Antiguo Testamento

Índice

1 Panorama histórico-literário

2 Panorama teológico-literario

2.1 Muchas teologías en el Antiguo Testamento

2.2 Dos Antiguos Testamentos

2.3 Actual división de los libros del Antiguo Testamento

3 Torá o Pentateuco

4 Libros históricos

4.1 Obra histórica deuteronomista y libro de Ruth

4.2 Obra histórica del Cronista

4.3 Novelas edificantes y libros de aventura

5 Libros sapienciales y libros poéticos

6 Libros proféticos

6.1 Profetas no-escritores y profetas escritores

6.2 Profetas mayores y profetas menores

6.3 El mensjae de los profetas

7 Aniguo Testamente y Palabra de Dios

8 Referencias Bibliográficas

1 Panorama histórico-literario

Dios se revela en la historia no solamente por las palabras sino también, y principalmente, por los hechos. Es por eso que el discurso de Dios está:

  1. Situado y encarnado en un tiempo y una sociedad, en un lenguaje y en una cultura
  2. Es progresivo, es decir, dispersado en el tiempo hasta encontrar su plenitud en Cristo
  3. Mantiene estrictamente unidas la historia y la Palabra, de tal forma que la Palabra de Dios hace la historia, dirigiéndola e interpretándola

 El Antiguo Testamento llevó aproximadamente mil años para ser escrito. A cada nueva situación histórica, los hechos del pasado y del presente son releídos, reinterpretados y recontados. Por eso, es necesario puntualizar algunos acontecimientos importantes y, en este arco de tiempo, situar el proceso de formación de los libros bíblicos. En esta línea de tiempo, todas las fechas son anteriores a la era cristiana o común (es a.C.).

    • 1000-931: Imperio davídico-salomónico.
    • 931: muerte de Salomón. Separación de los dos reinos hermanos e inicio de una historia paralela: Norte (Israel o Efraim) y Sur (Judá).
    • 883: resurgimiento de Asiria como gran potencia militar.
    • 722 (o 721): invasión de Asiria y destrucción del reino Norte (Israel/Efraim).
    • 722/721-586: historia del único reino independiente, el Sur (Judá).
    • Gradual debilitamiento de Asiria y resurgimiento de Babilonia.
    • 640-609: reinado de Josías (reforma política y religiosa).
    • 597: primera deportación para Babilonia.
    • 586: invasión de Jerusalén por los babilónicos, destrucción del Templo, segunda gran deportación para Babilonia e inicio del período llamado de “exilio”.
    • 586-537: exilio en Babilonia.
    • 555: inicio de la campaña de Ciro, rey de los medos y de los persas.
    • 539: entrada victoriosa de Ciro en Babilonia.
    • 538: edicto de Ciro, autorizando a los judíos deportados a retornar a Jerusalén.
    • 537: inicio del período de reconstrucción de Jerusalén y del Templo.
    • 333: Alejandro el Grande conquista el Antiguo Oriente Próximo (Oriente Medio).
    • 323: muerte de Alejandro el Grande en Babilonia; división de su imperio entre los diádocos.
    • 167-164: Antíoco IV Epífanes inicia un proceso de helenización forzada.
    • Revuelta dos Macabeos: guerra, persecución y mártires.
    • 63: Roma conquista  Oriente Medio.
    • 40-4: Reinado de Herodes el Grande.
    • 6 (¡a.C.!): Nacimiento de Jesús.

De todas estas fechas, la que mayor impacto tuvo en la historia y en la literatura el AT es el año 586, que marca el inicio del período del exilio.

En términos de la historia civil y política, el exilio marca el fin de la monarquía y de la independencia. No solo eso, sino que también la religión se ve afectada y, en consecuencia, los textos que luego formarán la Sagrada Escritura.

A cada nuevo acontecimiento importante, una nueva etapa de la historia de Israel/Judá. Los hechos del pasado se vuelven a contar y a explicar a la luz de una nueva situación social, histórica y política, para dar sentido al presente y abrir la esperanza hacia el futuro.

Desde los tiempos del imperio davídico-salomónico hasta los tiempos de la reconstrucción post-exilio (períodos asirio, babilónico y persa) surgen y son fusionadas diversas tradiciones orales y escritas. El resultado es la obra historiográfica-legislativa del Pentateuco (también llamado Torá), un relato más o menos linear de los orígenes (creación, caída, diluvio) de los patriarcas (Abrahan, Isaac, Jacob-Israel, José y sus hermanos), del éxodo y de la travesía por el desierto.

Otra tradición historiográfica asume la tarea de narrar los eventos desde la conquista de Canán hasta el exilio, pasando por el período de los jueces, de la monarquía unida y de los reinos divididos.

Con la consolidación de la monarquía se consolida también la profecía que dura hasta los años de la reconstrucción y tal vez más allá de ella. No todos los profetas son conocidos por su nombre, ni todos ellos escribieron. Sin embargo, muchos de los mensajes de estos mensajeros divinos fueron conservados gracias a una intensa actividad literaria, emprendida por ellos mismos y por sus discípulos.

Los cambios históricos y políticos tanto en la sociedad de Judá, como en el escenario internacional, llevan a una gradual desaparición de la profecía, dejando espacio para otros dos movimientos literario-religioso de extrema importancia y vitalidad: la tradición apocalíptica y la tradición sapiencial.

La apocalíptica impregna ya algunos de los libros proféticos canónicos. Pero su principal producción literaria no pertenece al canon bíblico. De forma diferente, la tradición sapiencial fue ampliamente abrazada por el canon con escrituras que reflejan el sentido de la existencia humana.

Las escrituras de las diversas tradiciones poéticas también fueron asumidas al canon del AT.

Igualmente tradiciones historiográficas de menor envergadura, que produjeron novelas edificantes y libros de aventuras, todos ellos reflejando los desafíos que las circunstancias sociales e históricas impusieron a las comunidades del pueblo de Dios, no sólo en Jerusalén, sino también fuera de Judea/Palestina.

2 Panorama teológico-literario

2.1. Muchas teologías en el Antiguo Testamento

Cada uno de los libros que tenemos hoy llevaron mucho tempo para llegar a su forma actual y, en la mayoría de los casos no fue la obra de una sola persona. Por eso, es necesario hablar no de “teología”, y sí de “teologías” del Antiguo Testamento: la teología de la llamada “escuela deuteronomista” es diferente de la teología de un grupo normalmente llamado “javista”; la teología de Job es totalmente diferente de la teología de Sirácida (Eclesiástico).

2.2. Dos Antiguos Testamentos

Un conjunto de libros que forman lo que normalmente llamamos de “Antiguo Testamento” ya estaba completo antes del año 200 a.C.. Por haber sido escrito en hebreo (una mínima parte en arameo) es llamado de “Biblia Hebraica” y consta de tres divisiones: Torá (Ley), Nebi’îm (Profetas), Ketubîm (Escritos). Es comúnmente llamado de TaNaK (palabra formada por la primera letra del título de cada parte).

Alrededor del año 180 a.C., fue realizada la traducción de la Biblia Hebrea al griego. Pero ésta no fue solamente una traducción: hubo también adaptaciones e inclusiones, tanto de las partes como de los libros enteros. La traducción griega es conocida como “Setenta” o “Septuaginta” y es indicada por la letras LXX (setenta en algoritmos romanos).

Por lo tanto, entre la Biblia Hebrea y la LXX hay varias diferencias más allá de la lengua: ambiente histórico, social, político, geográfico; adaptaciones y aumentos, libros nuevos en la LXX (no todos en el canon de nuestras Biblias), agrupamientos y orden de los libros.

Las biblias católicas se diferencian de las biblias protestantes/evangélicas porque, además de los libros de la Biblia Hebraica, incluyen también algunos de los libros nuevos que fueron incorporados en LXX. Ellos son:  Baruc, Eclesiástico (Sirácida), Sabeduría, Tobias, Judith, 1 e 2 Macabeos. También los libros de Daniel y Ester recibieron adiciones, que están presentes en las biblias católicas, pero no en la biblias protestantes/evangélicas.

Debemos finalmente recordar que la LXX contiene también una serie de libros que no fueron asumidos por el canon cristiano católico: 3 y 4 Macabeos, Odes, Salmos de Salomón y 4 Esdras.

2.3. Actual división de los libros del AT

En nuestras ediciones de la Biblia, el orden y el agrupamiento de los libros no sigue exactamente a la Biblia Hebrea ni al LXX. Sino que, con anterioridad, los libros fueron agrupados y secuenciados en función de varios criterios, tales como la importancia del libro o del bloque de libros y la cronología de los eventos narrados.

En las ediciones cristianas de la Biblia es posible distinguir los siguientes grupos:

  • Torá (= Ley) o Pentateuco
  • Libros históricos
  • Libros sapienciales y libros poéticos
  • Libros proféticos

3 Torá o Pentateuco

Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio forman un complejo narrativo-legislativo. Bajo el aspecto narrativo, se relata una historia lineal: los orígenes del mundo y de la humanidad (Gn 1–11), la historia de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacobo (Gn12–36), la historia de José (Gn 37–50), el éxodo de Egipto (Ex 1–15), la Alianza en Sinaí y la travesía del desierto (Ex 16 – Nm 21), campamento en Moab y los últimos eventos antes de entrar a la Tierra Prometida (Nm 22 – Dt 34).

Bajo el aspecto legislativo, los cinco primeros libros de la Biblia contienen un amplio conjunto de códigos legislativos insertados en la narrativa linear anteriormente descripta. Se destacan: el Decálogo (Ex 20,2-17, reelaborado en Dt 5,6-21); el Código de la Alianza (Ex 20,22–23,19); la Ley de la Santidad (Lv 17–26) y el Código Deuteronómico (Dt 12–26).

Este complejo narrativo-legislativo fue madurado largamente y fue compuesto con materiales provenientes de varios grupos, ideologías y épocas. Desde el siglo XVIII surgieron varias opiniones sobre la formación del actual Pentateuco, sin embargo fue la teoría documental de Julius Wellhausen la que se impuso desde la mitad del siglo XIX. Según esta teoría, el texto actual del Pentateuco es el resultado de la fusión de cuatro fuentes en un conjunto más o menos armonioso. Estas cuatro fuentes son:

    • Javista (J): desde Gn 2,4 llama a  Dios de “Javé”. El  lugar, sin dudas, es Jerusalén (reino Sur), pero su fecha es discutible: ¿en el siglo X a.C., durante el reinado de Salomón, o en el siglo VII a.C., bajo Josías, o también en el siglo VI a.C., más cerca del fin de la monarquía?
    • Eloísta (E): llama a Deus de “Javé” solamente después del Ex 3,14. Antes  de esto, Deus es llamado de “Elohim”. Entre los siglos IX y VIII a.C., en el reino Norte.
    • Sacerdotal (P, del alemán, Priestercodex): se preocupa principalmente con aspectos rituales. Durante el exilio en Babilonia (587-537 a.C.) y  poco después.

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  • Deuteronomista (D): compone el libro del Deuteronomio como introducción a la obra historiográfica que viene a continuación (Obra Histórica Deuteronomista). Varios estratos redactados, reflejando los diversos momentos de la historia de Israel (el período asirio, el período babilónico, el exilio, el período persa).

 

Cada una de ellas refleja el período histórico y la ideología religiosa. Ninguna de ellas tiene la intención de escribir un relato periodístico, y sí una historia teológica (catequética), desde sus orígenes hasta las vísperas de la entrada en la Tierra Prometida.

A pesar de las críticas, revisiones y correcciones, la teoría documentaria de Wellhausen continuó soberana hasta la década de 1970, cuando sus presupuestos básicos fueron fuertemente cuestionados. Desde ese entonces, se buscaron otras explicaciones para la composición del Pentateuco. Fueron tres las tendencia de estas nuevas explicaciones:

    1. Rechazar totalmente la lectura diacrónica (método histórico-crítico) y, teniendo como base las teorías literarias recientes, asumir únicamente la lectura sincrónica.
    2. Asumir una fecha reciente de los textos del Pentateuco y, de esta forma, eliminar las fuentes más antiguas de la teoría documental, es decir, la Javisa e la Eloista.

Substituir el modelo de los “documentos” por el de las redacciones o reelaboraciones sucesivas, lo que lleva a varios modelos, muchas veces fragmentados.

No es raro que se vuelva de un modo u otro a las intuiciones de Wellhausen, aún que apenas sea de forma conceptual. Se habla, por ejemplo, de un “Proto-Pentateuco pre-sacerdotal”, de un “sacerdotal básico”, de un “Deuteronomio deuteronomista”, de las relecturas “post-deuteronomistas” e “post-sacerdotales”. En el rastro de las lecturas sincrónicas, se habla de Hexateuco” (de Gn a Js, de la creación a la conquista de la Tierra), así como de Eneateuco (de Gn a Re, de la creación a la pérdida de la Tierra).

Esta multiplicidad de opiniones muestra la complejidad de la cuestión sobre la formación del Pentateuco y cuan lejos estamos de un nuevo consenso sobre una explicación que, como la teoría documentaria clásica de Wellhausen, constituya un paradigma que se imponga por su solidez y aplicabilidad.

4 Libros históricos

El término “histórico” debería estar entre comillas, ya que el concepto que los autores bíblicos tenían de la obra historiográfica era muy diferente de lo que tenemos hoy.

4.1. La obra Histórica Deuteronomista y el libro de Ruth

Josué, Jueces, 1-2 Samuel y 1-2 Reyes cuentan de forma lineal una historia compleja y llena de vueltas y enredos: desde la conquista de la Tierra Prometida hasta su pérdida. En la Biblia Hebrea estos libros son llamados “Profetas Anteriores”. Se trata de una obra historiográfica – la obra histórica Deuteronomista (OHD) – que recoge el material de otros escritos (normalmente, registros de la corte) y también material inédito.

Normalmente se habla de varias camadas de redacción, fusionadas durante aproximadamente doscientos años (entre 650 y 450 a.C). La autoría es atribuida a la llamada “escuela deuteronomista”  o simplemente “ el deuteronomista”. Este nombre se debe al hecho de que el libro del Deuteronomio funciona como un portal de entrada para la historia narrada que sigue y también ofrece los criterios para juzgarla.

El período de la historia de Israel está cubierto por la OHD que comienza con la confederación de las tribus (Josué), pasa por la conquista de la tierra (Jueces) y por la monarquía unida (Samuel) y termina con la separación de los reinos y la destrucción de cada uno de ellos (Reyes). Es un relato desde la perspectiva religiosa y tiene la finalidad de mostrar que la historia se va deteriorando siempre más, hasta llegar al límite de la infidelidad, no dejando a YHWH alternativa, excepto una catástrofe para castigar al pueblo y, de esta manera, purificarlo. Así, la OHD quiere no solamente explicar por qué YHWH castiga su pueblo con el exilio, sino también puntualizar los caminos para superar la crisis y reconstruir la comunidad, de esta vez fiel a la Alianza.

De esta forma se desarrolla la historia en la OHD:

    • Deuteronomio: la sociedad ideal, según la Ley de Yhwh.
    • Josué: El pueblo fiel, cumplidor de la Alianza y de la Ley.
    • Jueces: Fidelidad e infidelidad se alternan en un ciclo continuo: (a) pecado; (b) castigo; (c) arrepentimiento; (d) liberación.
    • 1-2 Samuel y 1-2 Reyes: Infidelidad institucionalizada: el primero a ser infiel es el rey.

Las ediciones cristianas de la Biblia siguen a LXX e insertan el libro de Ruth entre Jueces y Samuel. Rut[1] es la bisabuela del rey David y, para preparar la entrada en escena de este gran rey de Israel, la novela que cuenta la edificante historia de Ruth es incluida antes del libro que narra el pasaje del período de los jueces para el período de la monarquía.

4.2.  La obra Histórica del Cronista

Un conjunto de cuatro libros es atribuído a un autor comúnmente denominado “cronista”, una vez que los dos primeros libros de su obra reciben el nombre de “Crónicas”. Estos dos textos vuelven a relatar lo que ya fue contado en los libros de la Torá y de los Profetas Anteriores (Obra Histórica Deuteronomista) a la luz de la nueva situación vivida por la comunidad judaica en el período del Segundo Templo. Esta relectura de la Ley y de los Profetas Anteriores termina con el decreto de Ciro autorizando la vuelta para Jerusalén de los judíos deportados en Babilonia. Un versión ligeramente modificada de este decreto inicia el libro de Esdras, dando a entender que todo el relato de las Crónicas funciona como un resumen que prepara los dos libros siguientes, Esdras y Neemias, que cuentan las diferentes etapas de la repatriación, de la reconstrucción de los muros y del templo de Jerusalén, de la restauración del culto y de la reorganización de la comunidad.

4.3. Novelas edificantes y libros de aventura

Completando la serie de libros narrativos del Antiguo Testamento, las ediciones cristianas de la Biblia presentan libros que llenan el período de tiempo que cubre la dominación persa, la dominación greco-helénica y los preanuncios de la dominación romana.

El libro de Ester llegó hasta nosotros en dos versiones –  hebrea (más corta) y griega (más larga) – y narra la historia de una judía deportada que, como un “José femenino”, llega al poder en Persia y su acción es decisiva para salvar su pueblo.

Las biblias católicas incluyen también libros escritos en griego: Tobías, Judith y 1-2 Macabeos.

Tobías es una narración popular, una novela edificante que cuenta las peripecias de un judío fiel en medio de las dificultades y peligros que serán enfrentados en tierra pagana. Gracias a su rectitud ética, el protagonista – Tobías – experimenta la acción salvadora de la providencia divina.

Judith es también una novela popular, aunque de tipo heroico: una comunidad judía perseguida se debilita y pierde la esperanza. Entonces surge una viuda, Judith (“la judía” por excelencia), que fortalecida por su fe, arriesga la propia vida y salva su pueblo. Como una Ester de la periferia y armada con una espada, Judith encarna la confianza en las promesas de Dios y derrota al enemigo poderoso y ambicioso.

Ester, Tobías y Judith son, entonces, relatos ejemplares por medio de los cuales el judaísmo transmite sus convicciones sobre la identidad del pueblo judío, del comportamiento a ser asumido en las crisis y la fidelidad frente al impacto causado por el helenismo.

En esta misma línea de fidelidad guerrera se presentan los libros canónicos de los Macabeos, con relatos de los episodios ambientados en el período de la helenización forzada emprendida por Antíoco IV Epifanes (175-164 a.C.). El primer libro es un relato de héroes: una familia de judíos piadosos se niega a aceptar la imposición religiosa e inicia una guerra contra los denominadores helenistas y la aristocracia judaica que había adherido al imperialismo cultural y religioso.

El segundo libro (probablemente anterior al primero) es más religioso, refleja el sentimiento de los judíos piadosos y  describe los testimonios de fe de los que, aun frente a la guerra, la persecución y la muerte, no reniegan de la religión judía. El libro trae escenas de martirio y también de feroces batallas. 2 Macabeos elabora una teología de la historia y también una explícita profesión de fe en la inmortalidad y en la resurrección de los justos.

5 Libros sapienciales y libros poéticos

Los libros sapienciales propiamente dichos son cinco: Proverbios, Job, Qohélet (Eclesiastes), Sirácida (Eclesiástico) y Sabuduría. El Cantar de los Cantares y Salmos son libros poéticos.

La búsqueda de la sabiduría y del sentido de la vida no fue un fenómeno exclusivo del pueblo bíblico ni iniciado por él. Se trata más bien de una indagación común presente también en las culturas vecinas (Egipto, Mesopotamia, Ugarit). La palabra “sabiduría” abarca no solo los conocimientos científicos, sino también y principalmente, la capacidad de encontrar las soluciones adecuadas para todo tipo de problema: agricultura, economía, relacionamientos sociales, familia, etc.

Los libros sapienciales bíblicos pueden ser leídos e interpretados sobre el paño de fondo de la llamada “Teología de la Retribución”. Se trata de una doctrina que puede ser esquematizada de la siguiente forma:

  • justo = sabio = bendecido (rico, saludable, feliz)
  • injusto = insensato = maldito (pobre, enfermo, infeliz)

En otras palabras, ¡el que las hace, las paga!

Sin embargo, los autores bíblicos no son unánimes sobre la validez de esta creencia. A la pregunta “¿la Teología de la Retribución funciona?”, la respuesta encontrada en los libros sapienciales bíblicos es:

  • Proverbios y Sirácida: “¡Sí, funciona! ¡Y la vida humana tiene sentido!”
  • Job y Qohélet: “¡No, no funciona! ¡Y la vida humana no tiene sentido!”
  • Sabiduría: “¡Funciona, pero sólo en la vida después de la muerte! ¡Es el sentido de la vida humana está en la felicidad extraterrena!”

En las ediciones cristianas de la Biblia, entre los libros sapienciales están dos libros poéticos: Salmos y El Cantar de los Cantares.

En la Biblia Hebrea, el libro de los Salmos es denominado Tehillim, es decir, alabanzas . El título “salmos” viene de la LXX, que lo denomina Psálmoi, es decir, cantos para ser ejecutados al sonido de un instrumento de cuerda, que en griego se dice psaltérion. Este último término griego pasó a designar a todo el libro, como una colección de himnos, alabanzas y cantos. Sin embargo, en realidad, el libro es una colección de colecciones: 150 piezas literarias de varios tamaños, índoles, estilos y géneros (súplicas, lamentaciones, poesías doctrinales, himnos y alabanzas).

El Cantar de los cantares es también una recopilación de poesías o cantos de amor, en los que se concentran las diferentes fases del deseo y de la pasión: la descripción de la persona amada, la nostalgia, el anhelo, el placer, etc. El Cantar elabora una teología del amor humano: más que un sentimiento, el amor es una realidad intrínsecamente buena y que se justifica a sí misma, que es un fin en sí misma. Es así, porque el amor humano se inspira en el amor divino y es parábola de él, pues revela como Dios nos ama: con pasión, ansiedad, alegría, placer y furia.

6 Libros proféticos

La palabra profeta viene del griego pro-fetés que significa  “alguien que habla en lugar del otro”, el portavoz. En este sentido, varios personajes son eventualmente llamados de profetas en la Biblia: Abraham, Moisés, David. Sin embargo, el termino es más adecuadamente aplicado a los hombres y mujeres que asumen el papel de mediadores entre Dios y la raza humana.

El fenómeno de la profecía no es exclusivo de Israel. En el mundo antiguo, así como hoy, es fácilmente confundido con la capacidad de mirar el futuro y prever los acontecimientos. Pero no es ésta la única ni la principal actividad profética. La nomenclatura en la Biblia Hebrea es fluida y deja ver una evolución en el concepto de lo que significa actuar como mediador: vidente, visionario, hombre de Dios, profeta. Aun más, señala también una evolución de los medios de comunicación: visiones, éxtasis, posesión y trance; palabras y oráculos.

Los profetas bíblicos, por lo tanto, no deben ser confundidos con adivinadores del futuro. Ellos no ven el futuro, pero sí el presente: observando las estructuras sociales y el comportamiento individual de las personas, el profeta emite un juicio, si aquella sociedad/persona camina de acuerdo con la Ley de YHWH o no. En caso afirmativo, aquella sociedad/persona puede tener esperanzas; en caso negativo, lo que se prevé es la catástrofe.

6.1 Profetas no-escritores y profetas escritores

En términos literarios, los profetas pueden ser divididos en dos grupos: los profetas no escritores y los profetas escritores o clásicos.

Como el propio nombre lo dice, el término “profetas no-escritores” designa los profetas a los que no le fueron atribuidos libros en la Biblia. Hay una larga lista de profetas no escritores, cuya actividad está principalmente descripta en los libros de Samuel y Reyes. Los más importantes son Elías y Eliseo; pero también: Natán, Gad, Aias de Silo,  Miqueias ben Yemla, Hulda (mujer), entre otros. Y, es claro, el propio Samuel que es calificado como “ el último juez y el primer profeta”.

Los profetas escritores (o profetas clásicos) constituyen el grupo más famoso; sin embargo, no forman el grupo más numeroso. En la Biblia Hebrea, son apenas quince libros proféticos: los tres mayores (Isaías, Jeremías, Ezequiel) y los doce menores (Oseias, Joel, Amós, Abdias, Jonas, Miqueias, Naum, Habacuc, Sofonias, Ageu, Zacarias, Malaquias). Pero las ediciones cristianas siguen el arreglo de la Biblia Griega (LXX): después de Jeremías, se incluyen los libros de Lamentaciones y de Baruc; después Ezequiel, el libro de Daniel, con las adiciones griegas.

6.2 Los Profetas mayores y los profetas menores

La calificación de “mayores” y “menores” no se debe a la importancia ni al período de actuación de esos profetas. Es motivada única y exclusivamente por el tamaño de los libros y, por eso, debería ser rechazada. En lugar de  “profetas menores”, lo más correcto es hablar de “el libro de los Doce Profetas”.

Se quedaron fuera de la lista arriba: Baruc y Daniel. Baruc es un profeta cuyo libro se encuentra solamente en la LXX y que por algunos es identificado con su tocayo Baruc, el secretario de Jeremías. En cuanto a Daniel, su libro es un apocalipsis y por eso en la Biblia Hebrea está entre los “Escritos”.

Cuando se habla de “literatura profética”, es obvio que se habla de profetas escritores. Pero cada uno de los libros proféticos de nuestras biblias tiene una historia narrativa bastante compleja. En primer lugar, el orden de los libros no es equivalente al orden cronológico en el que actuaron los profetas: Oseias es posterior a Amós y, sin embargo, el libro de Amos fue puesto después de los libros de Oseias y de Joel (cuyo período de actividad aun causa polémicas). Segundo, hay también cuestiones referentes a la autoría de los libros proféticos. Malaquías, por ejemplo, es una palabra que significa “mensajero de Yhwh”: se trata de un nombre prácticamente inventado para atribuir a él el último libro de los Doce Profetas. Y hay también trechos en Isaías y en Zacarías (además del propio Malaquías) cuyos verdaderos autores son anónimos, sin hablar de Jonas, que no es autor, sino el protagonista del libro que lleva su nombre.

6.3 El mensaje de los profetas

En lo que se refiere al mensaje de los profetas, el mismo está ligado al período histórico y al lugar en el que ejercieron su actividad. El marco fundamental es el exilio (586-537 a.C.). Este período de aproximadamente cincuenta años divide a la historia del pueblo de Dios en un “antes, durante y después” que se refleja nítidamente en el mensaje de los profetas, principalmente los profetas de Judá (reino Sur).

En forma sintética, es posible resumir así el mensaje de los profetas escritores:

  • antes del exilio: “¡Conviértanse!”
  • durante el exilio: “¡Coraje!”
  • después del exilio: “¡Vamos a unirnos!”

Cronológicamente, así es posible situar a los profetas escritores:

  • En Israel o Efraim (reino Norte): antes de la caída de Samaria (721): Amós (± 780) y Oseias (± 760).
  • En Judá (reino Sur): antes del exilio en Babilonia (hasta 586): Isaías de Jerusalén (740-701); Miqueias (727-701); Sofonías (± 630); Jeremías (627-586); Naum (± 612 ?); Habacuc (± 600) y la primera parte de la profecía de Ezequiel (593-587).
  • Durante el exilio en Babilonia (entre 586 e 539): la segunda parte de la profecía de Ezequiel (587-571) y el Segundo Isaías (550-539).
  • Después del exilio, en Jerusalén, en los primeros años de la reconstrucción (537 en adelante): el Tercero Isaías (538-510), Ageu (±520) y Zacarías 1-8 (±520).
  • Hay también profetas y libros proféticos de fechas inciertas, algunos de ellos quizás del período helenista: Malaquías, Zacarías 9-14, Abdias, Joel, Jonas, Baruc e Daniel.

7 Antiguo Testamento y Palabra de Dios

Para los cristianos, Cristo es la plenitud de la revelación de Dios; en otras palabras, Cristo es una perfecta manifestación de Dios y en él, por lo tanto, la revelación encuentra su cumplimiento. La lectura cristiana de las Escrituras adoptó esquemas sustancialmente bíblicos para explicar la relación entre los dos Testamentos y así afirmar que el Nuevo termina lo que el Antiguo había comenzado. Tales esquemas son:

  • continuidad y discontinuidad (novedad);
  • preparación y cumplimiento;
  • figura y realidad;
  • promesa y realización.

Sin embargo, es un gran error (una herejía) afirmar que el Antiguo Testamento solo tiene valor en función de lo Nuevo, o que el Antiguo es la Palabra de Dios solamente porque fue legitimado, completado y corregido por el Nuevo. ¡No!

El Antiguo Testamento vale por sí mismo y es Palabra de Dios tanto como el Nuevo. Es decir, el Antiguo Testamento no depende del Nuevo para ser Palabra de Dios y no es, en ninguna hipótesis, reemplazado por el Nuevo. ¡Al contrario, el nuevo se enraíza en el Antiguo, de modo tal que es necesario conocer mucho el Antiguo Testamento para comprender un poco del Nuevo!

Cássio Murilo Dias da Silva, PUC-RS. Texto original en Portugués.

8 Referencias bibliográficas

Guijarro Oporto, Santiago & Salvador García, Miguel, eds. Comentário ao Antigo Testamento. 2 vols. São Paulo, Ave Maria, 20093.

Römer, Thomas; Macchi, Jean-Daniel & Nihan, Christophe, orgs. Antigo Testamento – história, escritura e teologia. São Paulo, Loyola, 2010.

Zenger, Erich et alii. Introdução ao Antigo Testamento. São Paulo, Loyola 2003 (Bíblia Loyola, 36).

Para saber más:

Carmody, Timothy R. Como ler a Bíblia. Guia para estudo. São Paulo, Loyola 2008.

Charpentier, Étienne. Para ler o Antigo Testamento. São Paulo, Paulus 1986 (Entender a Bíblia).

Drane, John, org. Enciclopédia da Bíblia. São Paulo, Loyola – Paulinas 2009.

Harrington, Wilfrid J. Chave para a Bíblia. São Paulo, Paulus 19978 (Biblioteca de Estudos Bíblicos).

Schmid, Konrad. História da literatura do Antigo Testamento. São Paulo, Loyola, 2013 (Bíblia Loyola, 65).

[1] En la Biblia Hebrea, el Libro de Ruth pertenece al conjunto de libros denominados “Meguillot”,  y está en el tercer bloque de libros, o sea, de los Escritos.