Espiritualidad ecum茅nica

脥ndice

1 Introducci贸n

2 La espiritualidad humana es don de Dios

3 Vivir es interpretar

4 La dif铆cil relaci贸n entre espiritualidad y teolog铆a

5 Gratuidad y compromiso

6 Espiritualidad interreligiosa y Derechos Humanos

7 El di谩logo ecum茅nico como afirmaci贸n de la vida

8 Consideraciones finales

9 Referencias bibliogr谩ficas

1 Introducci贸n

Dentro de la tradici贸n teol贸gica protestante – sobre todo la que se consolid贸 con los movimientos ecum茅nicos del siglo XX, como las experiencias en torno al Consejo Mundial de Iglesias, por ejemplo – se comprende la perspectiva ecum茅nica en su triple dimensi贸n: la unidad cristiana, a partir del reconocimiento del esc谩ndalo hist贸rico de las divisiones y de una preocupaci贸n en construir perspectivas misioneras ecum茅nicas; la promoci贸n de la vida, sustentada en los ideales ut贸picos de una sociedad justa y solidaria y en la comprensi贸n que ellos pueden regir la organizaci贸n de la sociedad integrando todos los de “buena voluntad”; y el di谩logo interreligioso, en la b煤squeda incesante de la superaci贸n de los conflictos entre las religiones, para conseguir la paz y la comuni贸n justa de los pueblos. Por lo tanto, el di谩logo interreligioso no es una expresi贸n al lado del ecumenismo, sino que lo constituye en esencia y propuesta (SANTA ANA, 1987). Las experiencias ecum茅nicas en general est谩n marcadas por comprensiones de fe que sean activas en el mundo, engendradas especialmente por iniciativas de b煤squeda por la paz con justicia, por la defensa de los derechos humanos y de la tierra y por el apoyo a las m谩s diversas acciones de solidaridad, afirmaci贸n de la dignidad humana y de la ciudadan铆a. En este conjunto de experiencias, est谩n presentes formas de espiritualidad singulares que poseen densidad y significados especiales y que desaf铆an la realidad en los d铆as de hoy.

2 La espiritualidad humana es don de Dios

Dentro de una serie de aspectos que marcan la vivencia humana, est谩 la incesante b煤squeda de superaci贸n de l铆mites, del ir m谩s all谩 de las contingencias y de las ambig眉edades hist贸ricas, de la b煤squeda de absolutos que puedan redimensionar la relatividad y la precariedad de la vida. Las experiencias religiosas, hist贸ricamente, pretendieron y pretenden posibilitar respuestas para esa b煤squeda. En la diversidad de tales experiencias, confluyen elementos de lo m谩s diversos, desde los preponderantemente numinosos, “santos”, espont谩neos e indicadores de una trascendencia, hasta aquellos marcadamente ideol贸gicos, f谩cilmente identificados como reproducci贸n de filosof铆as o culturas y artificialmente creados.

La mirada cr铆tica de las teolog铆as modernas y contempor谩neas produjo una sana distinci贸n entre fe y religi贸n. Es cierto que esta relaci贸n es compleja y tiene numerosas implicaciones, pero, en lo que se refiere a la reflexi贸n propuesta, hay que afirmar que la primera, la fe, requiere una espiritualidad que, aunque sea aut茅nticamente humana, viene de una realidad que trasciende los engranajes hist贸ricos. Ella es recibida, acogida. La espiritualidad humana, hermanada con la fe, es don de Dios.

En las reflexiones teol贸gicas m谩s recientes, ha sido cada vez m谩s com煤n la indicaci贸n de que la fe es antropol贸gica, y que puede convertirse en religi贸n. La experiencia religiosa no se desvaloriza con la distinci贸n de la fe; por el contrario, la religi贸n es un medio por el cual la fe antropol贸gica se efect煤a. Ella est谩 al lado de otras expresiones humanas, todas ideol贸gicas -en el sentido positivo de la palabra-, que pueden contribuir much铆simo en el cumplimiento de la voluntad de Dios para la vida humana y para toda la creaci贸n, as铆 como pueden, en ciertos casos, inhibir la realizaci贸n del amor de Dios en la vida humana y en el mundo.

En ese sentido, la mirada teol贸gica se detiene en las realidades humanas e hist贸ricas para discernir las formas religiosas y culturales y comprender lo que ellas muestran o lo que ocultan. Al mismo tiempo, la teolog铆a se mueve hacia lo “alto” y hacia lo “profundo” de la vida para percibir el don gratuito de Dios donante de sentido y de significado 煤ltimo para la humanidad y para el cosmos (BOFF & KEMPIS, 2016) . La teolog铆a, debido a su estatuto epistemol贸gico, no puede perder su car谩cter espiritual, aunque ande por las m谩s 谩ridas sendas de la racionalidad cient铆fica, y con ello puede reflejar una espiritualidad ecum茅nica.

3 Vivir es interpretar

Como no podemos abstraerse de la vida para hacer el juicio que en general deseamos hacer sobre ella-preciso, verdadero, calculado, irrefutable-, la espiritualidad, como clima de la fe, gana contornos que, si estamos atentos para percibirlos, constituyen la propia naturaleza : el de aventura (ad ventura). La espiritualidad es una forma de vivir. Es un hecho que posee fuentes bien delimitadas de cada tradici贸n religiosa. Sin embargo, los relatos, los escritos, los dogmas, los testimonios religiosos fueron o son interpretados de manera diferente, a veces incluso antag贸nicamente. Por lo tanto, no basta con decir que la Biblia, en el caso cristiano, u otra determinada tradici贸n es la fuente de la espiritualidad. Dios habla al ser humano en formas diversas y complejas, mucho m谩s all谩 de las posibilidades de interpretaci贸n de los textos tenidos como sagrados.

Defendemos que hay un c铆rculo hermen茅utico, una interpretaci贸n, que orienta la reflexi贸n teol贸gica y la vivencia de la fe cuyo punto de impacto (por no decir inicio respecto a la noci贸n de c铆rculo) es el sentir. No se trata de subjetivismo ni de arbitrariedad individualista. Se trata del encuentro de lo humano con la Presencia Espiritual, en el lenguaje teol贸gico de Paul Tillich (1984), que lo moviliza y lo dirige hacia la realidad trascendente de la vida, imperativo 煤ltimo para un proceso efectivo de humanizaci贸n, de realizaci贸n de la justicia y de manifestaci贸n del amor. Tal apertura existencial condiciona las comprensiones de la vida, de los libros sagrados, de la tradici贸n y del actuar humano.

En ese sentido, podemos hablar de que vivir es interpretar y que las hermen茅uticas pueden ser dirigidas hacia pr谩cticas liberadoras o para las que generan formas autoritarias, represivas, alienantes, prejuiciosas o violentas. Una religiosidad, incluso con referencia a la Biblia o a una doctrina espec铆fica, puede tener, por ejemplo, contacto con personas y familias pobres y no percibir en ellas a los anunciadores privilegiados del Evangelio. De la misma manera, puede mirar a una persona desprovista de las condiciones b谩sicas de la vida, como el trabajo, y ver en ello un fruto de la falta de fe de la propia persona. O ver el sistema capitalista y admirarlo, pues 茅l puede dar condiciones de prosperidad para las personas que en 茅l se adecuan debidamente.

Por otro lado, en t茅rminos de la fe cristiana, una espiritualidad basada en la Biblia, una vez recibida bajo los influjos divinos de una decisi贸n existencial que valora el amor, la justicia y la alteridad, en general produce frutos diferentes. Comprendemos que, por la gracia de Dios, “una fuerza extra帽a en el aire” mueve y quita percepciones hasta el punto de ver lo que no est谩 mostrado: que “otro mundo es posible”, como nos indicaron los Foros Sociales Mundiales, que las personas tienen valor independientemente de sus condiciones sociales y econ贸micas, que el amor de Dios es preferentemente dirigido a los m谩s pobres, que la paz y la justicia andan juntas, que el amor y el respeto deben prevalecer en las relaciones humanas, que la salvaci贸n viene de Dios y es universal , no limit谩ndose a una iglesia o religi贸n espec铆fica, que Dios es mayor que todas las cosas. Este tipo de espiritualidad no se aprende en libros o conceptos teol贸gicos, filos贸ficos o pol铆ticos. 脡l viene con la fe.

4 La dif铆cil relaci贸n entre espiritualidad y teolog铆a

El matrimonio entre la espiritualidad y la teolog铆a fue hist贸ricamente marcado m谩s por disgustos y conflictos que por una aproximaci贸n armoniosa. La primera – la espiritualidad -, siempre m谩s libre y espont谩nea, teniendo la defensa de la vida como preocupaci贸n 煤ltima, desinteresada y donadora de sentido a la fe, no siempre ha sido como la segunda – la teolog铆a -, repleta de criterios racionales, a veces orientada m谩s por los intereses institucionales que por la manifestaci贸n viva del amor y de la voluntad de Dios, profesional, no siempre articulada con los desaf铆os que la vida trae. En el caso de la fe cristiana, hist贸ricamente, fueron despreciadas intuiciones bell铆simas de fe entre montanistas, anabaptistas, pentecostales, a veces tachadas de her茅ticas, otras veces descalificadas por sus subjetivismos y radicalismos.

Pero no fueron pocos los grupos que, tambi茅n a lo largo de la historia, estuvieron preocupados por ese distanciamiento y tensi贸n. La centralidad de la Biblia en la reflexi贸n teol贸gica es, por ejemplo, deudora de Mart铆n Lutero, que en el siglo XVI, en una conjunci贸n de esfuerzos y de desarrollo cultural propios del inicio de la era moderna, posibilit贸 mayor acceso de personas a la Biblia. La confluencia de varios elementos del itinerario espiritual de Lutero y de grupos reformadores de la 茅poca -como el anhelo de libertad, la b煤squeda de una expresi贸n de fe espont谩nea, el deseo de poder obtener la salvaci贸n gratuitamente- retom贸 principios b铆blicos fundamentales, en especial el don gratuito de Dios, revelado en gracia y en amor, como los escritos paulinos en el Nuevo Testamento anuncian.

Se pasan los siglos, numerosas experiencias de cultivo espiritual de la vida y de la fe son vivenciadas y permanecen las tensiones entre las formas m谩s vivas de espiritualidad y la racionalidad teol贸gica secular moderna. Los siglos XIX y XX llevan al auge tales tensiones y abren un horizonte significativo de mejor comprensi贸n racional y exeg茅tica de la Biblia, liber谩ndola de las prisiones del universo medieval fantasioso. Varios te贸logos de esa 茅poca dieron pasos amplios en la valoraci贸n del estudio cr铆tico de la Biblia, pero precisaron que otros, como Karl Barth, volvieran a los principios de la Reforma al destacar, por ejemplo, la centralidad de la Biblia en la vida de la Iglesia y en la vivencia de la fe.

De la misma forma, la diversidad religiosa ha ganado fuerza. En ese cuadro, la palabra m铆stica se volvi贸 cada vez m谩s recurrente en la sociedad brasile帽a. De hecho, la vivencia religiosa en Brasil sufri贸, en las 煤ltimas d茅cadas, fuertes cambios. Algunos aspectos de este nuevo perfil se deben a la multiplicaci贸n de los grupos orientales, a la afirmaci贸n religiosa afro-brasile帽a, al fortalecimiento institucional de los movimientos cat贸licos de renovaci贸n carism谩tica, a las expresiones espiritualistas y m谩gicas que se configuran en torno a la llamada Nueva Era, a la m铆stica literaria de autores como Paulo Coelho, y al crecimiento evang茅lico, en especial, el de las iglesias y movimientos pentecostales. Todas estas expresiones carecen de cr铆tica teol贸gica, construida ecum茅nicamente, que pueda revelar l铆mites y potencialidades de las diferentes experiencias. Se espera que la reflexi贸n teol贸gica y los esfuerzos pr谩cticos de las iglesias y religiones contribuyan decisivamente a que la espiritualidad ecum茅nica pueda ser difundida y vivenciada en todas las comunidades, grupos, proyectos e instituciones en el transcurso de ese siglo.

5 Gratuidad y compromiso

La espiritualidad ecum茅nica, incluso vivida en diferentes formas y expresiones, converge hacia los ideales marcados por el despojo. Ella requiere formas personales y colectivas que nos llevan a aprender con las personas pobres el significado m谩s profundo de la entrega, de la disposici贸n a compartir, de la solidaridad y del amor sin l铆mites, aunque vivan tales dimensiones de la fe con intensas contradicciones.

En el caso de la fe cristiana, diversas motivaciones y actitudes, dif铆ciles de enumerar, brotan de la lectura de la Biblia y emergen en una nueva espiritualidad. Sin embargo, es posible intuir que la espiritualidad b铆blica hoy debe, al menos, forjar una pr谩ctica de discipulado, de seguimiento de Jes煤s con apertura al otro, de misionariedad y de valorizaci贸n de la vida, en todos sus aspectos. Tales dimensiones-al lado de otros relevantes aspectos- est谩n presentes en diversos grupos esparcidos por el continente, cat贸licos, evang茅licos y ecum茅nicos. En ellos, la Biblia no es idolatrada, ni meramente contemplada, sino que se lee de forma integrada, cuando la dimensi贸n m铆stica de la fe se articula con la visi贸n prof茅tica. Al mismo tiempo, la centralidad de la Palabra en la reflexi贸n sobre la fe requiere una visi贸n global de la Biblia y no fragmentada en pedazos que son justificados ideol贸gicamente por “nuestra imagen y semejanza”. No se trata de una “receta”, pero tal vivencia es un indicativo de huir de la lectura fundamentalista, autoritaria, al “pie de la letra”, sin conexi贸n con la realidad de la vida. Se trata de una lectura que apunta a la dimensi贸n dialogal, amorosa y justa.

Tales indicaciones nos llevan a preguntar si es posible vivir una espiritualidad ecum茅nica en los d铆as de hoy. 驴C贸mo realizar tal hecho en medio de tantas tentaciones individualistas, sectarias y consumistas? La cultura sustentada en el lucro a cualquier precio, en la explotaci贸n y en la cosificaci贸n del ser humano, en el individualismo y la indiferencia, como se sabe, es opuesta a la fe cristiana y al esp铆ritu ecum茅nico (BINGEMER, 2013). Por otro lado, la fe es fruto del amor. Ella es expresi贸n de la gracia de Dios. Y en nuestra cultura – capitalista, en el caso – no hay nada “de gracia” …

La gratuidad es una grandeza aut贸noma, importante en s铆, que dispensa instrumentalizaciones, sean religiosas o pol铆ticas. En las palabras paulinas: “ya no soy m谩s que vivo, pues es Cristo que vive en m铆” (G谩latas 2,20). As铆, es posible, sobre todo, vivir la gratuidad gratuitamente, como un “clima” que envuelve toda la vivencia humana.

A煤n en la fe cristiana tenemos, en el Nuevo Testamento, el Serm贸n de la Monta帽a, que indica en las bienaventuranzas (Mateo 5,1-12) que la pureza de coraz贸n es, sobre todo, vaciamiento de los dogmatismos e imposiciones. La humildad, como expresi贸n de la espiritualidad b铆blica, es estar radicalmente involucrado en los procesos pol铆ticos liberadores, pero con un sentimiento de “siervo in煤til” y pecador. Trabajar por la paz, por ejemplo, es no hacer de la lucha el fin 煤ltimo, comprendi茅ndola apenas como medio provisional, sin construir una m铆stica de la lucha, sino de la justicia de la paz y de la reconciliaci贸n.

6 Espiritualidad interreligiosa y Derechos Humanos

La espiritualidad ecum茅nica, como sabemos, requiere capacidad de di谩logo y profunda sensibilidad para la afirmaci贸n de la vida y para la promoci贸n de la paz. En ese sentido, la misi贸n cristiana consiste en anunciar el Evangelio que se hizo carne en determinada cultura. Pero ni el Evangelio ni las culturas existen por s铆 mismos. Estos dos polos interact煤an y, con ello, el Evangelio confiere a la misi贸n un aspecto prof茅tico, comprendido como Reino de Dios que, a su vez, requiere una transformaci贸n creciente de la sociedad y de las culturas en ella insertadas.

La religi贸n y la espiritualidad se destinan a la vida. Es decir, ellas representan la ayuda para que personas y comunidades vivan de forma mejor la realidad actual. Al mismo tiempo que la religi贸n se convierte en causa de divisi贸n y conflicto entre pueblos de todas partes del mundo, tambi茅n abre sus caminos para el di谩logo y la promoci贸n de la paz. El di谩logo es una incumbencia de las religiones y debe ir m谩s all谩 del compartir opiniones y experiencias y llegar al desaf铆o mutuo y a la cooperaci贸n conjunta para la construcci贸n de una nueva humanidad.

El di谩logo interreligioso no se restringe a nivel de especialistas, sino que 聽ocurre tambi茅n en las capas populares. En ese campo, no se puede menospreciar el valor y el significado de las curaciones y los milagros y c贸mo ellos revelan fuentes genuinas de espiritualidad, casi siempre provenientes de distintas tradiciones religiosas. El pensamiento moderno no puede ser reh茅n de la l贸gica meramente racionalista y tampoco tiene que abdicar de ella.

Desde el punto de vista pr谩ctico, las religiones en general y las iglesias cristianas en particular son desafiadas a la protesta contra todas las formas de discriminaci贸n y al incentivo a la reconciliaci贸n y al sentido de comunidad en el mundo. Tambi茅n deben contribuir a consensos p煤blicos y debates regionales y nacionales que pueden formar la base de una comunidad mayor de libertad, igualdad, fraternidad y justicia. Es cierto que el v铆nculo entre religiones y derechos humanos en la actualidad es bastante ambiguo y complejo. Las conexiones entre religi贸n y cultura, por ejemplo, no pueden ser despreciadas en los an谩lisis. No basta simplemente condenar las formas fundamentalistas, pues ellas tienen ra铆ces m谩s vigorosas y la mayor铆a de las veces con significado social profundo. En el caso de movimientos fundamentalistas contempor谩neos en el islam, por ejemplo, muchos han sido vistos como reacci贸n defensiva a los impactos de la cultura occidental, percibida como destructora de valores sociales y religiosos. Algo similar se puede decir sobre el conversionismo exacerbado de grupos cristianos, que genera una identidad r铆gida, pero forma un sentimiento de pertenencia en un mundo de despersonificaci贸n y anomia. Tal vez, una comunicaci贸n m谩s dial贸gica entre las religiones pudiera contribuir a que todas identificasen sus propias limitaciones y se volvieran as铆 a la promoci贸n de los valores humanos y al bienestar de todos (AMALADOS, 1995).

7 El di谩logo ecum茅nico como afirmaci贸n de la vida

En la tradici贸n de la pr谩ctica de di谩logos entre las religiones, como se sabe, hay implicaciones expresas de compartir la vida, experiencia de comuni贸n y conocimiento mutuo, dentro de un horizonte de humanizaci贸n, de b煤squeda de la paz y la justicia y de valoraci贸n y afirmaci贸n de la vida, considerando las exigencias concretas que tales dimensiones poseen.

La pr谩ctica de di谩logo entre las religiones se da entre personas y grupos que est谩n enraizados y comprometidos con su fe espec铆fica, pero que al mismo tiempo est谩n abiertos al aprendizaje de la diferencia. Para la realizaci贸n de esa aproximaci贸n ecum茅nica, Faustino Teixeira (2008) indica cinco elementos orientadores: la conciencia de humildad, la apertura al valor de la alteridad, la fidelidad a la propia tradici贸n, la b煤squeda com煤n de la verdad y un esp铆ritu de compasi贸n.

Hay varias formas de di谩logo interreligioso, pero independientemente de ellas la pr谩ctica dialogal requiere un esp铆ritu de apertura, hospitalidad y cuidado. Entre las formas de di谩logo destacan: la cooperaci贸n religiosa en favor de la paz, los intercambios teol贸gicos y el compartir la experiencia religiosa, especialmente en el 谩mbito de la devocionalidad y la oraci贸n.

Hay todav铆a dos polos de reflexi贸n, ambos muy desafiadores. El primero trata del lugar del di谩logo entre las religiones en el proceso de globalizaci贸n, considerando tanto los efectos positivos, como las facilidades de comunicaci贸n, una nueva conciencia global y planetaria y el pluralismo, como los negativos, como la agudizaci贸n del fundamentalismo en varias religiones. Tal contradicci贸n reside, especialmente, en el rechazo del compromiso comunicativo, por un lado, y por la apertura dialogal, por otro. La primera opci贸n refuerza los tradicionalismos exacerbados en reacci贸n a las nuevas sensibilidades y circunstancias de la comunicaci贸n dial贸gica y global, lo que genera las m谩s distintas formas de fundamentalismo. La segunda opci贸n, la del di谩logo, se impone como desaf铆o creativo y significativo para el futuro del mundo. El segundo polo se refiere a la espiritualidad y c贸mo se vincula 铆ntimamente a la pr谩ctica del di谩logo interreligioso.

8 consideraciones finales

La compleja realidad social y religiosa que hoy enfrentamos, especialmente el pluralismo religioso, tanto en el nivel intra-cristiano como en el interreligioso, desaf铆a fuertemente la producci贸n teol贸gica latinoamericana. Entre los desaf铆os est谩 la construcci贸n de una l贸gica plural para el camino teol贸gico y pastoral, lo que resalta a煤n m谩s la importancia de las cuestiones ecum茅nicas para las reflexiones teol贸gicas actuales.

Destacamos en nuestra reflexi贸n sobre los desaf铆os de la espiritualidad ecum茅nica para la fe cristiana el encuentro de las personas y grupos con la vida y con la Biblia, y como tal encuentro marca el camino espiritual de ellas, haciendo que tengan siempre en mente los desaf铆os pastorales del presente siglo. Para ello, vimos la espiritualidad como don de Dios, como “clima” que nos permite vivir la vida, interpretando sus desaf铆os, dilemas y posibilidades, orientados por la idea de que la fe sin vida es muerta.

Nuestra consideraci贸n, por tanto, es que ante el pluralismo religioso se hace necesaria para la teolog铆a ecum茅nica una atenci贸n especial a la articulaci贸n entre la capacidad de di谩logo de los grupos religiosos y los desaf铆os en torno a la defensa de los derechos humanos, presuponiendo que la espiritualidad ecum茅nica requiere visi贸n dial贸gica, profunda sensibilidad con las cuestiones que afectan la vida humana e inclinaci贸n hacia la promoci贸n de la paz. Indicamos tambi茅n que, una espiritualidad ecum茅nica que surge de los desaf铆os y de las bases de la fe cristiana, as铆 como del pluralismo religioso, tendr谩 como valor la dimensi贸n m铆stica y la alteridad y eso incidir谩 en los procesos religiosos y sociales, favoreciendo perspectivas ut贸picas, democr谩ticas y donantes de sentido. Resaltamos el di谩logo ecum茅nico como afirmaci贸n de la vida, con las respectivas y concretas implicaciones en lo referente a la solidaridad, la comuni贸n, el conocimiento mutuo y las iniciativas y proyectos de humanizaci贸n y de justicia social.

Claudio de Oliveira Ribeiro. Universidade Metodista de S茫o Paulo. Original em portugu锚s.

9 Referencias bibliogr谩ficas

AMALADOSS, Michel. Pela estrada da vida: pr谩tica do di谩logo inter-religioso. S茫o Paulo: Paulinas, 1995.

BINGEMER, Maria Clara. O mist茅rio e o mundo: paix茫o por Deus em tempos de descren莽a. Rio de Janeiro: Rocco, 2013.

BOFF, Leonardo; KEMPIS, Tomas de. Imita莽茫o de Cristo e seguimento de Jesus. Petr贸polis: Vozes, 2106.

SANTA ANA, Julio de. Ecumenismo e liberta莽茫o: reflex玫es sobre a rela莽茫o entre a unidade crist茫 e o Reino de Deus. Petr贸polis: Vozes, 1987.

TEIXEIRA, Faustino do Couto; DIAS, Zwinglio Motta. Ecumenismo e di谩logo inter-religioso: a arte do poss铆vel. Aparecida: Santu谩rio, 2008.

TILLICH, Paul. Teologia sistem谩tica. S茫o Paulo: Paulinas/Sinodal, 1984.