras querido? ¿Cómo conservaría su existencia, si no la hubieras llamado? Sin embargo a todos se les ahorra, porque son tuyos: Señor amigo de la vida”. El Dios de Israel se caracteriza por su preocupación con la vida.

La vertiente ética apunta al llamado del ser humano a adecuar su vida al querer divino, convirtiéndolo en la guía de su acción. Esta forma de teonomía de ningún modo lo transforma en juguete en las manos de la divinidad, pues en su origen hay una decisión libre por abrazar el proyecto de Dios como el camino de la vida. Por otro lado, la posibilidad de romper con Dios y seguir el camino de la impiedad y de la muerte estará siempre frente al ser humano. El Salmo 73(72) se refiere a la tentación del justo de irse para el lado de la infidelidad. “Por poco mis pies tropiezan y mis pasos resbalan, porque envidié a los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos” (v. 2-3). Sin embargo, el justo supera la tentación y se decide por Dios. “En cuanto a mí, estoy siempre contigo, tú me tomaste de la mano derecha; tú me conduces con tu consejo y  con tu gloria me atraerás … ¡La roca de mi corazón, mi porción es Dios, para siempre! ¡En cuanto a mí, estar junto a Dios es mi mayor bien!” (v. 23-28).

La actitud del impío, al negar la existencia de Dios, es atípica en la sociedad de Israel. “Dice el insensato en su corazón: ‘¡Dios no existe!’ …. ¿No lo saben todos los malvados que devoran mi Pueblo con si estuvieran comiendo pan, y no invocan a YHWH?” (Sl 14,1.4). El fenómeno moderno del ateísmo era desconocido. Ir por el sendero de la maldad significa romper con el Dios de Israel y su ley. En la dirección contraria, practicar la justicia se vuelve un acto de piedad de alta consistencia religiosa.

3.2 La historicidad de la fe

La interacción de la fe con la ética se debe al enraizamiento histórico de la revelación del Dios de Israel. YHWH se hace conocer en la historia y, en la historia, se establece el relacionamiento con él. La relación del fiel con su Dios no sucede fuera de la historia.  Ahí es que se da el acto de fe, a través del desdoblamiento entre fidelidad e infidelidad. Allí el fiel se compromete con su Dios y se dispone a obedecerlo. Allí es posible experimentar la conversión, al escuchar los apelos de Dios, de un modo especial, por medio de la voz de los profetas. “Volved, Israel, a YHWH tu Dios, pues tropezaste con tu falta. Tomad con vosotros palabras y volved a YHWH. Dígale: ‘Perdona toda culpa, acepta lo que es bueno. En lugar de toros, nosotros queremos ofrecer nuestros labios … porque es en tí que el huérfano encuentra misericordia’” es el apelo de Oseas al Israel infiel (Os 14,2-4).

El líder Josué, habiendo reunido todas las tribus en Siquém, les urge tomar una decisión, en el momento en que están instaladas cada una en su respectivo territorio. “Elegid hoy a quien quieres servir … En cuanto a mí y a mi casa, serviremos a YHWH” (Js 24,15). El pueblo responde unánime: “Nosotros también serviremos a YHWH, pues él es nuestro Dios … Es a YHWH a quien serviremos … A YHWH nuestro Dios serviremos y a su voz  obedeceremos” (Js 24,18.21.24). Servir a YHWH corresponde a vivir el día a día según el “estatuto” y el “derecho” fijado por Josué, como la “Ley de Dios” (cf. Js 24,25-26). El desafío consistirá en hacer valer la misericordia en el trato mutuo, de forma que la fraternidad suceda, dejando atrás la opresión egipcia. La obediencia y el servicio a YHWH serán visibles en el estilo de vida de las tribus. De la misma manera, ¡la desobediencia y la infidelidad!

3.3 Lo secundario del culto

Los profetas de Israel llamaron la atención del papel secundario del culto en relación con la ética. A Dios no se lo agrada con los sacrificios o los holocaustos cuando la vida del fiel está fuera de ritmo con su querer. Solo la correcta relación con el prójimo, basada en el derecho y la justicia, dispone al creyente hacia el culto verdadero.

Isaías se levantó contra el culto practicado en su tiempo  (cf. Is 1,10-20). Dios mismo declara estar harto de los holocaustos, los sacrificios, las ofrendas, las fiestas y las peregrinaciones realizadas para honrarlo. “Estoy harto … no soporto más falsedad y solemnidad” (v. 11.13). “Cuando extendéis vuestras manos, desvío de vosotros mis ojos. Aun cuando multipliquéis la oración, no os oiré. Vuestras manos están llenas de sangre”  (v. 15). El culto agradable a Dios tiene presupuestos éticos bien claros. “¡Tirad de mi vista vuestras malas acciones! ¡Haced justicia a los huérfanos, defended la causa de la viuda! (v. 16-17). ¡El culto sin respaldo de la ética está vacío!

Amós va en la misma dirección (cf. Am 5,21-27). La injusticia quita el sentido del culto.  “Yo odio, yo desprecio vuestras fiestas y no me gustan vuestras reuniones. Porque, se me ofrecéis holocaustos … no me agradan vuestras ofrendas y no miro los sacrificios de vuestros animales cebados. Alejad de mí el ruido de tus cantos, yo no puedo oír el sonido de tus harpas” (v. 21-23) son las palabras puestas en la boca de Dios. La atención de Dios está direccionada al corazón de quien lo cultua, sin importar lo que hace o lo que le ofrece. La exigencia es precisa: “!Que el derecho corra como el agua y la justicia como el río caudaloso! ” (v. 24). Por lo tanto, el culto auténtico solo se realiza con el respaldo del derecho y de la justicia.

En otro oráculo, el profeta ironiza las peregrinaciones a los santuarios tradicionales de Israel (cf. Am 4,4-5). Peregrinar a Betel y a Guilgal es un camino hacia el pecado. Los sacrificios, los diezmos y las ofrendas voluntarias satisfacen el gusto de los adoradores – “Porque es así que les gusta, israelitas” (v. 5) –, pero no así a YHWH. La motivación se repite: la sociedad de Israel carece de derecho y de justicia en el trato a los débiles y los indefensos. La mala conducta ética vuelve el culto despreciable a Dios.

Jeremías se hace eco de los profetas que lo antecedieron. “ ¿Qué me importa el incienso que viene de Seba, y la caña aromática de los países lejanos? Vuestros holocaustos no me agradan y vuestros sacrificios no me complacen” (Jr 6,20). Más adelante, el profeta se levantará contra el Templo de Jerusalén, lugar único de culto en su época, por estar instalado allí el culto despojado de compromiso ético (cf. Jr 7,1-15). El culto agradable a Dios no se vincula con la práctica de la injusticia, de la opresión al extranjero, al huérfano o la viuda, con el derramamiento de la sangre inocente “en este lugar” y con la idolatría. La suerte del Templo debería de ser la misma del antiguo santuario de Silo, donde quedaba el Arca de la Alianza (cf. 1Sm 4,1-11).

La denuncia de Jeremías evoca la proclamación de Miqueas que, como él, había anunciado la ruina de Jerusalén debido a la corrupción general instalada en la ciudad. “Por culpa vuestra, Sión será arada como un campo, Jerusalén se convertirá en ruinas, y la montaña del Tempo, cerro de matos! Mq 3,12; cf. Jr 26,18). La grandeza de los lugares de culto a YHWH no resulta de la grandiosidad de las liturgias y sí de la cualidad ética de quien le presta culto.

4 Grandes vertientes de la ética bíblica

Son dos los vectores de la ética en el ámbito de la Biblia: Dios y el prójimo. Por aquí pasa toda la acción de los israelitas de fe preocupados en vivirla de forma auténtica. Les corresponde dos desafíos: la idolatría y el egoísmo. Pasarse para el lado de otros dioses tiene como consecuencia adherir a otros ethos, lo cual es incompatible con el proyecto de YHWH. Buscar los intereses personales, en detrimento del hermano carente, esto solo es posible para aquellos que se distanciaron de su Dios.

4.1 El amor entrañable a  Dios

La formulación más perentoria de la relación del creyente con YHWH exige de él una adhesión incondicional e irrestricta. “Oye, oh Israel: ¡YHWH nuestro Dios es el único YHWH! ¡Por lo tanto, amarás a YHWH, a tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza!” Dt 6,4-5).  El corazón del fiel estará enteramente orientado hacia YHWH, al punto de determinar su conducta. Cada gesto tendrá, allí, su raíz y estará cargado de densidad teológica.

Ninguna criatura, jamás, podrá ocupar el lugar reservado apenas para Dios en la vida del creyente, bajo la pena de desdecir totalmente su fe. Los profetas de Israel se sirvieron de las metáforas matrimoniales para denunciar la idolatría del pueblo, considerándola adulterio. La experiencia personal de Oseas le sirvió de parábola para comprender lo que le pasaba a su pueblo (cf. Os 1,2-9). La conversión corresponde a la reconstrucción de la fidelidad matrimonial, a la conducta esperada de la esposa fiel. “¡Yo mismo, la seduciré, la conduciré al desierto y le hablaré al corazón!” (Os 2,16).  La fidelidad se procesa en lo más íntimo del fiel, determinándole todo su modo de proceder. Es donde sucede el amor entrañable a Dios.

4.2 El cuidado con el prójimo

La ética bíblica tiene un foco bien preciso: el prójimo necesitado o debilitado. Los esclavos no pueden ser maltratados (cf. Ex 21,1-11; Dt 15,12-18). El pobre y el inocente gozarán de protección, evitando ser explotados (cf. Ex 23,6-8). La mujer, casada o no,  a quien le faltaba status social, era protegida por la Ley (cf. Ex 22,25-26; Dt 22,22—23,1). La vida humana gozaba de un cuidado especial, al punto de quitarle la vida a los asesinos (cf. Ex 21,12-36; Lv 24,17; Dt 24,7). La práctica del usurero era condenada con fuerza por colocar como víctimas a las personas más débiles de la sociedad (cf. Ex 22,24; Lv 25,35-37; Dt 23,20-21). El manto tomado en empeño debía ser restituido antes de la puesta del sol, por ser un abrigo con el que el pobre se protegería del frío (Ex 22,25-26; Dt 24,12-13). El diezmo trienal pertenecía al extranjero, al huérfano y a la viuda, para comer y para saciarse  (cf. Dt 14,28-29; 26,12-13).  El falso testimonio era cohibido, para no castigar al inocente, víctima de la maldad ajena (cf. Dt. 19,15-21). Aquel que trabajaba por el día tenía el derecho de recibir el salario en el mismo día, antes que cayera el sol por ser pobre y tener necesidad de ello (cf. Dt. 24,14-15; Lv 19,13).  Una sociedad que no cuide de los pobres, de las viudas, de los huérfanos y los extranjeros camina en la contramano de Dios.

4.3 La recreación de la fraternidad

La desobediencia de Adán y de Eva (cf. Gn 3)  y el fratricidio de Caín (cf. Gn 4) quiebran el proyecto divino original, fundado en la comunión. Los relatos de la creación describen la perfecta armonía de las relaciones entre Dios y el ser humano, de los seres humanos entre sí y de éstos consigo mismos y con la naturaleza. La nueva realidad abrió las puertas a toda suerte de desigualdad, dando origen a la banalización de la vida humana. La venganza sin freno puede ser rastreada en los inicios de la humanidad. “Caín es vengado siete veces y Lamec, setenta y siete veces” (Gn 4,24).  Pero más adelante se hace una constatación espantosa: “YHWH vio que la maldad del hombre sobre la tierra era grande y que continuamente era malo todo designio surgido en su corazón. YHWH se arrepintió de haber traído al hombre a la tierra, y su corazón se afligió ” (Gn 6,5-6).

La secuencia de la narración bíblica puede ser entendida como el esfuerzo por recrear la comunión y la fraternidad queridas por Dios. Los seres humanos fueron desafiados a encontrar una forma de convivencia que hiciese de ellos hermanos y hermanas de una gran familia de hijos e hijas. La ética que de allí viene se entiende como el resultado del diálogo entre YHWH y el ser humano, en busca de la forma más conveniente de convivir. El querer divino corresponde a todo lo que favorezca y promueva el entendimiento y el respeto entre las personas. En la dirección contraria se sitúan las acciones generadoras de la división, de la injusticia y de la muerte. Esta es la clave para comprender lo que en la historia sintoniza con la verdadera ética de matiz teológico.

5 Cuatro palabras fundamentales

Hay cuatro palabras que se presentan insistentemente, cuando los textos bíblicos aluden a la ética, que proviene de la fe en YHWH, el Dios de Israel: derecho, misericordia, justicia y fidelidad. Son términos que apuntan hacia la relación de Dios con los seres humanos y de los seres humanos entre sí. Puede suceder que sean utilizadas en paralelo – “Soy el Señor que practicó el amor, el derecho y la justicia en la tierra” (Jr 9,23) – o en pareja – “La justicia será el cinturón de sus lomos y la fidelidad, el cinturón de sus riñones” (Is 11,5). En la visión bíblica, importa la realidad y no el concepto abstracto. Así, más importante que las bellas teorías sobre la justicia y la misericordia son las situaciones concretas que se vuelven realidad.

5.1 Derecho – mishpat

Se refiere al querer divino, regulador de las relaciones interpersonales. Puede ser entendido como la Torá, en cuanto orientación de YHWH a ser puesta en práctica en las relaciones interpersonales. Atropellar el derecho corresponde a darle la espalda a YHWH y seguir la dirección contraria a su querer. Respetar el derecho y dejarse guiar por él es la actitud de quien está sintonizado con YHWH y abraza su querer como un proyecto de vida.

De una manera especial, los profetas fueron sensibles a la falta de respecto al derecho. Isaías era conciente de la realidad de su tiempo. Contemplando la Ciudad Santa, constata: “¡Como se prostituyó la ciudad fiel! Llena de derecho, en ella habitaba la justicia, pero agora solo hay asesinos” (Is 1,21). Jeremías denuncia al rey por la descarada falta de respeto al derecho: “Ay de aquel que construye su casa sin justicia y sus aposentos sin derecho; que hace a su prójimo trabajar gratuitamente y no le paga su salario” (Jr 22,13).  En esta misma línea, sigue Ezequiel: “a población practica la extorsión, comete robos, oprime al pobre y al necesitado y maltrata al extranjero sin ningún mishpat” (Ez 22,29).

En este contexto, la misión de los profetas de Israel constituye en pregonar la obediencia al derecho y la adecuación al modo de proceder con los mandamientos de YHWH. Miqueas anuncia de forma intrépida su disposición interior: “Estoy lleno de fuerzas, del Espíritu del Señor, del derecho y del coraje para anunciar a Jacob su crimen y a Israel su pecado” (Mq 3,8). Como los otros profetas, actúa como una instancia crítica, al hablar en nombre de YHWH. “Ella (Jerusalén) se rebeló en contra de mis preceptos y mis leyes … Despreciaron mis preceptos y no vivieron según mis leyes” proclama Ezequiel (Ez 5,6).

Los profetas ansían el día en el que surgirá un rey dispuesto a pautarse por el derecho, como exige Dt 17,14-20.  “Habrá un rey que reinará según la justicia y los príncipes gobernarán según el derecho”, es el deseo de Isaías (Is 32,1). El derecho será la regla de la convivencia entre las personas, pues el Mesías (=rey) fijará su trono “en el derecho y la justicia” (Is 9,6).  Ezequiel alude al Mesías con la imagen del pastor, que, al contrario de los mercenarios (=los falsos pastores), lleva a pastar su rebaño “según el derecho” (34,16).

5.2 La misericordia – heded 

La palabra hebrea hesed es traducida de varias maneras, dependiendo del contexto en el que se encuentra. Amor, misericordia, piedad, benevolencia, bondad y compasión son algunas de las muchas posibilidades. La traducción más común es amor y misericordia, aunque haya otro término para amor (‘ahabah) y para misericordia (rahamim = entrañas; donde la expresión “entrañas de misericordia”). En Zc 7,9, encontramos la exhortación “Practicad el amor (hesed) y la misericordia (rahamim)”. Algunos de los textos hablan de la misericordia de Dios para con los seres humanos (cf. Jr 9,23; 33,11; Is 54,10; Sl 33,5; 103,8). Otros se refieren al amor-misericordia de los seres humanos entre sí (cf. Os 6,6; Pr 3,3; 20,28; 21,21). Mq 6,8  habla de “amar el amor” o “amar la misericordia” (ahabat hesed).  Oseas denuncia la fragilidad del amor de Israel en su amor a Dios, sirviéndose de una imagen sugestiva, puesta en la boca del propio Dios – “Vuestro amor (hesed) es como una nube de la mañana, como el rocío que desaparece temprano” (Os 6,4).

El actuar misericordioso, en el trato con los semejantes, es la característica de la ética bíblica. ¡Es la manera humana de reflejar la bondad de YHWH, cuya “misericordia es eterna!” (SI 136 [135]). “El es bondadoso y misericordioso, lento para la cólera y lleno de misericordia (Jl 2,13). Cuanto más el fiel adhiere de corazón a YHWH, más misericordioso será con los más débiles e indefensos. Y será valiente al defenderlos de la maldad del opresor, pues así lo hace YHWH, apiadado del sufrimiento de los israelitas en las manos del faraón. Como la misericordia de YHWH es firme y para siempre (cf. Is 54,8), de la misma forma deben serlo sus fieles. Los israelitas viven de la promesa de que la misericordia de YHWH jamás se alejará del pueblo preferido (cf. Is 54,10; Sl 118[117],1-4).

5.3 La justicia  – sedaqah

La semántica más rica del vocablo sedaqah proviene de la tradición profética. Se trata de la situación en la cual la comunidad está articulada en el respecto mutuo, sin excluir a nadie, de un modo especial hacia aquellos con los cuales la comunidad debe, en primer lugar, preocuparse: los huérfanos, las viudas, los pobres y los extranjeros. Esto solo es posible cuando el derecho y la misericordia orientan el accionar de la sociedad. Por lo tanto, la justicia resulta de las opciones éticas bien determinadas, en consonancia con el proyecto de YHWH.

La denuncia profética de la injusticia supone una estrecha relación entre derecho y justicia. El profeta Amós denuncia la perversión de la justicia por la falta de derecho (cf. Am 5,7).  A su vez, la perversión del derecho resulta en injusticia (cf. Am 6,12). Jeremías describe la sociedad sin justicia, o mejor, lo que sería una sociedad con justicia. “Así dice el señor: practicad el derecho y la justicia. Librad al explotado de la mano del opresor; no oprimáis al extranjero, al huérfano o a la viuda, no los agredáis ni derraméis sangre de inocentes en este lugar” (Jr 22,3; cf. Am 2,6-8; 5,10-12).  Del mismo modo, Ezequiel: “Así dice el Señor Dios: ¡ya es demasiado, príncipes de Israel! ¡Repeled la violencia y la explotación! Practicad el derecho y la justicia … Tened balanzas exactas” (Ez 45,9-12).

Hablando de los dirigentes del país, toca a aquellos cuya función principal consistía en crear una sociedad fundada en la justicia. Ésta era una función inesquivable del rey, cuya tarea consistía en defender a los más susceptibles de ser víctimas de la injusticia.

YHWH, por su parte, espera la construcción de una sociedad justa, fruto de la obediencia y la sumisión al derecho. La justicia social es la expresión de la fidelidad a Dios. La alegoría de la viña (cf. Is 5) expresa bien la expectativa de Dios en relación a su pueblo. “Él esperaba el derecho, y he aquí la violencia; la justicia, y he aquí clamores de aflición” (v. 7).

La justicia está en estrecha relación con la paz. Los dos vocablos – sedaqah e  shalom – son frecuentemente asociados. Paz apunta a la situación social basada en el respeto a cada persona, a quien se le aseguran los derechos fundamentales. Is 32,17 proclama: “Los frutos de la justicia serán la paz; la obra de la justicia será la tranquilidad y la seguridad para siempre” (cf. Sl 85,11 – “Justicia y paz se abrazarán”).

5.4 Fidelidad – emet

La palabra hebrea emet significa constancia, firmeza, perseverancia. Puede ser traducida como verdad. Aquí será tomada en el sentido de fidelidad. Como en los vocablos anteriores, fidelidad supone el derecho – la Ley de Israel – como punto de referencia. Fidelidad e infidelidad provienen de la obediencia y de la desobediencia al querer de YHWH.

YHWH es un Dios fiel (cf. Jr 10,10)  que se atiene celosamente a la palabra dada. Su fidelidad fue demostrada a lo largo de la historia del pueblo de Israel, en especial en los momentos más difíciles, en cuanto Israel fue desobediente. En estas circunstancias, la fidelidad de Dios se muestra más evidente, por tener motivos para castigar la infidelidad del pueblo.

La infidelidad de Israel se hizo perceptible en la idolatría, en las injusticias sociales y en las alianzas espúreas. Éste fue el resultado de un largo proceso de corrupción. Jr 2,21 expresa este pensamiento – “Yo te había plantado viña excelente, toda de cepas legítimas. Cómo es que te has convertido en una viña degenerada y extraña?”. “Cepas legítimas” traduce la expresión zera’ emet,  cuyo sentido literal es “semilla fiel”. Subraya el desajuste entre el momento fundacional de la fe de Israel, el momento de plantar la viña, y el momento actual de la vida del pueblo. De las semillas buenas, brotó una viña degenerada. La ética de Israel está fuera de ritmo con el actuar y el querer de YHWH. Para Oseas esto era muy evidente. “No hay fidelidad, ni amor, ni conocimiento de Dios en el país” (Os 4,1).

Una acentuada irresponsabilidad ética tomó cuenta del pueblo. La infidelidad a YHWH los llevaba a practicar un culto vacío, sin el fundamento de una vida con consistencia ética. Isaías denunció este equívoco. “(Vosotros) confesáis el Dios de Israel pero sin firmeza (sedaqah) ni sinceridad (emet)” (Is 48,1). Luego, Israel se engañaba a sí mismo, con su práctica religiosa vacía, hecha de pura exterioridad. El retorno a la fidelidad era una exigencia permanente. Conciente de esto, Zacarías advierte al pueblo: “Amad la fidelidad y la paz” (Zc 8,19). Y prevé un futuro de fidelidad por parte del pueblo: Jerusalén será llamada la ciudad de la fidelidad” (Zc 8,3),  cuando YHWH confirme su condición de Dios fiel y justo: “Yo seré su Dios en la fidelidad y la justicia” (Zc 8,8). Esta es la recuperación del verdadero ethos de Israel.

Esta recuperación se presenta en la “nueva alianza” inspirada por el Espíritu de Dios inscripto en los corazones, según la profecía de Jeremías (31,31-34),  cuyo cumplimiento es acreditado a los seguidores de Jesús de Nazaret, como describimos en otro artículo: “Ética y Teología en el Nuevo Testamento”.

Jaldemir Vitório, SJ. FAJE, Brasil. Texto original en Portugués.

6 Referencias Bibliográficas

BARROS, M., Ética e solidariedade na Bíblia, Magis Cadernos de Fé e Cultura 2 (1994) 109-132.

GERSTENBERGER, E. S., A ética do Antigo Testamento: chances e riscos para hoje, Estudos Teológicos 2 (1996) 107-118.

JENSEN, J., Dimensões éticas dos profetas. São Paulo: Loyola, 2009.

Pontifícia Comissão Bíblica, Bíblia e Moral: raízes bíblicas do agir cristão. São Paulo: Paulinas, 2009.

REIMER, H., Sobre a ética nos profetas bíblicos, Estudos Bíblicos nº 77 (2003) 29-38.