Santa Teresa de Jesús

Índice

Preámbulo

1 Contexto y biografía de Santa Teresa de Jesús

1.1 Vida en familia: 1515-1535

1.2 Carmelita en el monasterio de la Encarnación: 1535-1562

1.3 Escritora y fundadora del nuevo Carmelo: 1562-1582

2 Obras de Santa Teresa de Jesús

2.1 Libro de la vida

2.2. Camino de la perfección

2.3 Castillo interior o Moradas

2.4 Fundaciones, cartas y escritos menores

3 Ejes principales de la mística teresiana

3.1 La oración como amistad

3.2 El recogimiento

3.3 La centralidad de la “Sagrada Humanidad” de Cristo

3.4 La presencia de Dios en la persona humana

3.5 Mística y amor concreto

4 Santa Teresa y los pobres

Conclusión

Referencias

Preámbulo

Santa Teresa de Jesús, o Santa Teresa de Ávila, carmelita española, es una de las grandes figuras de la Iglesia y de la mística cristiana de Occidente. Destaca por su experiencia intensa y humanizadora del amor de Dios, fuente de una vida y obra que se ha convertido en  luz y  sabiduría de las cosas divinas y humanas. Una mujer muy activa en su tiempo histórico trabajó en la reforma del Carmelo y en la fundación de los Carmelitas Descalzos. Propuso un estilo de vida cristiano simple, comprometido y en oración basado en la amistad con Dios. Escribió obras literarias de diversos géneros, tanto doctrinales como autobiográficas, históricas, legislativas y poéticas, así como un epistolario espectacular. Su influencia irradia más allá del alcance del cristianismo occidental. En 1970 el Papa Pablo VI le dio el título de Doctora de la Iglesia. Ella fue la primera mujer en recibir este título.

Se abordarán los siguientes temas: contexto y biografía de Santa Teresa de Jesús; sus obras; los ejes principales de la mística teresiana; y Santa Teresa de Jesús y los pobres.

1 Contexto y biografía de Santa Teresa de Jesús

El español del siglo XVI es considerado el “siglo de oro”. Existe la inserción de la España unificada en Europa, la expansión a través de la conquista de América, las Indias, las guerras ganadas y manifestaciones culturales extraordinarias, especialmente de carácter filosófico y literario. Poder político y económico. Pero, como toda realidad, es un siglo de luces y sombras, con persecuciones inquisitoriales, conflictos entre corrientes de espiritualidad, ruptura de la cristiandad conocida, guerras de religión. Para Santa Teresa, con su lucidez esperanzada, fueron  momentos duros y difíciles. Los males en la Iglesia la llevan a decir que “el mundo está siendo tomado por el fuego” (SANTA TERESA, C 1,5, 1995, p.303); ella denuncia la situación social y eclesial de las mujeres como de sumisión, descalificación y “arrinconamiento” (SANTA TERESA, CE 4,1, 1994, p.531); critica el sistema de poder estructurado sobre el dinero y el honor (SANTA TERESA, V 20,26, 1995, p.135). Establece que en esos tiempos “se necesitan amigos fuertes de Dios para sostener a los débiles” (SANTA TERESA, V 15.5, 1995, p.99). La apertura crítica a la realidad, la oración y la acción valiente la caracterizan (PEDROSA-PÁDUA, 2011a, p.114).

La primera biógrafa de Santa Teresa es ella misma. A los 50 años, escribirá su autobiografía, el Libro de la Vida, complementada por su libro Fundaciones, completada meses antes de su muerte a los 67 años. Las Cartas también proporcionan datos autobiográficos de Teresa. Además, la autora realiza interpretaciones y relecturas de lo que ella vivió (ALVAREZ, 2000a, p.188). Todo esto, combinado con otros registros históricos, brinda abundantes datos sobre la vida de esta santa, tanto de su biografía exterior como de su historia interior de oración y relación con Dios.

Es posible organizar cronológicamente los principales eventos de la vida de Santa Teresa (ALVAREZ, 2000b, p.1302-1326) en tres períodos.:

1º Vida en familia: 1515-1535

2º Carmelita en el monasterio de la Encarnación: 1535-1562

3º Escritora y fundadora del nuevo Carmelo: 1562-1582.

1.1 Vida en familia: 1515-1535

Teresa de Ahumada nació en Ávila (España) el 28 de marzo de 1515, hija de D. Alonso Sánchez de Cepeda con su segunda esposa, D. Beatriz de Ahumada. Fue bautizada el 4 de abril. Vivió en familia numerosa. Eran dos hermanos del primer matrimonio de su padre y nueve (?) de su segundo matrimonio. Ella describe a sus padres como “virtuosos y temerosos de Dios” (SANTA TERESA, V 1,1, 1995, p.27).

En el Libro de la Vida, Teresa nos dice que fue despertada por la lectura “a la edad de seis o siete años” (V 1,1, p. 27) y leía las vidas de los santos con su hermano, Rodrigo, unos años mayor. . Con él, decide huir de su hogar a la “tierra de los moros” para morir mártires y experimentar la gloria eterna del cielo. Les gustaba repetir juntos: “¡para siempre, siempre, siempre!” (V 1,4, p.28). Más tarde, cuando recuerde estos eventos, Teresa identificará la presencia de Dios que la guía: “el camino de la verdad quedó impreso en mí a una edad tan temprana” (V 1: 4, p. 28).

Cuando era adolescente, leía libros de caballería con su madre y se dejaba absorber por esta lectura (SANTA TERESA, V 2,1, 1995, p.30). La muerte de D. Beatriz fue un duro golpe. Teresa tenía trece años (aunque en un lapso de memoria escribe que tenía doce) y, al darse cuenta de “lo que había perdido” (SANTA TERESA, V 1.7, 1995, p.29) elige por sí misma “otra madre” (SCIADINI, 2015, p.29). Se dirige a una imagen de Nuestra Señora, Nuestra Señora de la Caridad, y le ruega que sea su madre. A la edad de 16 años, después de algunos acontecimientos familiares, en los que entra en juego un pariente de carácter dudoso, pero con el cual a Teresa le gusta conversar y divertirse, y un amor incipiente que podría “resultar en matrimonio” (SANTA TERESA, V 2, 9, 1995, p.33), su padre decide internarla en el colegio de monjas agustinas. Allí, poco a poco, madura la vocación religiosa de Teresa (SANTA TERESA, V 3.2, 1995, p.34).

A los 18 años, Teresa decide ingresar como carmelita en el monasterio de la Encarnación, pero al decírselo a su padre recibe una fuerte oposición. Sin embargo, decide esperar un poco, sin cambiar de idea. En el mismo año en que su hermano Rodrigo, gran amigo desde la infancia, se va a América, Teresa sigue adelante con su propósito: ella también abandona la casa “bien de mañana” (SANTA TERESA, V 4,1, 1995, p. .37), sin el conocimiento del padre, y entra en la Encarnación. Tenía 20 años.

1.2 Carmelita en el monasterio de la Encarnación: 1535-1562

Fue en la Encarnación, monasterio de la Orden Carmelita que tenía casi 200 personas, donde Santa Teresa pasó 27 años, la mayor parte de su vida, de los 20 a 47 años. Allí recibió su formación como religiosa, sufrió años de enfermedad y vivió un proceso espiritual de lucha y madurez, no sin incoherencias y mediocridad. Allí comenzó la intensa vida mística con gracias extraordinarias y diseñó los cimientos de un nuevo Carmelo. Más tarde ella regresará a la Encarnación como priora.

Algunos eventos son destacados por ella misma. Contrajo una grave enfermedad  (con cerca de 23 años), que tardará casi cinco años en sanar. En el peor momento, después de un doloroso tratamiento con una curandera cerca de Ávila, llegan incluso a abrirla una tumba en el convento de la Encarnación. Teresa nos cuenta cómo, sin embargo, las hermanas “recibieron viva a quienes esperaban muerta; el cuerpo, sin embargo, estaba peor que muerto ”(SANTA TERESA, V 6.2, 1995, p.47). De allí viene una gran debilidad, de la cual mejora gradualmente, pero se queda “paralítica durante casi tres años” (SANTA TERESA, V 6.2, 1995, p.47). En este momento, ella desarrolla una gran devoción a San José y se siente sanada gracias a él (SANTA TERESA, V 7,8, 1995, p.50).

La muerte de su padre le llega poco después, a fines de 1543. D. Alonso muere asistido por Teresa (SANTA TERESA, V 7.16, 1995, p.58).

Esto es seguido por un proceso tumultuoso en oración y búsqueda de realización, en el que Teresa se encuentra navegando por “un mar tormentoso, cayendo y levantándose” (SANTA TERESA V 8.2, 1995, p.62). La oración coexiste con inconsistencias personales y el ambiente en la Encarnación no proporciona ayuda consistente y solidaria para vivir las dificultades espirituales y existenciales.

En la Cuaresma de 1554, a la edad de 39 años, Teresa experimenta una conversión ante un “Cristo con grandes llagas” (SANTA TERESA, V 9.1, 1995, p.66), un hecho que la fortalece desde dentro. Comienza un nuevo período de la vida, con coherencia ética y gracias místicas. Ella experimenta un gran sentimiento de la presencia de Dios en sí misma y de la presencia de ella, Teresa, en Dios: “No podía dudar de que el Señor estaba dentro de mí o de que estaba inmersa en él” (SANTA TERESA, V 10,1, 1995 , p.70). Locuciones internas, éxtasis, visiones se suceden. La “gracia del dardo”, conocida como la transverberación del corazón, le da una experiencia especial del amor de Dios (SANTA TERESA, V 29,13, 1995, p.194). En el proceso de discernimiento de las experiencias, Teresa siempre dialoga con teólogos y personas experimentadas en la oración de varias órdenes religiosas.

Las gracias místicas ocurren simultáneamente con el nacimiento del proyecto de fundar un nuevo monasterio, cuya génesis está en un pequeño grupo de amigos y familiares (SANTA TERESA, V 32,10, 1995, p.217). Teresa encarna firme y decisivamente este proyecto.

DE esta época es también la redacción de los primeros escritos teresianos: las primeras Relaciones y la primera redacción del Libro de la Vida, hoy perdido.

1.3 Escritora y fundador del nuevo Carmelo: 1562-1582

Este período abarca los últimos 20 años de la vida de Teresa, desde los 47 años hasta su muerte, a los 67 años, en su último viaje. Es el tiempo de la madurez humana y espiritual de Santa Teresa, cuando ella es intensamente activa como escritora y emprende la fundación de los Carmelitas Descalzos. Todo lo que tenemos hoy de Santa de Ávila – fundaciones y obras – se logró durante este período. Al fundar el nuevo Carmelo, adopta el nombre de Teresa de Jesús.

Teresa de Jesús funda diecisiete monasterios, quince de ellos personalmente: San José de Ávila (1562), donde Teresa permanece cinco años, “los años más tranquilos de mi vida” (SANTA TERESA, F 1,1, 1995, p. 597); Medina del Campo (1567); Malagón (1568); Valladolid (1568); Toledo (1569); Pastrana (1569); Salamanca (1570); Alba de Tormes (1571); Segovia (1574); Beas (1575); Sevilla (1575); Villanueva de la Jara (1580); Palencia (1580); Soria (1581); Burgos (1582). Le da a Ana de Santo Alberto la fundación en Caravaca (1576) y, a Ana de Jesús, en Granada (1582). Sueña fundar en Madrid, un proyecto no realizado en vida.

La decisión de fundar también incluye monasterios masculinos: “Seguí pensando en los monasterios de los frailes (…). Entonces decidí tratar el caso en privado con el prior de Medina ”(SANTA TERESA, F 3,16, 1995, p.609). Para este fin, asocia a San Juan de la Cruz con su obra.

Cada fundación está envuelta en una intrincada red de decisiones, providencias y circunstancias. Implica autorizaciones eclesiásticas, problemas jurisdiccionales, contactos con la población civil, compras y reformas de casas, adquisición de objetos de culto y mobiliario. Hay dificultades de transporte en los viajes, las condiciones climáticas adversas, relaciones humanas facilitadoras, conflictos comunitarios, para ejemplificar algunos de los desafíos que enfrentó la fundadora. Gran parte de este gran esfuerzo se registra en el Libro de la Vida (fundación del Carmelo de San José) y particularmente en Fundaciones. Siempre escrito con vida, gracia y riqueza de detalles. En su actividad fundacional, Teresa “recorre los caminos de Castilla, La Mancha y Andalucía. Asocia a Fray Juan de la Cruz a su obra. Amplía su red de relaciones humanas en los diversos estratos de la vida social. (…) Enfrenta valientemente situaciones conflictivas ”(ALVAREZ, 2000b, p.1310). La vida de Teresa de Jesús se desarrolla en la misión.

Simultáneamente con la actividad fundadora, Teresa de Jesús escribe sus libros y cartas (ver más abajo).

Al regreso de su última fundación, Burgos, en dirección a Ávila, se ve obligado a pasar por Alba de Tormes. En su última eucaristía exclama: “Ha llegado el momento, mi esposo, de que podamos vernos” (ALVAREZ, 2000b, p.1325). Allí muere, en Carmelo de Alba, el 4 de octubre de 1582, a la edad de 67 años. Según la reforma del calendario gregoriano, el día siguiente es el 15 de octubre, el día en que la Iglesia celebra a la gran Santa.

El 24 de abril de 1614, Teresa de Jesús es beatificada por el papa Pablo V; el 12 de marzo de 1622, canonizada en la basílica de San Pedro en Roma por el papa Gregorio XV.

El 27 de septiembre de 1970, el Papa Pablo VI proclamó a Santa Teresa de Jesús Doctora de la Iglesia. (PAULUS PP VI, 1970).

2 Obras de Santa Teresa de Jesús

Teresa es una verdadera escritora. Tenía un bagaje teológico y literario adquiridos a través de lecturas, liturgias y diálogos frecuentes con teólogos. Ella misma escribe que cuando era adolescente, “si no tuviese un libro nuevo, no encontraba agrado en nada más” (SANTA TERESA, V 2.1, 1995, p.30). A esto se agrega su observación sensible de l cotidiano, de la vida, de las personas y la naturaleza. Es una escritora con un fuerte estilo personal y una pluralidad de géneros, de acuerdo con el contexto concreto de las redacciones. Gran parte de su éxito editorial se debe a la persuasión de su lenguaje, rico en belleza y elegancia, creativo en símbolos, estimulante sin ser moralista y de buen humor.

Pero es la experiencia de Dios lo que determina la urgencia profética de su escritura, sus inspiraciones más profundas, el discernimiento de los contenidos y el lenguaje místico, siempre a la altura de la realidad sobrenatural experimentada, en sí misma inefable (PEDROSA-PÁDUA, 2011b, p.33 -34). Lo que Santa Teresa intenta comunicar es la acción de la gracia en la interioridad humana, en las relaciones y en el cosmos. Ella es profeta de los “secretos de Dios” (SANTA TERESA, 5M 1,4, 1995, p.489).

A continuación, son presentadas sus principales obras.

2.1 Libro de la vida

El Libro de la Vida es el primer libro importante de Santa Teresa, probablemente escrito en 1565, cuando la autora tiene 50 años y está en el Monasterio de San José. Hay informaciones sobre una redacción anterior que no llegó hasta nosotros. Está escrito en primera persona, rico en datos autobiográficos y, por eso es también conocido como su autobiografía. En él, relata el proceso de su vida mística y el comienzo de su actividad fundadora.

Es una autobiografía poco convencional, en la que el propósito de Teresa de Jesús no es exactamente narrar su vida. No se mencionan los nombres de sus padres y hermanos. Las excepciones, referidas explícitamente, son San Francisco de Borja – jesuita, citado como “Padre Francisco, que era duque de Gandía” (SANTA TERESA, V 24.3, 1995, p.157) y San Pedro de Alcántara – Franciscano, conocido como “Hombre santo de gran espíritu, fray Pedro de Alcántara” (SANTA TERESA, V 27,3, 1995, p.173), con quien Teresa se reunió personalmente; en el Prólogo, cita a San Juan de Ávila como el “Padre Mestre Ávila” (SANTA TERESA, 1995, p. 291).

El propósito principal de Santa Teresa al escribir el libro es contar la historia de su encuentro con Dios a través de la oración y el dinamismo que causa este encuentro. Es la historia de tu vida como una historia personal de salvación y envío misionero. Este es el núcleo de la existencia y de la obra teresiana. El encuentro con Dios tiene lugar como una aventura que comienza en la infancia, atraviesa la adolescencia y la edad adulta, con búsquedas, desajustes, años de lucha por la coherencia entre la oración y la vida, momentos dramáticos de discernimiento, entrada en la vida mística intensa y . profunda, con experiencias sobrenaturales purificadoras: locuciones, éxtasis, visiones, la transverberación del corazón y el encuentro con la humanidad de Cristo, “libro vivo” (SANTA TERESA, V 26.5, 1995, p.171). Se trata de un encuentro dinamizador de su propio ser mujer y de su envío en la misión de escritora y fundadora.

En medio de la narrativa de su vida, la autora discute algunos temas doctrinales, los más importantes son: los grados de oración, en los que Teresa usa el símbolo del alma como jardín y la oración como una forma de regarla (capítulos 11 a 21). ); la centralidad de la sagrada humanidad  de Cristo en todos los grados de la vida mística (capítulo 22).

2.2. Camino de Perfección

Camino de Perfección fue escrito dos veces. Ambas redacciones se conservan y su lectura es accesible para el lector contemporáneo. La primera, el códice de El Escorial, se encuentra en la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial. Es un libro más espontáneo, con lenguaje familiar. El primer lector censuró el autógrafo teresiano con cerca de 50 tachados u observaciones. Teresa prefirió reescribir el libro, en lugar de simplemente corregir la primera versión (MAROTO, 1978, p.269-310). Así tenemos el códice de Valladolid, conservado en las Carmelitas Descalzas de la ciudad de Valladolid. Esta es una redacción más cuidada, pensada para un público más amplio. La redacción de ambas versiones probablemente se hizo en el año 1566, estando Teresa de Jesús en el monasterio de San José.

El libro está escrito desde una perspectiva pedagógica y dirigido a aquellos que están decididos a llevar una vida de oración. En este libro se hacen eco de las vicisitudes de la Reforma y el significado militante y eclesial del nuevo Carmelo: “Decidí hacer lo poco que puedo (…) ayudaríamos en lo que pudiésemos a este Señor mío (SANTA TERESA, C 1,2, 1995, p.302)1995, p.302). Con respecto a las mujeres, Camino denuncia la situación subordinada en la que se encuentran y hace una fuerte defensa teológica de su dignidad (SANTA TERESA, CE 4,1, 1994, p.531).

Algunos temas doctrinales merecen destacarse: los presupuestos existenciales y éticos para ser una persona de oración: una vida regida por el amor, el desapego y la humildad (capítulos 4 a 15); la defensa de la oración de recogimiento y varios consejos para colocarse en el camino de esta oración (capítulos 19 a 26); El comentario a la oración del Padre Nuestro (capítulos 27 a 42).

2.3 Castillo Interior o Moradas

Castillo Interior  es el libro de la madurez humana y espiritual de Teresa de Jesús y completa la trilogía doctrinal de la Santa: Libro de la vida, Camino de Perfección, Castillo interior o Moradas. También es un libro de síntesis de sus grandes convicciones. Fue escrito en 1577, cuando la autora tenía 62 años.

El título ya contiene la naturaleza, autora y las destinatarias del libro. Todo de su propia mano: “Este tratado, llamado Castillo Interior, fue escrito por Teresa de Jesús, monja de Nuestra Señora del Carmelo, para sus hermanas e hijas, las monjas Carmelitas Descalzas” (SANTA TERESA, 1995, p.438). A pesar de esta dedicación familiar, el libro es, como lo llama, un “tratado” sobre teología espiritual y mística, y desde el principio estuvo rodeado por el interés de teólogos y personas de otros campos del conocimiento, como la literatura. Castellano Cervera lo considera un modelo inductivo de antropología teológica (1981, p.117-131).

En el símbolo del castillo interior se articulan quién es la persona humana ante Dios, quién es el Dios que la habita, y el desarrollo de la dinámica del encuentro entre “Dios y el alma” (SANTA TERESA, 1M 1,3, 1995, p. 442). Esta dinámica se narra en términos de grados de intensidad o moradas, siendo la primera la más externa y la séptima la más interna. En esta última, encontramos la experiencia, aún no sucedida cuando se escribieron las grandes obras anteriores, del matrimonio espiritual, como una unión fuerte y permanente con Dios, a través de Jesucristo (SANTA TERESA, 7M 2,1, 1995, p.570). La séptima dirección es la culminación de la dinámica ya presente en las moradas anteriores. En ella hay una mayor experiencia y conocimiento de Dios y de la sagrada humanidad de Cristo, un profundo autoconocimiento, conversión ética y desarrollo de las capacidades de amor y servicio.

Un símbolo menos amplio, pero de gran importancia en el libro, es la metamorfosis del gusano de seda en una “mariposa blanca” (SANTA TERESA, 5M 2,7, 1995, p.495), que indica una nueva vida en Cristo.

2.4 Fundaciones, Cartas y escritos menores

El libro de Fundaciones comienza en 1570, cuando Teresa de Jesús emprende su segunda fundación, y termina en el año de su muerte, 1582. Allí están registradas las motivaciones y las principales circunstancias que rodean el trabajo fundacional de Teresa. Pero no solo eso, sino también la narración de historias de las personas involucradas, nombres con profusión, gestión de asuntos financieros, acontecimientos eclesiásticos, vicisitudes traídas por el sol, lluvias y la nieve en esos caminos difíciles. La obra adquiere características de novela y crónica. En la narrativa hay doctrina, hay humor, hay interés en las personas y las cosas de Dios. Es posible seguir el proceso de discernimiento, espiritual y práctico, necesario para llevar a cabo cada fundación teresiana.

Las Cartas acompañan todo el proceso de las fundaciones y la redacción de los otros libros. Las ediciones modernas traen alrededor de 450 cartas escritas por la Santa desde 1561 hasta menos de un mes antes de su muerte en 1582. Sabemos que pueden haber alcanzado las 15.000 cartas o más. El contenido de estas cartas comenzó a valorarse solo en el siglo XX, cuando las pequeñas cosas, como lo cotidiano, el afecto, las relaciones, la salud y los negocios, se consideraban una fuente importante de conocimiento histórico y antropológico. Para la espiritualidad, esta apreciación significó un formidable giro teológico hacia la acción de Dios en lo prosaico de la vida. La santidad se rescata como la experiencia del amor concreto y la vocación de todos, vivida dentro de las relaciones humanas. El epistolario teresiano ofrece un excelente material para el conocimiento de la persona de Teresa, de su santidad en lo cotidiano, y es un testimonio del contexto histórico en el que vivió.

Además de estos libros, Teresa se dedica a textos sobre su experiencia de Dios, como Exclamaciones del alma a Dios, Conceptos del amor de Dios (Meditación sobre el Cantar de los Cantares) y  Relaciones espirituales . En Desafío Espiritual destaca el buen humor y la capacidad de Teresa para articular a las personas. Los poemas están escritos por una variedad de razones, desde la experiencia profunda de Dios hasta la recreación en fiestas litúrgicas y circunstancias de la vida del convento. También hay textos legislativos, como las Constituciones y Modo de visitar los conventos.

Finalmente, los escritos de Santa Teresa de Jesús son el testimonio de alguien que vivió intensamente la intimidad con Dios y que, como los profetas, necesita hablar para que otras personas también puedan vivirla.

3 Ejes principales de la mística teresiana

Aquí se tratan los siguientes ejes: la oración como amistad; el recogimiento; la centralidad de la “sagrada humanidad” de Cristo; la presencia de Dios en la persona humana; mística y amor concreto.

3.1 La oración como amistad

Santa Teresa hace una contribución original al magisterio sobre la oración al declararla como relación y amistad. El texto del Libro de la Vida condensa esta noción de oración: “(…) es tratar de amistad, estando muchas veces a solas, con quien  sabemos que nos ama” (SANTA TERESA, V 8,5, 1995, p 63 ) La oración-amistad es una práctica de oración que debe ser cultivada “a solas” y con frecuencia; también es una forma de vida en permanente relación dialógica con Dios, fuente de vida y amor. Cristo se hace compañero de camino: “caminemos juntos, Señor; por dondequiera que vayas, tendré que ir; por donde quiera que pases, tendré que pasar”(SANTA TERESA, C 26.6, 1995, p.376). Por lo tanto, la oración como amistad es un encuentro personal, transformador y dinámico. (HERRAIZ GARCIA, 2002, p.55).

3.2 El recogimiento

La oración-amistad se lleva a cabo a través del recogimiento, o entrada dentro de si mismo para el encuentro con Cristo maestro y amigo. “Se llama recogimiento, porque el alma recoge todas las facultades y entra en sí misma con su Dios; su divino Maestro viene a enseñarla … “(SANTA TERESA, C 28,4, 1995, p.381). La contemplación perfecta del Maestro es un don (SANTA TERESA, C 25,2, 1995, p.373) que señala el deseo de Dios de estar y comunicarse con la persona. Este don debe ser acogido y cultivado en la práctica habitual del recogimiento, donde ocurre una educación progresiva de la mirada, de la escucha y del hablar internamente con Cristo (SANTA TERESA, C 26,3 y siguientes, 1995, p.375).

Al mismo tiempo, es necesario cultivar las actitudes primordiales: humildad, desapego y amor concreto. Son la base del camino del recogimiento y sin ellas la oración no encuentra un terreno sólido. (SANTA TERESA, C 4,4, 1995, p.312).

3.3 La centralidad de la “sagrada humanidad” de Cristo

La experiencia de Cristo es central en la mística teresiana. Es ante la imagen de Cristo, con grandes llagas, donde tiene lugar la conversión definitiva de Santa Teresa a la vida de oración y la coherencia de la vida (SANTA TERESA, V 9.1, 1995, p.66). Cristo se manifiesta a ella como un “libro vivo” (SANTA TERESA, V 26.5, 1995, p.171) y la relación con Dios implica una experiencia cada vez más profunda con el Cristo de los Evangelios. Culmina en una unión inseparable, “matrimonio espiritual”, que significa entrega a Cristo en amor concreto y servicial (SANTA TERESA, 7M 2,1, 1995, p.570). En la doctrina teresiana, la humanidad de Cristo, el Hijo encarnado, debe ser considerada en toda la vida espiritual, incluso en el punto álgido de la contemplación. Es a través de la vida, muerte y resurrección de Cristo como se revela el amor de Dios, Cristo es el camino hacia Dios. Además, hay una razón antropológica para la centralidad de la sagrada humanidad en la vida espiritual: “no somos ángeles, porque tenemos un cuerpo” (SANTA TERESA, V 22,10, 1995, p.145). Solo en la sagrada humanidad el místico encuentra apoyo concreto para el pensamiento, la oración y la dinámica misma de la vida y el amor. La encarnación permite la valorización del cuerpo y las realidades corporales y una mística de integración entre el cuerpo y el alma, más allá del lenguaje a menudo dualista de la época de Santa Teresa (PEDROSA-PÁDUA, 2015, p.239 y 317).

El desarrollo doctrinal sobre la centralidad de la sagrada humanidad de Cristo, el Hijo encarnado de Dios, se encuentra en dos capítulos centrales de la obra teresiana: el capítulo 22 del Libro de la Vida y el capítulo séptimo de las sextas moradas.

3.4 La presencia de Dios en la persona humana

La presencia de Dios en la persona humana es el núcleo experiencial y doctrinal que da sentido y unifica la mística teresiana. A partir de ella, Santa Teresa conoce a un Dios cercano, presente, amigo, transformador y que se revela cada vez más como un Dios comunión y comunicación-trinitario. Al comienzo de este proceso, escribe  ella en el Libro de la Vida, sucedía que, al estar en oración, colocándose mentalmente al lado de Cristo, a veces leyendo,  le llegaba un “sentimiento de la presencia de Dios” (SANTA TERESA, V10.1 , 1995, p.70). La experiencia de la presencia de Dios fue tan importante que se repetirá Camino de Perfección, Moradas y otros escritos. En Moradas, la persona humana se presenta como un castillo de diamantes o de un cristal muy transparente y Dios, como el sol, está presente en el centro irradiando su luz (SANTA TERESA, 1M 1,1, 1995, p.441). Para Santa Teresa, el Dios vivo y comunicante se percibe y se siente en el alma, y ésta es como “una esponja que se empapa de agua” (SANTA TERESA, R 45, 1995, p.830).

Poco a poco, esta presencia de Dios en el interior humano se revela como una presencia trinitaria (SANTA TERESA, R 54, 1995, p.833). En la experiencia mística teresiana, Dios habita lo humano, es amor que se comunica personalmente a través de las personas divinas. Teresa de Jesús es “trinificada” (CUARTAS, 2008, p.163). La profundización en el conocimiento de sí misma es, al mismo tiempo, apertura a la alteridad de Dios, del mundo, del prójimo (SANCHO, 2012, p.75). Dios, comunidad de personas que se aman, se comunican y se conocen entre sí, se vuelve hacia la persona humana para hacerla participar en esta comunidad a través del conocimiento, la comunicación-experiencia, el amor y el servicio (PEDROSA-PÁDUA, 2015, p.175).

3.5 Mística y amor concreto  

La interrelación entre la mística y el amor concreto, vivida en la práctica, está clara en la doctrina de Santa Teresa. El amor concreto es el criterio de la verdadera mística: “Es en los efectos posteriores donde se conocen estas verdades en la oración, ya que son el mejor crisol para probarlas” (SANTA TERESA, 4M 2,8, 1995, p.479). Por otro lado, la mística tiene como objetivo la práctica del amor concreto. La verdadera unión con Dios es el amor a Dios y al prójimo, dice Teresa en las quinta Moradas, en sus grandiosas páginas sobre la pedagogía del amor cristiano (SANTA TERESA, 5M 3,7, 1995, p.501 y ss.). Tanto el itinerario de la experiencia ordinaria del seguimiento de Cristo como el itinerario de la experiencia mística de la unión con Cristo, en el matrimonio espiritual, conducen al imperativo del servicio y las obras, como queda claro en las séptimas Moradas: “Porque esto es oración, hijas mías ; para esto sirve este  matrimonio espiritual : para hacer nacer obras, siempre obras ”(SANTA TERESA, 7M 4,6, 1995, p.583). Más adelante: “Deseo, mis hermanas, que busquemos alcanzar exactamente este objetivo. Apreciemos la oración y ocupémonos de ella, no para deleitarnos, sino para tener estas fuerzas para servir “. Y agrega: “Marta y María siempre deben ir juntas” (SANTA TERESA, 7M 4,12, 1995, p.584-585).

4 Santa Teresa y los pobres           

La contemplación y el seguimiento de Cristo logran en Teresa una conversión progresiva a los pobres y a la vivencia de la pobreza evangélica. Es un camino espiritual, arraigado en su experiencia cristiana.

La vida de Cristo se radicaliza en su vida. Encontramos en sus escritos un testimonio que se asemeja al de San Francisco: “Siento una gran pena en mí y deseo remediar su situación [de los pobres], en la medida en que, si siguiera mi voluntad, les daría mi propia ropa. No les tengo ningún asco; trato con ellos y los toco”(SANTA TERESA, R 2,4, 1995, p.783). La solidaridad surge de dentro, de un corazón que pasa a sentir diferente y una mente que pasa a pensar diferente. Vive una verdadera conversión, metanoia, cuya fuente es Dios: “Veo que es un regalo de Dios” (SANTA TERESA, R 2,4, 1995, p.783).

No solo eso. La pobreza se convierte para ella en un compromiso con las nuevas relaciones, basadas en la igualdad y la solidaridad. Actualizando esta exigencia a su contexto histórico y eclesial, establece en sus comunidades una forma de vida no marcada por la diferencia que proviene de los orígenes familiares y de la riqueza: “Quien tenga el linaje más noble debe tener el nombre del padre con menos frecuencia en la boca” . Teresa aboga por la igualdad: “todos deben ser iguales” (SANTA TERESA, C 27.6, 1995, p.380). La vida comunitaria se caracterizó por una pobreza estricta: “la pobreza que instituye Santa Clara en sus monasterios también está presente en este (…)” (SANTA TERESA, V 33, 13, 1995, p.228).

Así tenemos un camino iluminador para la mística latinoamericana: apertura al don del Cristo crucificado, compromiso de vivir en la pobreza, transformación concreta de las relaciones basadas en la discriminación y el dominio mutuo. No se trata de asistencialismo, ni de compromiso externo, sino de un camino espiritual y concreto.

Conclusión

La vida y obra de Santa Teresa de Jesús la convierten en una mística que atraviesa los muros del cristianismo e incluso de las religiones. Su “sabiduría de las cosas divinas y la sabiduría de las cosas humanas” (Pablo VI, 1970) es universalmente valorada por otras religiones, agnósticos e incluso ateos.

Los ejes de la mística teresiana discutidos anteriormente: la oración como amistad, práctica del recogimiento, centralidad de la sagrada humanidad de Cristo, presencia de Dios en el interior humano e interrelación entre mística y amor, manifiestan que el misterio de Dios es inseparable del misterio humano. La mística dinamiza el interior humano y sus relaciones en la Iglesia, en la sociedad y en el cosmos mismo. Conduce a una nueva vida en Cristo, con nuevas relaciones, amor concreto y servicio. En particular, la experiencia teresiana en la interacción con su contexto y con los pobres inspira la teología y el camino espiritual latinoamericanos.

Lúcia Pedrosa-Pádua, PUC Rio – texto original en portugués. Postado en febrero del 2020.

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