Segunda Carta a los Corintios

Índice

Introducción

1 Relevancia de la carta

2 Canonicidad, autenticidad y unidad.

3 Lugar y fecha

4 Ocasión y propósito

5 Estructura, temas y aspectos teológicos destacados

Referencias

Introducción

En el libro de los Hechos de los Apóstoles, al instruir al discípulo Ananías sobre la vocación de Pablo, el Señor Jesús declara: ” Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre” (Hechos 9,16). En el cumplimiento de su misión, en sus esfuerzos por hacer visible el Evangelio, el apóstol encontró sufrimiento en diferentes formas e intensidades. Aunque sus cartas indican episodios de angustia y tribulación, es en la Segunda Carta a los Corintios donde Pablo describe específicamente la naturaleza de los sufrimientos enfrentados. “Es notablemente en 2 Corintios donde el alcance y la gravedad de su sufrimiento reciben su expresión más clara” (DUNN, 2003, p.562).

Pablo defiende su autoridad apostólica ante sus oponentes en la comunidad y destaca el sufrimiento como un elemento distintivo del verdadero apostolado. Además, al considerarse un participante en los sufrimientos de Cristo, el apóstol se identifica con su Señor, un discernimiento que se extiende a todos los cristianos (MURPHY-O’CONNOR, 2000, p.318).

Sin embargo, también es en la Segunda Carta a los Corintios donde Pablo destaca la efectividad del consuelo divino en las dificultades sufridas en el ministerio. El poder del consuelo de Dios es visible en el contexto de sus aflicciones. Por lo tanto, establece, desde el principio en la carta, una teología de consuelo (2Co 1,3-7) y ofrece un ejemplo concreto de su dinamismo a partir del relato de su encuentro con Tito en Macedonia (2Co 7,4-13), con el telón de fondo de la relación conflictiva con la comunidad corintia. Es curioso que de todas las incidencias relatadas en el Nuevo Testamento con la terminología parakaleō / paraklēsis en el sentido de consuelo y aliento, la mayoría se concentre en 2 Corintios.

1 Relevancia de la carta

La Segunda Carta a los Corintios es parte de la interacción entre Pablo y la comunidad cristiana de Acaya y, aunque con lagunas en la información sobre los acontecimientos, muestra la actitud del apóstol hacia los desafíos enfrentados en la relación con los fieles corintios (THRALL, 2004, p.1). Esta carta permite ver el coraje y la angustia del apóstol, el consuelo y su indignación en su relación con los corintios. En esta correspondencia Pablo describe con mayor intensidad sus dolores y alegrías, miedos y convicciones, fuerza y debilidad (FURNISH, 2005, p.3). Pablo en su ministerio no es inmune a las críticas, la oposición y la adversidad, pero reacciona ante ellos desde su relación con Dios en Cristo.

Aunque 2 Corintios es la carta más personal del apóstol Pablo, no sería apropiado interpretarla solo desde una perspectiva autobiográfica, ya que su defensa de sí mismo mantiene el foco en el apostolado cristiano (LAMBRECHT, 1999, p.1). Su importancia radica en la reflexión significativa de Pablo sobre el ministerio apostólico. Por lo tanto, “no es exagerado ver en ella la más desarrollada reflexión de fe sobre el ‘ministerio’ eclesial (diakonia) en el Nuevo Testamento.” (BARBAGLIO, 1993a, p.135).

2 Canonicidad, autenticidad y unidad

Con respecto a los testimonios sobre la canonicidad de 2 Corintios, destacamos el catálogo que Marción, aproximadamente en el año 150,  escribió sobre las cartas paulinas,  y en cuya lista se encuentran las correspondencias destinadas a la comunidad de Corinto (1Co y 2Co). También están presentes en las diez epístolas paulinas mencionadas en el Papiro 46, alrededor del año 200, así como en el fragmento publicado por A. Muratori en 1740, escrito en latín y probablemente datado de finales del siglo II (BARBAGLIO, 1993b, p.224- 225; FURNISH, 2005, p.29).

Las indicaciones más claras de la presencia de 2 corintios en el corpus paulinum son de mediados del siglo II. Aunque no hay evidencia antes de este período de que 2 Corintios fuese conocida por la Iglesia, esto no implica cuestionar la autenticidad de la carta. Es un escrito paulino en forma, estilo y contenido (FURNISH, 2005, p.30).

Sin embargo, su lectura e interpretación están vinculadas a las soluciones propuestas a los problemas de crítica literaria planteados por la propia carta (CINEIRA, 2002, p.249). Las decisiones tomadas a este respecto tienen implicaciones para la exégesis del texto (THRALL, 2004, p.2). La pregunta clave en 2 Corintios es: ¿Nos encontramos ante una escritura paulina unitaria para los fieles en Corinto o ante varias cartas a esa comunidad que se reunieron y unificaron a fines del siglo primero? (BARBAGLIO, 1993a, p.119). La integridad literaria de 2 Corintios es una pregunta compleja, sobre la cual las respuestas deben descansar de alguna manera en la especulación (FURNISH, 2005, p.34; BARBAGLIO, 1993a, p.126).

Hay interrupciones narrativas, cambios de vocabulario y argumentos que sugieren que el orden presente en 2 Corintios puede no representar una única carta, sino un conjunto de fragmentos de otras cartas. Los puntos principales que plantean cuestionamientos entre los académicos son:

a) En 2 Co 2,14-7, 4, Pablo presenta una defensa del ministerio apostólico que interrumpe el flujo de la narración sobre los acontecimientos en Troas y Macedonia, y estos se reanudan a partir del 7.5;

b) El fragmento de carácter judío en 2 Co 6, 14-7,1;

c) Los dos capítulos sobre la colecta para Jerusalén en 8 y 9;

d) El cambio de tono en la defensa del apostolado en los capítulos 10-13.

Además de estos puntos, en 2 Cor 2, 2-3-4 y 7, 8, el apóstol menciona una carta escrita entre lágrimas, probablemente el resultado de un incidente desagradable durante una de sus visitas a la comunidad. Esta carta, cuyo propósito era probar la obediencia de los corintios (2,9), y que entristeció a los destinatarios, también es parte de los debates sobre la unidad de 2 corintios. Algunos creen que la llamada “carta entre lágrimas” se ha perdido, y otros argumentan que está insertada parcial o totalmente en 2 Corintios en los capítulos 10-13. Por ejemplo, los comentaristas Thrall, Furnish y Lambrecht creen que ya no tenemos esta carta. Barbaglio, en su obra São Paulo, afirma lo mismo. Sin embargo, en su trabajo 1-2 Corintios, está de acuerdo con R. Pesch, quien la identifica, sin dirección e introducción, en los capítulos 10 al 13.

Con respecto a la integridad, la mayoría de los exegetas argumentan que 2 Corintios canónica es el resultado de la recopilación de varias cartas del apóstol Pablo a los corintios. Las diferencias varían alrededor del número de letras, o fragmentos de cartas, presentes en 2 Corintios tal como la conocemos.

Existe un consenso creciente de que ella se puede dividir en dos cartas, la primera con los capítulos 1–9 y la segunda con los capítulos 10–13. Sin embargo, hay quienes sugieren la compilación de tres o más cartas. Y además de éstos, hay una minoría que apoya la hipótesis de la unidad de la carta (HAFEMANN, 2008, p.286).

La primera sugerencia de que 2 Corintios sea el resultado de una combinación de varias cartas paulinas distintas proviene de J. S. Semler en 1776 (THRALL, 2004, p.4). Parte del análisis de los capítulos 8 y 9 que tratan sobre la colecta y defiende que Pablo no abordaría el mismo tema dos veces en la misma carta, utilizando prácticamente los mismos argumentos. Por lo tanto, conjetura que 2 Corintios contendría varias cartas más cortas enviadas por Pablo a otras ciudades de Acaya. Así, el esquema de Semler implica tres cartas en 2 Corintios divididas así: primera carta 1–8 + 13, 11-13; segunda carta, capítulo 9; tercera carta, 10-13.

Furnish, a su vez, también parte del trabajo de Semler y apoya la hipótesis de que 2 Corintios resulte de la unión de las partes principales de dos cartas distintas: primeramente, los capítulos 1-9 y después los capítulos 10-13.

Barbaglio, en la obra de San Pablo, sugiere la existencia de tres o cinco cartas en 2 Corintios, dependiendo de la hipótesis adoptada en cuanto a los capítulos 8 y 9: primero, está la carta apologética (2,14-7,4) en respuesta a la acciones de oponentes que intentan minar la autoridad apostólica paulina con los fieles de Corinto; luego, ante el agravamiento de este conflicto, está la carta polémica con un tono más austero (10,1-13.10); más tarde, en vista de las buenas noticias traídas por Tito sobre la reacción de la comunidad corintia, Pablo escribe la carta de reconciliación (1, 1-2, 13 + 7,5-16); y finalmente, después de la reconciliación o simultáneamente, el apóstol envía las dos cartas sobre la colecta, una a Corinto (8) y otra a las iglesias de Acaya (9). Así, la 2 Corintios, como se sabe, sería el resultado de un trabajo posterior de unificación de este intercambio realizado entre los años 54 y 55. Sin embargo, en la obra 1-2 Corintios, Barbaglio (1-2) se suma al argumento de R. Pesch, que atribuye el capítulo 8 a la carta apologética y el 9 a la carta de reconciliación, optando por la presencia de tres cartas en 2 Corintios. Afirma que la hipótesis de Pesch “evita multiplicar innecesariamente las cartas paulinas reunidas por el compilador en nuestra 2 Corintios” (BARBAGLIO, 1993a, p.126).

Dentro de los comentaristas, Lambrecht (1999, p.2) se encuentra entre aquellos que tratan la carta como un texto unitario, aunque reconozca las dificultades que ella impone sobre las cuestiones ya mencionadas, debido a la falta de información precisa sobre lo que realmente sucedió en la relación entre el apóstol y la comunidad, y también por  el tono emocional que hace que sea difícil seguir su línea de argumentación. Hafemann (2008, p.286), quien también adopta en su comentario la hipótesis de la unidad de la carta, afirma que esta posición generalmente se apoya, entre otros argumentos, en una noción de heterogeneidad presente en la iglesia de Corinto. Así, los capítulos 1–9 estarían dirigidos a la mayor parte de la iglesia que se había reconciliado con Pablo. Y los capítulos 10-13 estarían destinados a los oponentes que insistieron en atacar al apóstol y tratar de influir en la comunidad. Estos dos “públicos” explicarían los cambios en el tema y el tono.

En cuanto a la fecha, según Lambrecht, 2 Corintios se encuentra entre la segunda y tercera visita de Pablo a Corinto después de la “carta entre lágrimas”, aproximadamente en el año 54, según el esquema a continuación:

Primera visita de Pablo a Corinto (49-51)
           (A) Carta previa (53)
           (B) 1 Corintios (primavera de 54; cf. 16.8)
Segunda visita: la visita dolorosa (54)
            (C) Carta entre lágrimas (54)
            (D) 2 Corintios (54)
Tercera visita (54-55)

Lambrecht cree que ni la “carta entre lágrimas” mencionada en 2 Corintios ni la “carta anterior” citada en 1 Corintios 5, 9 llegaron hasta nosotros.

3 Lugar y fecha

Pablo estuvo primeramente en Corinto en la fundación de esta comunidad alrededor del año 49-51. El relato de 2Co 1,23-2,1 presupone una segunda visita que resultó ser dolorosa debido a un conflicto, motivando la llamada “carta entre lágrimas” (2,3.4.9; 7,8.12) que fue llevada por Tito a los corintios (LAMBRECHT, 1999, p.9).

De este modo, la 2 corintios canónica sería posterior a la carta que Pablo menciona que fue escrita en medio del dolor, angustia y entre lágrimas. En los versículos 2: 12-13, el apóstol relata haber llegado a Tróade. Sin embargo, incluso con la prometedora oportunidad misionera en aquel lugar, la inquietud de Pablo a la espera de informaciones lo llevó a Macedonia. Por lo tanto, es desde esta región donde habría escrito 2 Corintios después de recibir las buenas noticias traídas por Tito sobre la reacción de la comunidad (7,5-16; 9,4), probablemente en el otoño del año 54.

4 Ocasión y propósito

Al final de la Primera Carta a los Corintios, Pablo declara sus planes de viaje (16,5-9). Sin embargo, a partir de las explicaciones que da en la Segunda Carta, se puede ver que el plan no se realizó como se esperaba (1,15-2,1). Hubo, en su segunda visita a los Corintios, un incidente desagradable en el que Pablo fue ofendido. Aunque no hay suficientes datos para determinar quién fue el ofensor y la naturaleza de la ofensa, sabemos que Pablo les envió una “carta de lágrimas” (2, 3-4).

Más tarde, ante la llegada de Tito con el informe positivo sobre la reacción de los corintios a esa carta, el apóstol escribe a 2 corintios. Y aunque Pablo haya demostrado optimismo con las noticias (7, 4-16), es posible pensar que la reconciliación no haya sido unánime, y que todavía hubiese oposición. Esto explicaría la ambivalencia de su actitud en la carta, donde a veces alaba, a veces exhorta con dureza. Es por eso que justifica su itinerario de viaje y las razones para no regresar a Corinto como había prometido (1,15-17 y 1,23-2,1); También defiende su ministerio frente a los oponentes que cuestionaban la legitimidad de su apostolado (2,14–3,6; 4,1-16; 5,11-12; 6,4-10). El deseo de Pablo parece ser “fortalecer a los que se arrepintieron y recuperar la minoría recalcitrante” (HAFEMANN, 2008, p.286).

Así, el tono apologético en 2 Corintios puede reflejar la búsqueda de la reconciliación con los corintios que habían cedido a la influencia de sus adversarios. Al esforzarse por restablecer su relación con la comunidad, Pablo se dirige a ellos como un padre a sus hijos. Sin embargo, está marcando severamente la diferencia entre el verdadero y el falso apóstol, para que la comunidad pueda identificarlo y tomar una posición a su lado. Y lo hace con la esperanza de que los corintios cambien su actitud antes de su tercera visita, para que no tenga que usar rigurosamente la autoridad que Dios le ha dado. (13,10).

5 Estructura, temas y teología

El siguiente esquema estructural es propuesto por Lambrecht (1999, p.10):

Saludo a los santos (1, 1-2)

Bendición a Dios (1,3-11)

I. Credibilidad de Pablo (1,12-2.13)

II. Apostolado de Pablo (2, 14-7,4)

III. Regreso de Tito (7,5-16)

IV. Colecta (8-9)

V. Autodefensa de Pablo (10, 1-13, 10)

Exhortación final, saludos y bendiciones (13, 11-13)

El tema relacionado con la defensa del apostolado impregna 2 Corintios, siendo más evidente en dos momentos: el primero en el pasaje 2,14-7,4, en el que hay una apología en tono más suave; y más tarde en los capítulos 10-13, en los que el apóstol se defiende con mayor severidad, oponiéndose a los ataques de sus adversarios.

La defensa del apostolado trae consigo el tema del servicio y, dentro de él, el contraste “debilidad humana / poder divino” (BARBAGLIO, 1993, p.175). Presenta con más detalle las circunstancias que rodean la identidad apostólica: los sufrimientos enfrentados, la continua oposición y la presión interna sufrida por el cuidado de las comunidades (LAMBRECHT, 1999, p.1).

Otro tema que se destaca en 2 Corintios es “la relación entre sufrimiento y gloria, la forma en que la experiencia apostólica paulina determina y ejemplifica esta relación” (HAFEMANN, 2008, p.288). Y teniendo los argumentos basados en su escatología y cristología, Pablo demuestra que su sufrimiento no es algo que contradiga su legitimidad, sino que es la plataforma que evidencia la manifestación del poder de Dios en su ministerio (2 Cor 12:10).

El énfasis teológico se refiere a este último tema y se introduce en la carta con la teología del consuelo. Pablo, al presentar en esta carta sus sufrimientos procedentes de diversas causas, especialmente de sus oponentes en la comunidad (CINEIRA, 2002),  muestra cómo responde a ellos a través del consuelo divino. Además, demuestra que el sufrimiento no lo desautoriza como apóstol, sino que es la plataforma que evidencia el poder de Dios.

La teología de la consolación se puede sintetizar a partir de las tres dimensiones que incluye: teológica, cristológica y soteriológica. El título dado a Dios al comienzo de la carta “Dios de toda la consolación” marca el agente principal detrás del consuelo. Dios es el origen de la consolación experimentada en medio del sufrimiento, aunque la instrumentalidad humana esté presente. La acción humana que redunda en la consolación es, en última instancia, una intervención iniciada en él.  Dios consuela en vista de su misericordia frente a las aflicciones a las que están sometidos sus hijos. El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo es bendecido, y todos los que son consolados por él también son invitados a bendecirlo.

La teología de la consolación tiene su razón de ser en el contexto de la aflicción, porque ésta es la situación que confronta al cristiano con su debilidad y necesidad del poder de Dios, y señala una expectativa de consolación definitiva. Por lo tanto, el sufrimiento es la circunstancia a partir de la cual la consolación se destaca, resaltando la acción divina y no el poder humano para superar los reveses. La consolación es el contrapunto del sufrimiento que es una parte integral de la existencia cristiana.

Aún más, el consuelo divino no es una abstracción misteriosa, sino que se concreta en los indicadores que lo hacen visible y promueven el alivio en la dimensión externa o interna del cristiano, como lo ilustra Pablo en los peligros y confrontaciones que ha experimentado. Sin embargo, el consuelo no solo significa el alivio o el cese inmediato de la situación de aflicción, sino que está orientado hacia la perseverancia (2 Co 1.6) (FURNISH, 2005, p.121).

El Dios que ofrece consuelo emplea el principio de reciprocidad, es decir, los consolados pueden extender el consuelo a otros afligidos. El consuelo compartido es coherente con el Evangelio que lleva a cada cristiano a vivir más allá de sí mismo, y también ayuda a aumentar el coro de aquellos que bendicen a Dios y declaran su poder en medio del sufrimiento.

Desde la dimensión cristológica, vale la pena destacar la forma en que Pablo enfrenta el sufrimiento, ya que ofrece un paradigma a los cristianos. La comprensión de que el cristiano también participa en los sufrimientos de Cristo se conecta con el consuelo y amplía la perspectiva de aquel que sufre. Porque si el sufrimiento es una realidad ineludible, también lo es el consuelo. Comprender estos dos lados de la moneda también deja espacio para comprender el proceso de muerte y vida que ocurre en la experiencia del seguidor de Cristo.

Por esta lógica, se entiende que Pablo no cuestione la legitimidad de su apostolado debido a los sufrimientos presentes en él, porque no los concibió como elementos extraños a su vocación ni indicaban la ausencia de acción divina, sino todo lo contrario (HAFEMANN, 2008, p.1180). Pablo sufre las circunstancias propias de la existencia, así como el desempeño de su ministerio, pero invita a todos los cristianos a vivir con la certeza de que la participación en el consuelo por medio de Cristo es tan abundante como la participación en los sufrimientos de Cristo. Por lo tanto, de la misma forma que Pablo, cada cristiano participa tanto en el consuelo como en el sufrimiento.

La dimensión cristológica de la teología de la consolación abre espacio a la soteriología, ya que la consolación no solo apunta al sufrimiento terrenal, sino que se sitúa en el arco que comprende el presente y el futuro. El proceso de salvación involucra esta tensión escatológica. Pablo se refiere tanto al consuelo actual como al definitivo cuando explica el efecto que el consuelo divino desea producir en el cristiano: la perseverancia. El horizonte escatológico permite la continuidad a pesar del sufrimiento, como afirma Lambrecht: “En medio de la debilidad hay fuerza, ya en el presente, antes de la muerte física. A pesar de la aflicción, la perplejidad, la persecución y los ataques interminables, gracias a Dios no hay desesperación ni destrucción total” (1999, p.60).

Al reflexionar sobre la función de la teología del consuelo en la Segunda Carta a los Corintios, está claro que esta correspondencia está marcada por un movimiento de fuerza en la debilidad, perseverancia en la adversidad. La realidad del consuelo es importante en la visión paulina de la existencia cristiana, desde la cual entendemos el desgaste del hombre exterior, pero también la renovación diaria del hombre interno (cf. 2 Cor 4, 16-18). En lugar de negar su debilidad en respuesta a las acusaciones de sus oponentes, Pablo desarrolla la teología del consuelo precisamente a partir de ella, ya que son los abatidos los que necesitan consuelo. El sufrimiento no es incompatible con el servicio apostólico o la vida cristiana.

Karina Garcia Coleta, Belo Horizonte, Brasil – Texto original português.

7 Referencias

BARBAGLIO, Giuseppe. 1-2 Coríntios. São Paulo: Paulinas, 1993a.

______. São Paulo: o homem do evangelho. Petrópolis: Vozes, 1993b.

CINEIRA, D. Álvarez. Los adversários paulinos en 2 Corintios. Estudio Agustiniano, v.32, p.249-274, 2002.

DUNN, James. A teologia do apóstolo Paulo. São Paulo: Paulus, 2003.

FURNISH, Victor. II Corinthians. The Anchor Bible. v.32A. New York: Doubleday, 2005.

HAFEMANN, S. J. Cartas aos Coríntios. In: HAWTHORNE et al. (orgs.). Dicionário de Paulo e suas Cartas. São Paulo: Vida Nova; Paulus; Loyola, 2008. p.270-289.

LAMBRECHT, Jan. Second Corinthians. Sacra Pagina Series. v.8. Minnesota: The Liturgical Press, 1999.

MURPHY-O’CONNOR, Jerome. Paulo: biografia crítica. São Paulo: Loyola, 2000.

THRALL, Margaret. The Second Epistle to the Corinthians. The international critical commentary.v.1. New York: T&T Clark International, 2004.