Pastoral de la tierra

Índice

Introducción

1 Nacimiento en tiempo germinal

2 Práctica que denuncia la gran mentira de la propiedad

3 Los fundamentos de esta Pastoral

4 Rostro rural de la Iglesia

5 La búsqueda del buen vivir

6 La memoria de los mártires

7 Salvar el Amazonas para salvar la vida

Referencias

Introducción

Trabajos pastorales entre los campesinos ya existían desde hacía mucho tiempo, pero por motivos que explicaremos a continuación, el servicio evangélico a quienes tenían su vida ligada al cultivo de la tierra, y a quienes vivían la amenaza de perder esa posibilidad de vida por la violencia de unos pocos que siempre quisieron apropiarse de todas las tierras de Brasil, nació en 197. Tomó el nombre de Pastoral de la Tierra y contó con la Comisión Pastoral de la Tierra como su articulación dinamizadora.

En los tiempos actuales, cuando vivimos la acogida del Sínodo de la Amazonía, que, en el Documento Final y en la Exhortación Apostólica Querida Amazonia, propone como parte de las prácticas eclesiales la “conversión ecológica”, necesaria para asumir la “ecología integral” propuesta en la encíclica Laudato Sí – sobre el cuidado de la Casa Común, del Papa Francisco, el nombre pastoral de la tierra puede sugerir que fue una profecía a favor de la puesta en práctica del Concilio Vaticano II, ahora  retomado de manera creativa. Y si tenemos en cuenta la realidad de la estructura jerárquica de entonces y de hoy, la práctica de la pastoral de la tierra fue ciertamente una profecía de la necesaria necesidad de que la Iglesia sea una Iglesia en salida. En este caso, fue una opción y una práctica para llegar a los pueblos, comunidades y personas vinculadas a los territorios originarios y al cultivo de la tierra.

Lo mismo que ahora se pretende con la presencia de la Iglesia en la Amazonía, la pastoral de la tierra fue ciertamente una profecía para que la presencia y el servicio eclesial se liberen de toda pretensión colonialista, partiendo de la escucha atenta de los hermanos y hermanas para, junto a ellos, hacer lo que consideren necesario para defender sus derechos. Y escuchar a todos sin distinción de religión, de manera ecuménica y macroecumenica, con prácticas iluminadas por la parábola del buen samaritano, definidas a partir de las necesidades y realizadas con los recursos disponibles, como mostró la encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, del Papa Francisco.

 

1 Nacimiento en tiempo germinal

La Comisión Pastoral de la Tierra, como un servicio eclesial a los pueblos de la tierra, nació en junio de 1975.Fue una de las conclusiones del Encuentro de Pastoral de la Amazonía Legal, realizado en Goiânia, Goiás, pero su gestación comenzó antes, y cabe destacar algunas de las iniciativas. y el entorno sociopolítico y eclesial en el que fue siendo creada.

Brasil enfrentaba el período más duro de una larga dictadura, iniciada en 1964 y que solo terminaría en 1985. Con la imposición del Acto Institucional No. 5, el gobierno militar podía gobernar protegido por decretos secretos, siempre al servicio de la doctrina de seguridad nacional, lo cual permitió multiplicar las prácticas de persecución contra toda persona u organización que fuera identificada como subversiva, contraria al orden nacional favorable a las élites dominantes. En este contexto, sólo se exiliaron, de los partidos que desafiaron la dictadura y el sistema económico, aquellos que pudieron evitar la persecución y masacre. E incluso los movimientos que promovían la educación y la pastoral popular se volvieron parte de las actividades sospechosas, y muchos de sus líderes fueron arrestados, enfrentaron torturas e incluso algunos fueron asesinados. Encubiertos por el aparato militar que controlaba las instancias del Estado, escuadrones de la muerte, en el campo y en las ciudades, completaron el servicio represivo mediante el asesinato de quienes las élites definían como amenazas a sus intereses.

Fue en este contexto, nacido del golpe dentro del golpe militar [1], con el triunfo de los sectores más radicales y violentos, cuando se dieron los pasos que originaron la CPT,  la renovación del Consejo Indígena Misionero (CIMI),  la multiplicación de las Comunidades Eclesiales de Base CEBs y  la gestación de muchos otras pastorales sociales . Y lo que provocó el primero de estos pasos fue la detención del Equipo Pastoral y del propio Obispo Dom Pedro Casaldáliga, en São Félix do Araguaia, MT.

De hecho, la reflexión sobre qué hacer, para evitar que el aislamiento en el que se encontraban las iniciativas populares facilitase la represión, llevó a la estrategia de visitar e invitar directamente a un grupo de obispos que acogían y apoyaban este tipo de prácticas en su diócesis a un encuentro nacional. Teniendo como dinamizador a Dom Tomás Balduino, obispo de la Diócesis de Goiás, y el apoyo directo de Dom Helder Câmara, las visitas consiguieron la reunión voluntaria de 28 obispos en São Paulo. Con asesores competentes, hicieron un análisis crítico de la situación vivida por los pueblos en las diferentes regiones del país y decidieron publicar varios textos sobre la realidad, criticando la dictadura y su servicio a intereses contrarios al pueblo, dejando claro que no era justo y aceptable sacrificar la libertad de iniciativa y de organización popular de las personas que decidían defender sus derechos. Por ello, se comprometieron a apoyar y defender estos derechos de los pueblos y las personas. En relación a las personas y comunidades, se publicaron dos textos: Eu ouvi os clamores do meu povo (Escuché el grito de mi pueblo), firmado por obispos y superiores religiosos del Nordeste, y Marginalização de um Povo, o Grito das Igrejas (Marginalización de un pueblo, el Grito de las iglesias), firmado por obispos del Centro Oeste. En relación a los pueblos indígenas, el texto se denominó Y-Juca-Pirama, o Índio, Aquele que deve morrer ( Y-Juca-Pirama, el Indio, Aquel que  debe morir), de obispos y religiosos misioneros.

Con esta determinación del grupo de obispos denominado no-grupo, para dejar claro que no actuaban separadamente de la CNBB, sino como misión personal y colectiva, se pudo iniciar el mapeo de las prácticas de educación y pastoral popular, consultando a las personas sobre su interés en entenderse con iniciativas similares. Se realizó, como resultado, el I Encuentro Nacional de Articulación en Salvador, BA, en febrero de 1974. El segundo encuentro planeado no se efectuó porque en las actividades realizadas durante el año, la estrategia de articulación fue redefinida: como ya existía el CIMI, al servicio de la pastoral indígena a nivel nacional, se consideró más realista promover la regionalización de sus actividades y, al mismo tiempo, dar pasos para articular las prácticas realizadas en el mundo agrario y en el mundo urbano. Por eso se inició el proceso que desembocó en el Encuentro de Pastoral de la Amazonia Legal, en el que nació la Pastoral da Terra, y poco después, en 1976, se dieron pasos para la creación de la Pastoral Obrera, y más tarde, la Pastoral de migrantes, la de las mujeres marginalizadas…

En ese mismo período, las CEBs se multiplicaron en algunas regiones y diócesis, creando la posibilidad de realizar su I Encuentro Intereclesial, en 1975, contando ya con relaciones ecuménicas y con el apoyo fundamental de la lectura popular de la Biblia y de la teología de la Liberación.

La Pastoral de la Tierra fue el resultado de esa época germinal: las prácticas que pretendían someter a personas, pueblos e iglesias a los intereses de grandes grupos económicos generaron, al mismo tiempo, su opuesto: la construcción de espacios de liberación. En esta perspectiva, vale la pena consultar el libro Nas Pegadas do Povo da Terra – 25 anos da CPT (POLETTO; CANUTO, 2002), en el que se publicó una documentación histórica sobre la fundación de la CPT con declaraciones de los participantes del Encuentro de Goiânia y un capítulo sobre ese tiempo germinal.

2 Práctica que denuncia la gran mentira de la propiedad

La Pastoral de la Tierra nació como un servicio evangélico y eclesial a las mujeres y hombres del campo de la Amazonia, especialmente aquellos que padecían la negación y la agresión a sus derechos a la tierra, en la que vivían y cultivaban. El CIMI ya lo estaba haciendo a favor de los pueblos indígenas, a su derecho al territorio en el que vivieron durante milenios. La CPT se dirigió inicialmente a los posseiros, campesinos que vivían en su tierra sin tener título legal de propiedad, pero que, según principios constitucionales y logros propios y de su organización sindical, tenían derecho de usucapión, y por tanto, prioridad. en relación con otros pretendientes, siempre que hubieran estado pacíficamente en la tierra durante más de un año.

Como la dictadura, a través del Estatuto de la Tierra, había prometido llevar a cabo la reforma agraria y, al mismo tiempo, favorecer la modernización del campo, los conflictos por la tierra se generalizaron al limitar las iniciativas de colonización con los campesinos pobres y privilegiar la entrega de grandes áreas a empresas nacionales e internacionales que operaban en el país para integrar el Centro Oeste y la Amazonía a la economía nacional. De hecho, al entregar títulos de propiedad a las empresas, desde la oficina del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria – INCRA, se autorizó y se comprometió a defender estos nuevos derechos legales cuando fueran a demarcar sus áreas. Cuando encontraron en ellas pueblos indígenas, comunidades quilombolas, comunidades campesinas de diverso tipo (productores de alimentos, ribereños, caucheros, pescadores, etc.), los nuevos propietarios utilizaron todo tipo de autoritarismo y violencia, siempre con el objetivo de expulsarlos de las tierras a las que tenían derecho, incluso sin tener títulos legales.

Otra fuente de conflicto fue la colonización oficial. Los estudios sociológicos han descubierto que su objetivo real, a diferencia de lo afirmado por la propaganda, era influir en los “sin tierra,” que luchaban por tierra en sus regiones, para que migrasen a otras áreas seleccionadas. Y que migrasen en mayor número que las vacantes a ser ocupadas por las familias seleccionadas, para que, con esto y con el abandono en el que quedarían los pobladores, hubiese mano de obra abundante y barata para los proyectos de las grandes empresas – estas, sí, promovidas como portadoras de tecnologías para modernizar la producción. En Rondônia y en los márgenes de las principales carreteras de “integración nacional”, por cada familia seleccionada y establecida, ciertamente dos o más familias tuvieron que establecerse por su cuenta. Consecuentemente, nacen los núcleos de colonos en terrenos ya destinados, o que deben ser entregados, a las empresas, multiplicando las áreas de conflicto. Las demás constituyeron las nuevas ciudades, junto a las carreteras.

El trabajo de los núcleos locales y regionales de la CPT, visitando, dialogando, abriendo procesos de formación y brindando apoyo jurídico a los pueblos y comunidades afectados y agredidos por la ola de latifundistas creada por la dictadura, reveló e hizo pública información sobre la complicidad del Estado con los nuevos señores del Amazonas. Ellos llegaron no solo con títulos de miles e incluso millones de hectáreas de tierra, sino también con recursos, derivados de privilegios, como la liberación de impuestos y tasas para crear fondos que serían invertidos en nuevas propiedades – o para desviarlos a otras iniciativas más rentables, como sucedió en casi todos los casos investigados.

Por otro lado, la colonización promovida con recursos públicos no tenía la intención de crear áreas de pequeños agricultores para la producción de alimentos. Siempre ha estado al servicio de grandes proyectos, ya que sin la atracción de la gente por la falsa propaganda de la colonización, no tendrían mano de obra barata y siempre disponible. Para los que se pusieron al lado de los colonos y de los que no consiguieron tierras, como la CPT, a través de las personas y grupos que asumieron esta pastoral, la colonización permitió una nueva toma de conciencia y nuevas iniciativas. Las familias sin tierra que se trasladaron en gran número a las zonas de colonización revelaron lo que había impedido  la reforma agraria en otras regiones del país: la tierra estaba en manos de unos pocos grandes terratenientes en todas las regiones y la defensa de la propiedad de muchas tierras no era más que ocupaciones ilícitas, robo, resultado de violentas agresiones a quienes habitaban en ellas. Y la propia colonización en la lejana Amazonia se había implementado con el objetivo de consolidar y regularizar la situación jurídica de los terratenientes en el Noreste, Sureste y Sur del país. Fue una medida estratégica para evitar la lucha por la reforma agraria, que se intensificaba desde la década de 1950.

Ahora mismo algo similar está sucediendo, solo que en la Amazonía. El actual gobierno federal, aliado carnal de la ocupación ilícita de tierras, de la agroindustria, de la minería y enemigo de los pueblos indígenas, quilombolas y comunidades tradicionales, está tratando por todos los medios de regular las “propiedades sin título legal”, es decir, tierras de propiedad ilegal, que ocupan una inmensa área de la región, con cerca de 27,8 millones de hectáreas de tierra, y con una pérdida estimada de 118 mil millones de reales (IMAZON, 2019). Y lo hace con el discurso de que esto es necesario para evitar conflictos y brindar seguridad jurídica a los emprendedores. En otras palabras, esto prueba que, como en toda la historia brasileña desde la llegada de los colonizadores, en 1500, la usurpación ilegal de tierras es la puerta de entrada a las grandes propiedades. Esto nos ayuda a entender por qué, de los cinco millones de indígenas que existían en 1500, solo quedan poco más de 830 mil, e incluso éstos siguen sujetos a los nuevos decretos de exterminio, de los cuales los usurpadores de tierras y sus grupos de exterminio son ejecutores. De los títulos legales se derrama sangre humana, junto con la sangre de otros seres vivos que fueron asesinados para implementar proyectos genocidas y ecocidas para el crecimiento económico.

Al dialogar, en otras regiones, sobre los motivos de la migración de tantas familias a las zonas de colonización, se decidió que la Pastoral de la Tierra era también necesaria en ellas. Por ello, a finales de 1977, la CPT ya contaba con equipos regionales en 16 estados y, en los años siguientes, se convirtió en un servicio eclesial presente en todo el territorio nacional.

3 Los fundamentos de esta Pastoral

Desde el principio, y esto se puede ver en la secuencia de los Boletines de la CPT, que tuvo su primer número mensual publicado en enero de 1976, hubo permanente necesidad y cuidado en relación al fundamento bíblico y teológico de esta nueva pastoral. No con el objetivo de publicar tesis y libros, sino para nutrir la espiritualidad, mantener una mística profunda, cimentar la esperanza. Después de todo, ¿cómo y por qué vivir la fe cristiana en medio de los conflictos por la tierra que afectaban a pueblos y comunidades? Por otra parte, si existían y se conocían conflictos, con masacres y asesinatos, ¿podrían permanecer indiferentes ante ellos quienes viven y anuncian la fe cristiana? Más aún, si hubo la constatación de que quienes provocaban los conflictos y usaban la violencia para incrementar el tamaño de sus propiedades, mentían al decir que los pueblos indígenas y campesinos eran pacíficos, cuando en realidad los obligaban a no hablar y no denunciar, e incluso mataban a los que se resistían, ¿no significaría una infidelidad grave al seguimiento de Jesús de Nazaret el hecho de no implicarse en conflictos? ¿Qué haría el samaritano en la parábola de Jesús de Nazaret? Por tanto, ¿cuál es la misión que Dios encomendaba a la Pastoral de la Tierra, a sus agentes?

Para que esta dimensión de vida y misión tuviese cimientos firmes y seguros, fue muy importante la participación del benedictino Marcelo Barros en la CPT. Por estar en el origen de la lectura popular y orante de la Biblia, junto a Frei Carlos Mesters y muchos otros, su contribución fue relacionar la realidad de vida y fe de quienes enfrentaron conflictos por la tierra con los mensajes de la Biblia, de los Santos Padres, del Concilio, de Medellín y de la teología de la liberación naciente. Esto dio como resultado un fortalecimiento de los involucrados en los conflictos y los agentes de Pastoral de la Tierra.

Este camino de búsqueda, reflexión y celebración se profundizó, hasta el punto de llevar a Marcelo Barros a unirse al Padre José Caravias, misionero en Paraguay, para escribir y publicar el libro Teología de la Tierra, formando parte de la colección Teología de la Liberación, publicado por Vozes en 1988. Anteriormente, en 1981, Marcelo ya había publicado, para Vozes, el libro La Biblia y la lucha por la Tierra (otros libros en: http://www.marcelobarros.com/page/lista-de- libros-publicados /).

Es fundamental destacar dos cosas. La primera es que, contrariamente a las acusaciones de personas que no estaban de acuerdo con el trabajo de la Pastoral de la Terra, sus agentes siempre han apreciado, profundizado y nutrido su vida y misión en la búsqueda de una fundamentada fidelidad al seguimiento de Jesús de Nazaret, incluso cuando las áreas de actuación los llevaron a trabajar junto con hermanas y hermanos de otras iglesias cristianas y otras religiones. Además, en contradicción de nuevo con los acusadores, la Pastoral de la Terra siempre ha sido promotora de celebraciones vinculadas a los desafíos de las luchas, a las victorias ganadas, a las iniciativas para fomentar la solidaridad con las personas oprimidas, y de una manera particular y más desafiante, a enfrentar los asesinatos, buscando el mensaje que se hallaba en el martirio de hermanas y hermanos. Pocas pastorales han realizado tantas romerías de la Tierra y, después de un tiempo, Romerías de la Tierra y de las Aguas, casi siempre en zonas de conflicto, con el objetivo de llevar el mensaje y la invitación a que cada vez más personas refuercen esta Pastoral, para que la conquista de la tierra fuese, al mismo tiempo, un avance en la construcción del Reino de Dios.

Con el tiempo, y como resultado de escuchar y acoger la presencia y acción de Dios en cada pueblo y comunidad, la CPT se está volviendo macro-ecuménica de forma permanente, hasta el punto de cambiar su relación con la CNBB para definirse como una entidad ecuménica. Esto no significa abandonar la búsqueda de fundamentos para su espiritualidad sino, al contrario, la aceptación de la visión y experiencia espiritual de los pueblos indígenas y negros en relación a la tierra hizo que la Tierra llegara a ser reconocida como Pachamama, Madre Tierra, y las relaciones con ellas adquiriesen la característica de territorio y ya no de propiedad. Por ello, la lucha por la tierra adquirió otro sentido y la contestación del carácter reduccionista de la propiedad capitalista empezó a tener un sentido de experiencia espiritual. De hecho, para estos pueblos el territorio no es ni puede ser una propiedad. Es el espacio colectivo para un pueblo, dado por la Madre Tierra. Es en él y con él como se construye la identidad de cada pueblo. Por eso, la propiedad, especialmente cuando se utiliza para extraer los bienes creados por la Tierra y enriquecerse, no es más que una ocupación no autorizada por la Madre, una usurpación de algún territorio que la Tierra había destinado a un pueblo.

4 Rostro rural de la Iglesia

La CPT siempre ha evitado asumir lo que mucha gente quería: ser la entidad que actuaría en lugar de las comunidades eclesiales. Ella intentó, con diferentes iniciativas, movilizar a estas comunidades para que asumieran la defensa de los derechos de los campesinos pobres. Junto con las demás pastorales sociales, articuladas por la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil – CNBB, contribuyó para que la dimensión social de la fe fuera asumida por todas y todos los seguidores de Jesús de Nazaret (CNBB, 2001).

Una contribución significativa a la experiencia de esta dimensión social de la fe fue dada por la CPT al asesorar a la CNBB en la elaboración del documento Iglesia y Problemas de la Tierra, debatido y aprobado en la Asamblea General de 1980, especialmente en la fundamentación para incluir la diferenciación entre “tierra de explotación” y “tierra de trabajo”:

84. La tierra de explotación es la tierra de la que el capital se apropia para crecer continuamente, para generar siempre nuevas y crecientes ganancias. La ganancia puede provenir tanto de la explotación del trabajo de quienes perdieron su tierra y sus instrumentos de trabajo, o que nunca tuvieron acceso a ellos, como de la especulación, que permite el enriquecimiento de algunos a costa del conjunto de la sociedad.

85. La tierra de trabajo es la tierra que pertenece a quienes trabajan en ella. No es la tierra para explotar a otros o para especular. En nuestro país, el concepto de tierra de trabajo aparece con fuerza en el derecho popular a la propiedad familiar, tribal, comunitaria y de tenencia de la tierra. (CNBB, 1980)

Esto hizo posible que la Iglesia se posicionase en relación con la dimensión ética y social de la propiedad, evitando los malentendidos que se derivan de la afirmación general de que la doctrina social de la Iglesia aprobaba la propiedad de la tierra. La reacción de los grandes terratenientes y sus aliados, cuya riqueza se basa en otras formas de propiedad privada y en la explotación del trabajo y la especulación, fue reveladora: esto sería infidelidad a la enseñanza de la Iglesia, que siempre ha defendido la propiedad. Evidentemente, la práctica y la buena noticia de Jesús nunca dejaron dudas sobre quién explota a los hermanos y quién usa la propiedad solo para su enriquecimiento: nadie puede servir a dos señores: Dios – presente en el hermano y la hermana – y al dinero / riqueza (Mt 6,24).

Fue motivo de alegría el reconocimiento de ser el rostro rural de la Iglesia, sobre todo cuando vino de Dom Pedro Casaldáliga, uno de los que practicó esta pastoral antes de su nacimiento como articulación nacional, uno de sus generadores. Pero la alegría es más completa cuando se convierte en una práctica cualitativa de cada comunidad cristiana, y cuando también inspira a personas de buena voluntad que no comparten la fe cristiana, pero aman a la humanidad y a la Madre Tierra.

5 La búsqueda del Buen Vivir

La Pastoral de la Tierra ayudó a profundizar la conciencia de que “la tierra es de Dios”, confiada a la humanidad y a todos los seres vivos, y por eso no se pueden legitimar las prácticas de apropiación que dividen y generan pobreza y miseria de las personas, familias, comunidades y pueblos que quedan sin acceso a ella. Este ha sido el motivo por el cual la CPT ha buscado formas más concretas de superar lo que fue producido por sociedades determinadas hegemónicamente por la economía capitalista, a partir de la apropiación privada de los bienes que sirven para multiplicar su riqueza, incluida la fuerza de trabajo creativa de los seres humanos. Y para que esta calidad humana esté disponible se defiende como un absoluto la propiedad de la tierra sin límites, Para darle la forma aparente de un derecho, las leyes son formuladas y aprobadas por las instituciones estatales, y el sistema judicial las asume como si se basaran en un supuesto derecho natural, siendo,  por tanto, incuestionables. Pero, de hecho, perderían ese carácter si en realidad el Estado fuera administrado por representantes de toda la población y su funcionamiento estuviera orientado a garantizar todos los derechos de todas las personas, comenzando por el derecho a la vida, la alimentación, la vivienda, educación, trabajo, renta justa, cultura, ocio … Y para eso, debería contar con una política de reparto equitativo de la renta y la riqueza.

En la búsqueda de este camino, o caminos, la articulación más directa con los pueblos indígenas significó un profundo aprendizaje. De hecho, antes de ser un anuncio teórico, el Buen Vivir es un rico sistema de vida que los pueblos indígenas han practicado durante milenios.

Una vez reconocido, el Buen Vivir se convierte en un punto de referencia para evaluar tanto las relaciones entre las personas, como las relaciones con la Madre Tierra y el Cosmos. Por tanto, se convierte en una posibilidad de crítica de las relaciones destruidas por el sistema capitalista dominante, y en un camino alternativo para la construcción de sociedades poscapitalistas. Permite la reinterpretación crítica de la historia, invirtiendo los actores: en lugar de buscar los logros de los diferentes constructores de sociedades lideradas por quienes estaban implementando la destrucción de bienes naturales para generar crecimiento económico concentrado y desigualdad, se hace posible verlos como portadores del poder que impidió a la humanidad avanzar con los valores presentes en las comunidades y pueblos indígenas. Ciertamente no tendríamos los terribles desafíos del calentamiento global y del anunciado colapso climático, ya que son precisamente el resultado de un sistema que demanda crecimiento, productivismo y consumismo, prácticas que ni los pobres ni la Tierra pueden manejar, como repite el Papa. Francisco. Tendríamos, sin duda, otra civilización.

La defensa de los diferentes biomas brasileños significa que la CPT está abandonando la visión antropocéntrica y está aprendiendo a sentirse parte de la historia de la propia Tierra. Luchar por formas agroecológicas y agroforestales de producción significa que está reaprendiendo a cuidar la tierra, pero al mismo tiempo se deja cuidar por ella. La vida humana depende de la vida de la Tierra, y el conjunto de seres vivos constituye una gran comunidad de vida.

Caminar hacia sociedades del Buen Vivir significa, en esencia, reconstruir las relaciones comunitarias y la cooperación en las comunidades y entre las comunidades de los diferentes pueblos que constituyen la humanidad, y relaciones armoniosas con todos los seres vivos y con la propia Madre Tierra. Este camino solo lo construyen personas que, como el Papa Francisco, ponen en práctica un proceso constante de conversión ecológica, avanzando en la espiritualidad de la ecología integral.

6 La memoria de los mártires

La búsqueda del Buen Vivir es atacada por aquellos que lideran y usan el sistema dominante, centrado en un tipo de economía que idolatra la propiedad – en forma de suelo, mineral, agua, industria, títulos de crédito y de deuda, dinero, bienes – y cosifica también a los seres humanos; promueve el consumismo, el derroche y propone el egoísmo y la indiferencia como valores máximos. Mientras que la guerra y el asesinato de líderes populares se asumen, por el sistema dominante, como estrategias válidas para actuar contra  quienes luchan por los derechos de las personas y la Tierra, la CPT mantiene la misión de documentar y hacer público el número, características e injusticias presentes en cada amenaza a la vida, en cada muerte violenta de hermanas y hermanos por causa de la lucha por la tierra, que los pobres identifican con la lucha por la vida, y que los ricos tratan de justificar como garantía y extensión de sus privilegios. Desde la década de los 80 hasta la actualidad, este servicio que brinda la CPT, aunque sea combatido por quienes se beneficiarían del olvido, se ha convertido en referencia y memoria. Referencia para quienes estudian la cruda realidad de la lucha por la tierra en Brasil. Memoria para quienes continúan en la lucha popular por la tierra en forma de territorio de vida y convivencia, de cuidado y cultivo de alimentos, construcción de sociedades del Buen Vivir. Cada mujer y hombre sacrificado en esta lucha es recordado como testimonio de que vale la pena seguir este camino de liberación.

Todos los años se edita el libro Conflictos en el Campo de Brasil, que en 2019, en el contexto de un gobierno federal escandalosamente comprometido con los latifundistas y claramente contrario a los derechos de los campesinos, especialmente de los sin tierra, tiene el subtítulo: Nadie deja atrás a nadie. En más de 240 páginas, junto a los datos cuantitativos, hay análisis críticos y, sobre todo, los nombres de los que fueron asesinados, de modo que su muerte sea una semilla de esperanza para quienes luchan para que la Tierra sea, de hecho, una Casa Común, y no más campo de batalla y negación del derecho a la vida (CENTRO DE DOCUMENTACIÓN DOM TOMÁS BALDUINO, 2018).

En este servicio en favor de la memoria, también están los cristianos de las comunidades, y las religiosas, sacerdotes, que nos dejaron antes porque tomaron este camino de construir un mundo más humano. Pero todas y todos los sacrificados son mártires, testigos que tuvieron su sangre derramada porque buscaron sociedades del Buen Vivir, avanzando hacia el Reino de Dios, vivido y anunciado por Jesús de Nazaret como algo ya presente y meta plena por alcanzar.

7 Salvar la Amazonia para salvar la vida

Desde 1972, diócesis y prelacías en la Amazonía han buscado caminar juntos a través de encuentros regionales, en los que reflexionaron sobre la realidad y buscaron asumir formas de realizar su misión que los llevasen a tener un rostro amazónico. Según Dom Moacyr Grecchi, obispo de Acre y, más tarde, Porto Velho, de grato recuerdo, el encuentro de “Santarém definió el rostro de la Iglesia en la Amazonía” (GRECCHI, 2012).

Pero ahora, habiendo vivido un rico proceso de escucha los pueblos y comunidades en preparación al Sínodo para la Amazonía, convocado por el Papa Francisco, y habiendo aprobado un rico documento sinodal celebrado en el Vaticano (ASAMBLEA ESPECIAL DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS PARA LA REGIÓN PAN- AMAZÓNICA, 2019), se abre el tiempo para acercar la palabra a la vida; es el tiempo postsinodal. Se trata de implementar un proceso de conversión en las diferentes dimensiones de la misión eclesial, con el objetivo de ser aún más una iglesia con rostro amazónico. Para ser amazónico, el rostro debe tener rasgos populares: indígena, afrodescendiente, femenino, joven, gente que vive en las periferias urbanas, en los bosques, en las riberas. Ser de hecho una iglesia en salida, que va al encuentro y convive con personas, comunidades y pueblos. Y para eso, tener el valor de renovarse, de dar los pasos que la realidad requiere.

Corresponderá especialmente a la Pastoral da Terra, junto con la Pastoral Indígena, ambas participantes de la articulación que constituye el Foro de Cambios Climáticos y Justicia Social, mantener viva la conciencia de que o se puede salvar la Amazonía, o se agravarán peligrosamente los cambios climáticos provocados por el calentamiento global.  Brasil y otros países de América del Sur, y el mundo entero, de diferentes formas, dependen de la Amazonía para seguir teniendo un relativo equilibrio hídrico. Por eso, la Ecología integral, que se logra con la conversión ecológica, es el camino por seguir:

Es urgente enfrentarnos a la explotación ilimitada de la “casa común” y de sus habitantes. Una de las causas principales de la destrucción en la Amazonía es el extractivismo predatorio que responde a la lógica de la avaricia, propia del paradigma tecnocrático dominante (cf. LS 101). Ante la situación apremiante del planeta y de la Amazonía, la ecología integral no es un camino más que la Iglesia puede elegir de cara al futuro en este territorio, es el único camino posible, pues no hay otra senda viable para salvar la región. La depredación del territorio viene acompañada del derramamiento de sangre inocente y de la criminalización de los defensores de la Amazonía. (ASAMBLEA ESPECIAL DEL SÍNODO DE OBISPOS DE LA REGIÓN PANAMAZÓNICA n.67)

Será fundamental, por tanto, que la decisión del Sínodo de reconocer que la Tierra es sujeto de derechos y que la agresión al medio ambiente es un pecado ecológico se convierta en conciencia popular y motivo de amplia movilización a favor de la vida de, y en, la Amazonía, así como en otros biomas brasileños:

74. A todos nos corresponde ser guardianes de la obra de Dios. Los protagonistas del cuidado, la protección y la defensa de los derechos de los pueblos y de los derechos de la naturaleza en esta región son las mismas comunidades amazónicas. Son ellos los agentes de su propio destino, de su propia misión. En este escenario, el papel de la Iglesia es el de aliada. Ellos han expresado claramente que quieren que la Iglesia los acompañe, que camine junto a ellos, y no que les imponga un modo de ser particular, un modo de desarrollo específico que poco tiene que ver con sus culturas, tradiciones y espiritualidades.

84. (…) Comprometerse activamente en la siembra de árboles buscando alternativas sostenibles en agricultura, energía y movilidad que respeten los derechos de la naturaleza y el pueblo.

82. Proponemos definir el pecado ecológico como una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el ambiente. Es un pecado contra las futuras generaciones y se manifiesta en actos y hábitos de contaminación y destrucción de la armonía del ambiente, transgresiones contra los principios de interdependencia y la ruptura de las redes de solidaridad entre las criaturas (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 340-344) y contra la virtud de la justicia.

Vale la pena terminar este texto con las palabras del jefe Raoni Metuktire, del pueblo Kayapó, publicadas en el periódico The Guardian, deseando que el Sínodo Amazónico defina “nuevos caminos para la iglesia y para una ecología integral” contando con la sabiduría y espiritualidad de todos los pueblos de la región:

Durante muchos años, los líderes indígenas y los pueblos de la Amazonía, les hemos estado advirtiendo a ustedes, nuestros hermanos que tanto daño han causado a nuestra floresta. Lo que está haciendo cambiará el mundo entero y destruirá nuestro hogar, y también destruirá su hogar.

Hemos dejado a un lado nuestra historia dividida para unirnos. Hace apenas una generación, muchos de nuestros pueblos luchaban entre sí, pero ahora estamos juntos, luchando juntos contra nuestro enemigo común. Y ese enemigo común son ustedes, los pueblos no indígenas que invadieron nuestras tierras y ahora están quemando incluso esas pequeñas partes de las florestas donde vivimos, lo único que nos dejaron. El presidente Bolsonaro de Brasil está alentando a los propietarios de haciendas próximas de nuestras tierras a talar la floresta , y no está haciendo nada para evitar que invadan nuestro territorio.

Le pedimos que pare lo que está haciendo, detenga la destrucción, detenga su ataque a los espíritus de la Tierra. Cuando tala los árboles, agrede a los espíritus de nuestros antepasados. Cuando busca minerales, empala el corazón de la Tierra. Y cuando derrama venenos en la tierra y los ríos (productos químicos de la agricultura y mercurio de las minas de oro) debilita los espíritus, las plantas, los animales y la propia Tierra. Cuando debilita a la Tierra así, ella comienza a morir. Si la Tierra muere, si nuestra Tierra muere, ninguno de nosotros podrá vivir y todos moriremos también.

¿Por qué usted hace eso? Usted dice que es para el desarrollo, pero ¿qué tipo de desarrollo saca la riqueza de la floresta y la reemplaza con un solo tipo de planta o un tipo de animal? Allí donde los espíritus nos habían dado todo lo que necesitábamos para una vida feliz, toda nuestra comida, nuestros hogares, nuestras medicinas, ahora solo hay soja o ganado. ¿Para quién es este desarrollo? Solo unas pocas personas viven en tierras agrícolas; no pueden mantener a mucha gente y son estériles.

Usted destruye nuestras tierras, envenena el planeta y siembra la muerte, porque está perdido. Y pronto será demasiado tarde para cambiar.

Entonces, ¿por qué hace eso? Podemos ver que es para que algunos de ustedes puedan obtener una gran cantidad de dinero. En el idioma Kayapó, llamamos a tu dinero “piucaprim”, “hojas tristes”, porque es una cosa muerta e inútil, y solo trae daño y tristeza.

Cuando su dinero entra en nuestras comunidades, a menudo causa grandes problemas, separando a nuestra gente. Y podemos ver que hace lo mismo en sus ciudades, donde los que llamáis ricos viven aislados de los demás, por miedo a que vengan otras personas y se lleven su piucaprim. Mientras tanto, otras personas pasan hambre o viven en la miseria porque no tienen suficiente dinero para comprar comida para ellos y sus hijos.

Pero esta gente rica va a morir, como todos nosotros vamos a morir. Y cuando sus espíritus se separen de sus cuerpos, sus espíritus estarán tristes y sufrirán, porque en vida hicieron sufrir a muchas otras personas en lugar de ayudarlas, en lugar de asegurarse de que todos los demás tuvieran lo suficiente para comer antes de alimentarse a sí mismo, como es nuestro camino, el camino de los Kayapó, el camino de los pueblos indígenas.

Tiene que cambiar su forma de vivir porque está perdido, usted se perdió. Por donde usted va es solo el camino de la destrucción y la muerte. Para vivir, debe respetar el mundo, los árboles, las plantas, los animales, los ríos e incluso la propia Tierra. Debido a que todas estas cosas tienen espíritus, todas ellas son espíritus y sin los espíritus la tierra morirá, la lluvia parará y las plantas comestibles  se marchitarán y morirán también.

Todos nosotros respiramos este aire, todos bebemos la misma agua. Vivimos en este planeta. Necesitamos proteger la Tierra. Si no lo hacemos, los fuertes vientos vendrán y destruirán la floresta.

Entonces usted sentirá el miedo que nosotros sentimos (RAONI, 2019)

                                    Ivo Poletto[2].  Comisión  Pastoral de la Tierra. Texto original en portugués. Postado en diciembre del 2020.

 Referencias

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[1] SILVA, D. A. (Mundo Educação – UOL): El año1968 quedó grabado en la historia como un año de manifestaciones en todo el mundo. En Europa, Estados Unidos y China, miles salieron a las calles para protestar contra las condiciones de trabajo y de educación y contra la guerra de Vietnam, por ejemplo. En Brasil, se produjo una ola de revuelta y resistencia a la dictadura cívico-militar en todo el país. Para contenerlo, el general Costa e Silva dictó el Acto Institucional No. 5, el AI-5, considerado un golpe dentro del golpe, fortaleciendo el poder autoritario de los militares.

[2]IVO POLETTO, filósofo, teólogo y científico social. Fue el primer secretario ejecutivo de la Comisión Pastoral de la Tierra, entre 1975 y 1980, continuando como asesor nacional hasta 1992. De 1993 a 2002 fue asesor de Cáritas Brasileña. Formó parte del equipo de educación ciudadana del Programa Fome Zero (Hambre Cero) en 2003 y 2004. Asesoró a las pastorales sociales de 2005 a 2010, y fue asesor del Foro de Cambios Climáticos y Justicia Socioambiental en 2010, y sigue trabajando allí hasta la actualidad. Es autor del libro Brasil: oportunidades perdidas – Mis dos años en el gobierno de Lula. Ed. Garamond, Rio de Janeiro, 2005, y organizó la publicación, entre otros, del libro Uma Vida a Serviço da Humanidade – Diálogos com Dom Tomás Balduino. Editora Lpyola: São Paulo, 2002.