¿Sociedad de la información o sociedad del control?

Indice

Introducción

1 Una nueva era

2 Una interpretación inédita de la realidad

3 Nuevas potencialidades

4 ¿Información o control?

5 Sostenibilidad digital

6 El pontificado de Francisco

Conclusión

Introducción

No es fácil revisar las novedades del mundo digital y los desafíos que representa para la conciencia y la libertad. La transformación, cuya omnipresencia y poder transformador todos percibimos hoy, especialmente después de la pandemia, aún no ha revelado completamente su alcance. Sin embargo, para esclarecer la magnitud de estos procesos, propondremos un itinerario dividido en varios momentos. Comenzaremos describiendo lo sucedido (Una nueva era) y luego intentaremos resaltar las principales características de la Era Digital (Una interpretación inédita de la realidad). Las perspectivas de nuestro análisis nos llevarán entonces a delinear las potencialidades (Nuevas potencialidades) y los límites (¿Información o control?) de estas transformaciones. A continuación indicaremos cuál podría ser un remedio para hacer más sostenible el sistema (Sostenibilidad Digital), además de señalar las pistas que da el magisterio de Francisco (El pontificado de Francisco).

1 Una nueva era

La evolución de la computadora influyó profundamente en todas las tecnologías de la comunicación al mismo tiempo que aprovechó todo su potencial. En un principio, la computadora parecía una herramienta reservada para las grandes organizaciones y administraciones, la investigación científica y los mandos militares. A partir de la década de 1970, la tecnología de microprocesadores, el constante desarrollo de software fácil de usar y, en la década de 1990, la rápida expansión de la red, la transformaron en una máquina accesible para todos, como cualquier otro electrodoméstico. Para entender este cambio, debemos centrarnos en la principal característica de esta nueva forma de comunicación: lo digital.

En informática y electrónica, digital se refiere al hecho de que toda la información está representada por números o que es manipulada por números (el término se deriva del inglés digit, que significa cifrado). Un determinado conjunto de información se representa en formato digital, es decir, como una secuencia de números tomados de un conjunto de valores discretos, es decir, pertenecientes a un mismo conjunto bien definido y circunscrito. Actualmente, digital puede ser considerado como sinónimo de numérico y se opone a la forma de representación de la información denominada analógica. Lo digital se opone a lo analógico, es decir, no contable.

Digital, por tanto, se refiere a la matemática de lo discreto, que trabaja con un conjunto finito de elementos, mientras que lo analógico se modela con la matemática del continuo, que trata con una infinidad (numerable o no numerable) de elementos. Un objeto es digitalizado, es decir, hecho digital, si su estado original (analógico) es traducido y representado por medio de un conjunto numérico de elementos. Por ejemplo, una foto, normalmente compuesta por un número infinito de puntos, cada uno de los cuales está compuesto por una gama infinita de colores, se digitaliza y, por lo tanto, se traduce en una foto digital, cuando su superficie se representa subdividida en un número discreto de puntos (generalmente pequeños cuadrados o rectángulos llamados píxeles), cada uno de los cuales está compuesto por un color representado, a su vez, por un número.

Hoy, la comunicación electrónica, por un lado, contribuye a debilitar la institución del libro como fuente y herramienta de información y cultura; por otro lado, de nuevas formas, ella continúa y amplía su servicio (como, por ejemplo, sucede con el ebook). Además, si la impresora permitía un uso diferente de la memoria, la computadora hoy aumenta aún más este cambio, dotada como está de una gran capacidad de gestión de datos.

Precisamente porque procesa el lenguaje de todos los demás medios en formato digital, la computadora se ha convertido en el medio por excelencia del siglo XXI. En particular, es una herramienta de escritura para todos: periodistas, escritores, científicos, ingenieros, poetas y artistas. Modificó en gran medida las técnicas tradicionales de escritura, como lo hizo para la edición, la fotocomposición y la propia impresión.

A principios del siglo XX, la comunidad humana estaba unida por el telégrafo y luego por el teléfono. Hoy en día, las conexiones globales se realizan por computadora: el intercambio de dinero y bienes en la bolsa de valores, el tráfico aéreo y ferroviario, etc. son controlados por computadora. De igual forma permite que millones de personas intercambien mensajes sin límites de tiempo ni espacio.

2 Una interpretación inédita de la realidad

La revolución en la ciencia y la tecnología provocada por las computadoras y la tecnología de la información ha sido acertadamente descrita por Naief Yehya: “Con una computadora podemos convertir casi cualquier problema humano en estadísticas, gráficos, ecuaciones. Sin embargo, lo realmente perturbador es que, al hacerlo, creamos la ilusión de que estos problemas se pueden resolver con computadoras” (YEHYA, 2005, p. 15).

Chris Anderson, editor en jefe de Wired[1], resume lo que la revolución digital[2] significa para el mundo científico:

Los científicos siempre se han basado en hipótesis y experimentos. […] Ante la disponibilidad de enormes cantidades de datos, este enfoque -hipótesis, modelo teórico y prueba- se vuelve obsoleto. […] Ahora hay una mejor manera. Los petabytes nos permiten decir: “la correlación es suficiente”. Podemos dejar de buscar modelos teóricos. Podemos analizar los datos sin ninguna suposición sobre lo que los datos podrían mostrar. Podemos enviar los números al mayor conjunto de computadoras [clusters] que el mundo jamás haya visto y dejar que los algoritmos estadísticos encuentren modelos [estadísticos] donde la ciencia no puede. […] Aprender a usar una computadora de esta escala puede ser un desafío. Pero la oportunidad es grande: la nueva disponibilidad de cantidades masivas de datos, combinada con las herramientas estadísticas para procesarlos, ofrece una forma completamente nueva de entender el mundo. La correlación reemplaza a la causalidad y la ciencia puede avanzar incluso sin modelos teóricos coherentes, teorías unificadas o algún tipo de explicación mecanicista. (ANDERSON, 2008, p. 106-107)[3]

El advenimiento de la investigación digital, donde todo se transforma en datos numéricos, conduce a la capacidad de estudiar el mundo según nuevos paradigmas gnoseológicos: lo que cuenta es solo la correlación entre dos cantidades de datos y ya no una teoría coherente que explique esta correlación[4]. Prácticamente hoy asistimos a desarrollos tecnológicos (capacidad de hacer) que no corresponden a ningún desarrollo científico (capacidad de conocer y explicar): hoy en día se utiliza la correlación para predecir con suficiente precisión, aunque no exista una teoría científica que la sustente, el riesgo de impacto de asteroides incluso desconocidos en varios lugares de la Tierra, los lugares institucionales sujetos a ataques terroristas, el voto de ciudadanos individuales en las elecciones presidenciales de EE. UU., la tendencia a corto plazo del mercado de valores.

El uso de las computadoras y las tecnologías de la información en el desarrollo tecnológico ha puesto de relieve un desafío lingüístico que se produce en la frontera entre el hombre y la máquina: en el proceso de cuestionamiento mutuo entre el hombre y la máquina surgen proyecciones e intercambios hasta ahora inimaginables, y la máquina no se vuelve menos humana de lo que el hombre se convierte en máquina (BENANTI, 2012).

3 Nuevas potencialidades

El efecto de la digitalización exponencial de la comunicación y la sociedad está conduciendo, según Marc Prensky (PRENSKY, 2001a, p. 1-6; PRENSKY, 2001b, p. 1-6), a una verdadera transformación antropológica: el advenimiento de los nativos digitales. Nativo digital (en inglés digital native) es un término que se aplica a una persona que ha crecido con tecnologías digitales como computadoras, Internet, teléfonos celulares y reproductores de MP3. La expresión se utiliza para referirse a un grupo nuevo y sin precedentes de estudiantes que ingresan en el sistema educativo. Los nativos digitales surgieron en paralelo con la masificación de las computadoras con interfaz gráfica en 1985 y los sistemas operativos de ventana en 1996. El nativo digital crece en una sociedad multipantalla y considera las tecnologías como un elemento natural sin sentir ninguna incomodidad al manipularlas e interactuar. con ellas.

En cambio, Prensky acuñó la expresión inmigrante digital (digital immigrant) para referirse a una persona que creció antes de las tecnologías digitales y las adoptó más tarde. Una de las diferencias entre estos individuos es el distinto enfoque mental que tienen hacia las nuevas tecnologías: por ejemplo, un nativo digital hablará de su nueva cámara (sin definir su tipo tecnológico) mientras que un inmigrante digital hablará de su nueva cámara digital,  a diferencia de la cámara de película química que usó antes. Un nativo digital, según Prensky, está moldeado por la dieta mediática a la que está sujeto: en cinco años, por ejemplo, él o ella pasa 10.000 horas jugando videojuegos, intercambia al menos 200.000 correos electrónicos, pasa 10.000 horas en un teléfono celular, pasa 20.000 horas frente al televisor viendo al menos 500.000 comerciales, pero dedica solo 5.000 horas a la lectura. Esta dieta mediática produce, según Prensky, un nuevo lenguaje, una nueva forma de organizar el pensamiento que cambiará la estructura cerebral de los nativos digitales.

La multitarea, la hipertextualidad y la interactividad son, para Prensky, solo algunas de las características de lo que parece ser una etapa nueva y sin precedentes en la evolución humana. Además, según el autor, aunque de forma errática y a nuestra propia velocidad, todos vamos avanzando hacia una mejora digital que incluye actividades cognitivas. De hecho, dice, las herramientas digitales ya amplían y enriquecen nuestras capacidades cognitivas de muchas maneras. La tecnología digital mejora la memoria, por ejemplo, a través de herramientas de adquisición, almacenamiento y recuperación de datos. La recopilación de datos digitales y  las herramientas de apoyo a decisiones mejoran la elección, permitiéndonos recopilar más datos y verificar todas  las implicaciones completas de esa cuestión. La mejora cognitiva digital, posibilitada por computadoras portátiles, bases de datos en línea, simulaciones virtuales tridimensionales, herramientas de colaboración en línea, dispositivos portátiles y una serie de otras herramientas específicas del contexto, ahora es una realidad para muchas profesiones, incluso en campos que no son técnicos, como el derecho. y las humanidades. Por lo tanto, en lugar de “capacidad tecnológica”, Presky prefiere hablar de “capacidad digital”, por tres razones: 1. Porque hoy en día casi toda la tecnología es digital o se apoya en herramientas digitales; 2. La tecnología digital se diferencia de otras tecnologías en que es programable, es decir, es capaz de ser inducida a hacer, en niveles cada vez más precisos, exactamente lo que se quiere (esta capacidad de personalización está en el corazón de la revolución digital) ; 3. La tecnología digital invierte cada vez más energía en versiones cada vez más pequeñas de microprocesadores que, a su vez, forman el núcleo de gran parte de la tecnología capaz de mejorar la cognición. Esta miniaturización, junto con costos cada vez más bajos, es lo que hará que la tecnología digital esté disponible para todos, aunque a diferentes tarifas y en diferentes ubicaciones. (PRENSKY, 2009)[5].

4 ¿Información o control?

Vivimos en una sociedad y tiempo digital, la Era Digital, un período complejo por los profundos cambios que están produciendo estas tecnologías. La pandemia de la Covid-19 aceleró una serie de procesos que llevaban tiempo cambiando radicalmente la sociedad porque era posible disociar el contenido, el conocimiento, de su soporte[6]. El cambio en los tiempos que atravesamos lo produce la tecnología digital y su impacto en nuestra forma de entendernos a nosotros mismos y la realidad que nos rodea.

Para entender este desafío, necesitamos volver al comienzo de esta transformación. En un documental granulado filmado en 1952 en los laboratorios Bell, el matemático e investigador de los Laboratorios Bell, Claude Shannon, se encuentra junto a una máquina que él construyó. Construido en 1950, fue uno de los primeros ejemplos de aprendizaje automático del mundo: un ratón robótico, que resuelve laberintos, conocido como Theseus. El Teseo de la mitología griega antigua navegó por el laberinto de un minotauro y escapó siguiendo un hilo que usaba para marcar su camino. Pero el juguete electromecánico de Shannon pudo “recordar” la ruta con la ayuda de los interruptores de relé del teléfono.

En 1948, Shannon introdujo el concepto de teoría de la información en A Mathematical Theory of Communication (Teoría Matemática de la Comunicación), un artículo que proporciona la prueba matemática de que toda comunicación puede expresarse digitalmente. Claude Shannon demostró que los mensajes podían tratarse puramente como una cuestión de ingeniería. La teoría matemática y no semántica de la comunicación de Shannon abstrae el significado de un mensaje y la presencia de un remitente o destinatario humano; un mensaje, desde este punto de vista, es una serie de fenómenos transmisibles a los que se les puede aplicar una determinada métrica (POLT, 2015, p. 181).

Estas intuiciones dieron lugar a una nueva visión transdisciplinar de la realidad: la cibernética de Norbert Wiener. Para Wiener, la teoría de la información es una forma poderosa de concebir la naturaleza misma. Mientras el universo gana entropía, según la segunda ley de la termodinámica –es decir, su distribución de energía se vuelve menos diferenciada y más uniforme– existen sistemas locales contraentrópicos. Estos sistemas son los organismos vivos y las máquinas de procesamiento de información que construimos. Estos sistemas se diferencian y organizan: generan información (POLT, 2015, p. 181). El privilegio de este enfoque es que permite a la cibernética ejercer un control seguro sobre el campo interdisciplinario que genera y trata: “la cibernética ahora puede estar segura de su ‘cosa’, es decir, de calcularlo todo en términos de un proceso controlado” (HEIDEGGER, FABRIS, 1988, p.34-35).

Comenzando en la década anterior a la Segunda Guerra Mundial, y acelerando durante y después de la guerra, los científicos diseñaron sistemas mecánicos y eléctricos cada vez más sofisticados que permitieron que sus máquinas actuaran como si tuvieran un propósito. Este trabajo se cruzó con otros trabajos sobre cognición en animales y trabajos tempranos en computación. Lo que surgió fue una nueva forma de ver los sistemas, no solo mecánicos y eléctricos, sino también biológicos y sociales: una teoría unificadora de los sistemas y su relación con el medio ambiente. Este movimiento hacia “sistemas completos” y “pensamiento sistémico” se conoció como cibernética. La cibernética enmarca el mundo en términos de sistemas y sus objetivos.

Según la cibernética, los sistemas logran sus objetivos a través de procesos iterativos o ciclos de retroalimentación. De repente, los principales científicos de la posguerra se tomaron en serio la causalidad circular (A causa B, B causa C y finalmente C causa A). Mirando más de cerca, los científicos vieron la dificultad de separar al observador del sistema. De hecho, el sistema parecía ser una construcción del observador. El papel del observador es proporcionar una descripción del sistema, que se le da a otro observador. La descripción requiere un idioma. Y el proceso de observar, crear lenguaje y compartir descripciones crea una sociedad. Desde finales de la década de 1940, la investigación más avanzada del mundo ha comenzado a analizar la subjetividad (del lenguaje, la conversación y la ética) y su relación con los sistemas y el diseño. Distintas disciplinas colaboraban para estudiar la “colaboración” como categoría de control.

Hasta entonces, los físicos habían descrito el mundo en términos de materia y energía. La comunidad cibernética proponía una nueva visión del mundo a través del lente de la información, los canales de comunicación y la organización. De esta manera, la cibernética nació en los albores de la era de la información, en las comunicaciones predigitales y en los medios, uniendo la forma en que los humanos interactúan con las máquinas, los sistemas y entre sí. La cibernética se centra en utilizar la retroalimentación para corregir errores y lograr objetivos: la cibernética hace de la máquina y del ser humano una especie de ratón de Shannon.

Es en este nivel que necesitamos mirar más de cerca los efectos que esto puede tener en la comprensión -de uno mismo y de los demás- del ser humano y en la libertad. A medida que maduraron las discusiones, se ampliaron los objetivos de la comunidad cibernética. En 1968, Margaret Mead contemplaba la aplicación de la cibernética a los problemas sociales.:

A medida que se amplía el escenario mundial, existe la posibilidad continua de utilizar la cibernética como una forma de comunicación en un mundo de creciente especialización científica. […] deberíamos mirar muy seriamente el estado actual de la sociedad estadounidense, dentro de la cual esperamos desarrollar estas formas muy sofisticadas de tratar con sistemas que necesitan atención desesperadamente. Problemas de las áreas metropolitanas, […]. Las interrelaciones entre los diferentes niveles de gobierno, la redistribución de la renta, […] los vínculos necesarios entre partes de grandes complejos industriales… (MEAD, 1968, p. 45)[7]

El enfoque cibernético, como subrayaría Martin Heidegger en su relectura de Wiener y de la obra de los cibernéticos, “reduce” la propia actividad humana, en la pluralidad de sus configuraciones, a algo funcional y controlable por la máquina: “el hombre mismo se convierte en ‘algo planificado’, es decir, controlable’ y, si tal reducción no es posible, se coloca entre paréntesis como ‘factor perturbador’ en el cálculo cibernético” (HEIDEGGER; FABRIS, 1988, p. 10). De hecho, Fabris observa que:

En su análisis del fenómeno cibernético, Heidegger tiene presente constantemente la matriz griega de la palabra y privilegia este aspecto, en lugar de, por ejemplo, la noción central de retroalimentación, como hilo conductor para comprender y explicar las características de tal “disciplina no -disciplina”. En la lectura heideggeriana, la cibernética indica el advenimiento de un proceso de control e información dentro de las distintas esferas temáticas de las diversas ciencias. Desde el punto de vista hermenéutico, el mando y el control (la Steuerung) se entienden en primer lugar, desde el punto de vista hermenéutico, como la perspectiva dentro de la cual se regulan las relaciones del hombre con el mundo. (FABRIS, 1988, p. 11)

Fabris observa que

la cibernética es vista por Heidegger como el momento más avanzado, el resultado más evidente de ese dominio de la técnica en el que desemboca toda la metafísica occidental. La historia del ser –tal como surge de los cursos universitarios sobre Nietzsche en la década de 1930– tiene en efecto su punto de llegada en el acontecimiento de la técnica, en el que la voluntad de poder (voluntad de voluntad) que determina la acción humana y se extiende a todas las esferas de la realidad, encuentra plena manifestación. Dentro de este proceso de autorreferencia de la voluntad, el proyecto cibernético recibe su propia justificación y define sus relaciones con la filosofía, asumiendo algunas de sus tareas y asumiendo sus prerrogativas tradicionales. (FABRIS, 1988, p. 11)

Sin embargo, en el seno de los cibernéticos, es decir, de aquellos estudiosos que son los padres de la sociedad de la información, de las inteligencias artificiales y de todos estos impresionantes desarrollos que lo digital está provocando en nuestras vidas, puede haber estado la promesa de un propósito aún mayor.

Gregory Bateson, el primer marido de Margaret Mead, dijo en una famosa entrevista que lo que le entusiasmaba de las discusiones sobre cibernética era esto: “Fue una solución al problema del objetivo. A partir de Aristóteles, la causa final siempre ha sido el misterio. Fue entonces cuando salió a la luz. Entonces no nos dimos cuenta (al menos yo no, aunque McCulloch pueda haberlo percibido) de que toda la lógica tendría que ser reconstruida para la recursividad (BRAND, 1976, p. 32-34)[8].

5 Sostenibilidad digital

Si la sociedad de la información puede efectivamente, a través de acciones de retroalimentación digital, colocar al hombre en una condición de control por la máquina (ya sea electrónica o algorítmica), y si la relación cibernética en su forma más radical de realización de la simbiosis hombre-máquina puede, de hecho, negar la necesidad de colocar la hipótesis de causas finales para la acción, un horizonte distópico asoma en el horizonte donde la sociedad de la información colapsa inevitablemente en una sociedad de control. El análisis de la sociedad digital permite reflexionar sobre la conexión entre causas, necesidad y libertad, que lo digital realiza en su forma de implementación política: cuestiona la existencia misma de un destino humano que dependa de su libre albedrío.

Esta forma de digitalización cibernética, que definiría aquí como “fuerte” para subrayar cómo esta es una forma de sociedad posible si no se crean formas de sostenibilidad digital (BENANTI; MAFFETTONE, 2021), corre el riesgo de eliminar la propia posibilidad de libertad positiva. En lenguaje político, este término, como dice Bobbio, significa

la situación en que una persona tiene la posibilidad de dirigir su voluntad hacia un fin, de tomar decisiones, sin estar determinada por la voluntad de otros”. Esta forma de libertad también se denomina “autodeterminación” o, más apropiadamente, “autonomía”. […] La definición clásica de libertad positiva la da Rousseau, para quien la libertad en el estado civil consiste en el hecho de que allí el hombre, como parte del todo social, como miembro del “yo común”, no obedecer a nadie aparte de sí mismo, es decir, es autónomo en el sentido preciso de la palabra, en el sentido de que se da leyes a sí mismo y no obedece a otras leyes que las que se ha dado a sí mismo: “Obediencia a la ley que nos prescribamos es la libertad” (Contrato social, I, 8). Este concepto de libertad fue asumido, bajo la influencia directa de Rousseau, por Kant, […] en la Metafísica de las Costumbres, donde la libertad legal se define como “la facultad de no obedecer otra ley que aquella a la que los ciudadanos dieron su consentimiento” (II, 46). […] Las libertades civiles, prototipo de las libertades negativas, son libertades individuales, es decir, inherentes al individuo singular: históricamente, en efecto, son producto de luchas por la defensa del individuo considerado o como persona moral y, por lo tanto, teniendo un valor en sí mismo, o como sujeto de relaciones económicas, frente a la intrusión de entidades colectivas como la Iglesia y el Estado […]. La libertad como autodeterminación, en cambio, se refiere generalmente en la teoría política a una voluntad colectiva, ya sea del pueblo o de la comunidad o de la nación o del grupo étnico o de la patria. (BOBBIO, 1978)

A la luz de estas breves reflexiones, podemos destacar que la matriz epistemológica de control inherente al desarrollo de lo digital como cultura de la información cibernética aún reside implícita e irreflexivamente dentro de las aplicaciones técnicas de la sociedad de la información. Corresponde a la sociedad civil crear un debate para que los procesos de innovación tecnológica digital sean cuestionados. Sin embargo, el mundo de la tecnología se describe hoy con la categoría de innovación.

Si seguimos viendo la tecnología solo como una innovación, corremos el riesgo de no darnos cuenta de su alcance de transformación social y, por lo tanto, de ser incapaces de encauzar sus efectos para bien.

Para poder hablar de la innovación como un bien, y poder orientarla hacia el bien común, necesitamos una cualificación capaz de describir cómo y qué características del progreso contribuyen al bien de los individuos y de la sociedad. Por eso, con Sebastiano Maffettone, decidimos adoptar la categoría de sostenibilidad digital.

La idea de la sostenibilidad digital llama la atención sobre un concepto amplio, que incluye la ampliación duradera de las opciones de las personas y la mejora equitativa de sus perspectivas de bienestar. Hablar de sostenibilidad digital significa no poner la capacidad técnica en el centro de atención, sino mantener al ser humano en el centro del pensamiento y como fin que cualifica el progreso.

Usar la tecnología digital de manera ética hoy, respetando la ecología humana, significa tratar de transformar la innovación en un mundo digital sostenible. Significa orientar la tecnología hacia y para el desarrollo humano, y no simplemente buscar el progreso como un fin en sí mismo. Si bien no es posible pensar e implementar la tecnología sin formas específicas de racionalidad (pensamiento técnico y científico), colocar la sustentabilidad digital en el centro de interés significa decir que el pensamiento técnico y científico no es suficiente[9].

Para que exista la libertad, necesitamos la conciencia y las conciencias cuestionen la tecnología, orientando su desarrollo hacia el bien común.

6 El pontificado de Francisco

En esta última parte del texto, queremos presentar la gran sensibilidad que demuestra el pontífice en relación con el tema tecnológico y la presencia innovadora de lo digital como forma dominante de tecnología.

Al leer la encíclica Laudato Si’ encontramos veinte referencias explícitas a la tecnología. La palabra tecnología aparece primero en la parte inicial del texto, donde nos enfocamos en el análisis del problema ecológico para entender lo que le está pasando en nuestra casa (n. 16, 20, 34 – 2 veces, 54 – 2 veces); luego, en el tercer capítulo, donde se busca la raíz humana del problema ecológico (n. 102 – 3 veces, 104 – 2 veces, 105, 106 – 2 veces, 109, 110, 113, 114 y 132); y sólo una vez en el capítulo que trata de ofrecer algunas líneas de orientación y acción (n. 165). Dos veces (n. 103 y 107) se prefiere el término tecnociencia en lugar de tecnología. Sin embargo, nuestra investigación no estaría completa si no mencionáramos cómo el pontífice, relacionando la acción humana, la tecnología y el problema ecológico, yuxtapone el adjetivo tecnocrático al sustantivo tecnología, lo que ocurre siete veces –todas en el tercer capítulo–, que describe una cierta actitud interior del ser humano y su intencionalidad al relacionarse con la tecnología en tonos oscuros y negativos.

El análisis que ofrece Laudato Si‘ de la tecnología refleja la ambigüedad de la herramienta técnica que surgió en la intersección de la ecología y la tecnología. Debemos reconocer que

La humanidad ha ingresado en una nueva era en la que el poderío tecnológico nos pone en una encrucijada. Somos los herederos de dos siglos de enormes olas de cambio […]. Es justo alegrarse ante estos avances, y entusiasmarse frente a las amplias posibilidades que nos abren estas constantes novedades, porque «la ciencia y la tecnología son un maravilloso producto de la creatividad humana donada por Dios». La modificación de la naturaleza con fines útiles es una característica de la humanidad desde sus inicios, y así la técnica «expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales». La tecnología ha remediado innumerables males que dañaban y limitaban al ser humano […]. (LS n. 102)

Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que las habilidades que adquirimos

nos dan un tremendo poder. Mejor dicho, dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo.  (LS n. 104)

El problema de la tecnología es un problema de los fines a elegir para orientar el uso de los medios técnicos. Solo si la tecnología se orienta hacia la realización de valores humanamente cualificados y humanizadores, su uso será respetuoso con el hombre y el medio ambiente. Los fines servidos por los medios tecnológicos son los únicos capaces de justificar éticamente los medios técnicos y su uso (LS n. 103). Sin embargo, no es raro presenciar una búsqueda del poder técnico que parece asimilarse al poder mismo: cuando el progreso técnico no está animado por la búsqueda del bien común y la realización de valores moralmente cualificados, difícilmente se convierte en desarrollo, exponiendo a la humanidad a la ciega arbitrariedad (LS n. 105).

A este nivel, rastrear el desarrollo de Laudato Si’ revela la verdadera naturaleza del problema tecnológico:

El problema fundamental es otro más profundo todavía: el modo como la humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo junto con un paradigma homogéneo y unidimensional. En él se destaca un concepto del sujeto que progresivamente, en el proceso lógico-racional, abarca y así posee el objeto que se halla afuera. Ese sujeto se despliega en el establecimiento del método científico con su experimentación, que ya es explícitamente técnica de posesión, dominio y transformación. Es como si el sujeto se hallara frente a lo informe totalmente disponible para su manipulación. La intervención humana en la naturaleza siempre ha acontecido, pero durante mucho tiempo tuvo la característica de acompañar, de plegarse a las posibilidades que ofrecen las cosas mismas. Se trataba de recibir lo que la realidad natural de suyo permite, como tendiendo la mano. En cambio ahora lo que interesa es extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana, que tiende a ignorar u olvidar la realidad misma de lo que tiene delante. Por eso, el ser humano y las cosas han dejado de tenderse amigablemente la mano para pasar a estar enfrentados. De aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos. Supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a «estrujarlo» hasta el límite y más allá del límite. Es el presupuesto falso de que «existe una cantidad ilimitada de energía y de recursos utilizables, que su regeneración inmediata es posible y que los efectos negativos de las manipulaciones de la naturaleza pueden ser fácilmente absorbidos». (LS n. 106)

El problema, prosigue el documento, es la mentalidad tecnocrática dominante, que concibe toda la realidad como un objeto manipulable sin límites. Este es un reduccionismo que involucra todas las dimensiones de la vida. La tecnología no es neutra: hace “opciones sobre el tipo de vida social a desarrollar” (LS n. 107). El paradigma tecnocrático también domina la economía y la política; en particular, “La economía asume todo el desarrollo tecnológico en función de la ganancia. […] Pero el mercado, por sí solo, no garantiza el desarrollo humano integral ni la inclusión social” (LS n. 109). Confiar únicamente en la tecnología para resolver cada problema significa “ocultar los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial” (LS n. 111), dado que “el progreso de la ciencia y la tecnología no es equivalente al progreso de la humanidad y de la historia” (LS n. 113).

Así, parece existir la necesidad de una “revolución cultural valiente” (LS n. 114) para recuperar los valores y la percepción de lo importante en el proceso de transformación tecnológica. Cuando la tecnología se convierte en instrumento para la realización del pensamiento único, de lo que el pontífice define como pensamiento tecnocrático, entonces se pervierte su naturaleza y se convierte en instrumento de deshumanización y destrucción de la casa común, saqueándola, dañándola irreparablemente y convirtiéndola en una aplicación eficiente de los daños ecológicos.

De esta lectura de Laudato Si’ surge cómo el texto magisterial hace suya la tensión interior del mundo de la tecnología. La respuesta que el pontífice ofrece a los cristianos y hombres de buena voluntad para hacerse cargo del manejo y uso de la tecnología se da en forma de discernimiento y diálogo. El magisterio de Francisco no pretende resolver estas tensiones dando líneas o pautas a seguir en virtud del papel o principio de autoridad, sino que asume la complejidad del problema, indicando la necesidad de una comunión de intenciones y un diálogo para encontrar soluciones compartidas. capaz de orientar la tecnología y su progreso hacia el bien común en formas de auténtico desarrollo humano.

Además de estas líneas, cabe mencionar que fue la Pontificia Academia para la Vida la que llevó la frontera de la reflexión al mundo digital. En un escenario dominado por la palabra renAIssance (un juego de palabras entre renacimiento e inteligencia artificial -IA-), la Roma Call for na AI Ethics (Llamamiento de Roma a una Ética de la IA) fue firmada el 28 de febrero de 2020. Una iniciativa abierta que parte de la Pontificia Academia de la Vida y que, involucrando industrias, sociedad civil e instituciones políticas, tiene como objetivo apoyar un enfoque ético y humanista de la Inteligencia Artificial. La idea de este “llamamiento” a proteger la dignidad de la persona humana y la casa común surge de los diálogos que se dieron en los últimos dos años entre la Academia y algunos de sus miembros y parte del mundo tecnológico e industrial. La idea de no elaborar un texto unilateral o directamente normativo está ligada a la profunda voluntad de promover, entre organizaciones, gobiernos e instituciones, un sentido de responsabilidad compartida con el objetivo de garantizar un futuro en el que la innovación digital y el progreso tecnológico estén al servicio del genio y la creatividad humana en lugar de su reemplazo gradual.

El documento fue firmado por las siguientes instituciones: la Academia Pontificia para la Vida y su presidente, Mons. Vincenzo Paglia, Microsoft y su Presidente Brad Smith, IBM y su Vicepresidente John E. Kelly III, FAO y su Director General, QU Dongyu, y el Gobierno de Italia y su Ministra de Innovación Tecnológica y Digitalización, Paola Pisano.

El texto del Llamamiento se divide en tres partes: ética, educación y derechos, y está disponible en Internet en un sitio web específico.

En cuanto a la ética, el Llamamiento parte de la consideración de que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Están dotados de razón y conciencia y deben comportarse unos con otros con espíritu de fraternidad”, como establece el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A partir de este pilar, que hoy puede ser considerado como una especie de gramática universal, un umbral, en una comunidad global y plural, las primeras condiciones fundamentales de las que debe gozar la persona, la libertad y la dignidad, deben ser protegidas y garantizadas en la producción y uso de sistemas de inteligencia artificial (en adelante IA).

Por tanto, los sistemas de IA deben concebirse, diseñarse e implementarse para servir y proteger al ser humano y al entorno en el que vive. Es decir, para permitir que el progreso tecnológico sea una herramienta para el desarrollo de la familia humana, al tiempo que permite el respeto por el planeta, la casa común. Para que esto suceda, siguiendo el Llamamiento, se deben cumplir tres requisitos, la IA debe incluir a todo ser humano, sin discriminar a nadie; debe tener en su centro el bien de la humanidad y el bien de todo ser humano; debe desarrollarse en forma consciente de la compleja realidad de nuestro ecosistema y caracterizarse por la forma en que cuida y protege el planeta con un enfoque altamente sostenible, que también incluye el uso de inteligencia artificial para garantizar sistemas alimentarios sostenibles en el futuro.

En cuanto a la experiencia del usuario al interactuar con la máquina, el Llamamiento enfatiza la primacía del ser humano: cada persona debe ser consciente de que está interactuando con una máquina y no puede ser engañada por interfaces que disfrazan la máquina, dándole apariencias humanas. La tecnología de inteligencia artificial nunca debe usarse para explotar a las personas de ninguna manera, especialmente a los más vulnerables (en particular, niños y ancianos). En cambio, debería usarse para ayudar a las personas a desarrollar sus capacidades y para sostener nuestro planeta.

Los desafíos éticos se convierten entonces en desafíos educativos. Transformar el mundo a través de la innovación de la IA significa comprometerse a construir un futuro para y con la generación más joven. Este compromiso debe traducirse en una apuesta por la educación, desarrollando currículos específicos que ahonden en diferentes disciplinas, desde las humanidades hasta la ciencia y la tecnología, para formar a las generaciones más jóvenes.

La educación de las generaciones más jóvenes, por tanto, necesita un compromiso renovado y una calidad cada vez mayor: debe ofrecerse con métodos que sean accesibles para todos, que no discriminen y que puedan ofrecer igualdad de oportunidades y de trato. También se debe garantizar el acceso al aprendizaje a las personas mayores, a quienes se les debe ofrecer la posibilidad de acceder a servicios innovadores, de forma compatible con la estación de sus vidas.

Sobre la base de estas consideraciones, el Llamamiento señala que estas tecnologías pueden ser extremadamente útiles para ayudar a las personas con discapacidad a aprender y ser más independientes, ofreciendo asistencia y oportunidades para la participación social (por ejemplo, teletrabajo para personas con movilidad limitada, tecnología de apoyo para personas con deficiencias cognitivas, etc.).

Para que las exigencias éticas y la urgencia educativa no se queden en una mera voz, el Llamamiento esboza algunos elementos que podrían generar una nueva era del derecho.

El desarrollo de la IA al servicio de la humanidad y del planeta requiere normas y principios que protejan a las personas, especialmente a las más débiles y menos afortunadas, y al entorno natural. La protección de los derechos humanos en la era digital debe colocarse en el centro del debate público si se quiere que la IA actúe como una herramienta para el bien de la humanidad y el planeta.

También será esencial considerar un método para hacer comprensibles no solo los criterios de decisión de los agentes algorítmicos basados ​​en IA, sino también su propósito y objetivos. Esto aumentará la transparencia, la trazabilidad y la rendición de cuentas, haciendo que la toma de decisiones asistida por computadora sea más válida.

Diseñar y planificar sistemas de inteligencia artificial en los que se pueda confiar implica promover la implementación de métodos éticos que sepan llegar al corazón de los algoritmos, el motor de estos sistemas digitales. Por eso, el Llamamiento habla de “algorética”, es decir, de principios, una especie de barrera de protección ética, que, expresada por quienes desarrollan estos sistemas, se tornen operativos en la ejecución del software. El Llamamiento enumera así los primeros principios algorítmicos que se reconocen como fundamentales para el correcto desarrollo de la IA.

Por lo tanto, el uso de la IA debe cumplir los siguientes principios:

Transparencia: en principio, los sistemas de IA deben ser comprensibles;

Inclusión: las necesidades de todos los seres humanos deben ser tenidas en cuenta para que todos puedan beneficiarse y todos los individuos puedan recibir las mejores condiciones posibles para expresarse y desarrollarse;

Responsabilidad: quien diseñe e implemente soluciones de Inteligencia Artificial debe actuar con responsabilidad y transparencia;

Imparcialidad: no crear ni actuar según prejuicios, salvaguardando así la justicia y la dignidad humana;

Confiabilidad: los sistemas de Inteligencia Artificial deben poder funcionar de manera confiable;

Seguridad y privacidad: Los sistemas de inteligencia artificial deben funcionar de forma segura y respetar la privacidad de los usuarios.

Ludwig Wittgenstein, en el Tractatus Logico-Philosophicus, escribió: “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Parafraseando al filósofo del siglo pasado, entonces, podemos decir que, para no ser excluidos del mundo de las máquinas, para no crear un mundo algorítmico desprovisto de significado humano, debemos expandir nuestro lenguaje ético para que contamine y determine el funcionamiento de estos sistemas llamados “inteligentes”. La innovación, hoy más que nunca, necesita una rica comprensión antropológica para convertirse en una auténtica fuente de desarrollo humano. En su discurso en la Asamblea Plenaria de la misma Academia, el Papa Francisco respondió a estas instancias cuando habló de las tecnologías digitales: “Pueden dar frutos para bien”, pero es necesaria “una acción educativa más amplia”. Y los peligros “no deben ocultarnos el gran potencial de estas herramientas” (FRANCISCO, 2020, p. 2).

Al final de nuestro itinerario, nos gustaría centrarnos en los desafíos que enfrentaron las primeras generaciones de esta nueva era.

En los próximos veinte años, la generación de niños nacidos en el tercer milenio se enfrentará a tres cuestiones fundamentales derivadas de la realidad digital y su ubicuidad. La resolución de estas preguntas describirá, para bien o para mal, un mundo tan profundamente diferente a cualquier cosa que haya experimentado la humanidad que en realidad podemos imaginar el final de una era y el nacimiento de un nuevo mundo, un universo digital.

Ante esto, las etiquetas sociológicas tradicionales utilizadas para clasificar a los jóvenes, como Generación X, Y o Z, no son suficientes. Me parece que, por la calidad y características de la realidad sintética que estamos produciendo, deberíamos entender a esta generación como una Generación Omega. Si consideramos los desafíos filosóficos, éticos y prácticos que presenta la realidad sintética, creo que podemos estar de acuerdo en que esta generación podría ser la última generación humana tal como hemos entendido este término hasta ahora. Soy consciente de que la expresión es fuerte y provocadora, pero espero que en las siguientes páginas pueda hacer justicia a esta provocación. El tema central es si esta generación será capaz de colonizar y urbanizar este nuevo continente de realidad sintética, deseos míticos y potencial tecnológico casi ilimitado. El poder hacer de esta generación podría transformarla en algo muy diferente de lo que actualmente entendemos como humano.

Lo que sí sabemos es que la figura del hombre que habitará nuestro futuro es la de un ser errante, que busca. Si es capaz de aceptar una llamada espiritual, volverá a ser un viator (viajero n.d.t), de lo contrario se condenará a sí mismo a ser vagabundo y sin rumbo.

De hecho, la Generación Omega tiene que responder, de una manera que ya no puede demorarse, algunas preguntas fundamentales sobre nuestra naturaleza humana. Estas preguntas se refieren a: la relación de la humanidad con su medio ambiente; a la relación de la humanidad con la tecnología; y la relación de la humanidad consigo misma.

La Iglesia, especialista en humanidad, como la definió Pablo VI, ha advertido estas transformaciones y se está haciendo compañera del hombre en esta novedad del mundo digital, no ofreciendo soluciones abstractas y teóricas, sino dejándose interpelar por lo que está pasando y convirtiéndose en compañera del hombre en el camino de la historia.

Conclusiones

Transformar la innovación en desarrollo

La constatación que se desprende del camino aquí propuesto es que el gran poder de la tecnología puede ser una herramienta formidable para ayudar a la humanidad a hacer el bien cada vez con mayor eficacia o puede convertirse en el instrumento más eficaz de deshumanización. ¿Qué permite la distinción entre estos dos resultados?

El cambio de época que estamos atravesando es producto de la tecnología y su impacto en la forma en que nos entendemos a nosotros mismos y a la realidad. Sin embargo, el mundo de la tecnología ahora se describe con la categoría de innovación. Sin embargo, si seguimos viendo la tecnología solo como innovación, corremos el riesgo de no darnos cuenta de su alcance de transformación social y de encaminar sus efectos hacia el bien.

La innovación significa un avance o transformación gradual, marcado por un aumento cada vez mayor de la capacidad y el potencial.

Una bomba atómica comparada con un garrote es un gran avance (en la capacidad de ofender). Pero ¿podemos llamar algo bueno a esta mayor capacidad?

Aparte del ejemplo específico, la respuesta correcta suele ser “depende”. No todo progreso es para bien o implica solo el bien.

Para poder hablar de la innovación como un bien y poder orientarla hacia el bien común, necesitamos una cualificación capaz de describir cómo y qué características del progreso contribuyen al bien de los individuos y de la sociedad. Para ello, utilizamos la categoría de desarrollo. La idea de desarrollo humano llama la atención sobre un concepto general que se centra en los procesos que amplían las opciones de los individuos y mejoran sus perspectivas de bienestar, y que permiten a los individuos y grupos avanzar lo más rápido posible hacia su empoderamiento.

El desarrollo humano debe, por tanto, ser entendido como un fin y no como un medio que caracteriza el progreso a través de la definición de prioridades y criterios. Hablar de desarrollo significa, por tanto, no poner la capacidad técnica en el centro de atención, sino mantener al hombre en el centro de la reflexión y como fin que cualifica el progreso.

Usar la tecnología de manera ética hoy significa tratar de transformar la innovación en desarrollo. Significa orientar la tecnología hacia y para el desarrollo y no simplemente buscar el progreso como un fin en sí mismo. Si bien no es posible pensar e implementar la tecnología sin formas específicas de racionalidad (pensamiento técnico y científico), colocar el desarrollo en el centro de interés significa decir que el pensamiento técnico-científico no es suficiente por sí solo. Se necesitan diferentes enfoques, incluido el enfoque humanista y la contribución de la fe.

El desarrollo necesario para enfrentar los desafíos de la era del cambio tendrá que ser:

Global, es decir, para todas las mujeres y hombres y no sólo para algunas personas o algunos grupos privilegiados (distinguidos por género, lengua o etnia).

Integral, es decir, de toda mujer y de todo hombre.

Plural, es decir, atento al contexto social en el que vivimos, respetuosa de la pluralidad humana y de las diferentes culturas.

Fecundo, es decir, capaz de sentar las bases para las generaciones futuras, en lugar de ser miope y estar orientado para utilizar los recursos de hoy sin mirar nunca al futuro.

Gentil, es decir, respetuoso de la tierra que nos acoge (la casa común), de los recursos y de todas las especies vivas.

Para la tecnología y para nuestro futuro, necesitamos un desarrollo que describiría brevemente como gentil. Esto es ética, y las elecciones éticas son aquellas que van en la dirección de un desarrollo gentil.

Paolo Benanti. Pontificia Universidad Gregoriana. Texto original, italiano. Enviado el 12/02/2022. Aprobado el 30/06/2022. Publicado el 30/12/2022. Traducción del italiano al portugués: Paolo Brivio.

Referencias

ANDERSON, C. The End of Theory. Wired, n.16, 2008.

BENANTI, P. The Cyborg. Corpo e corporeità nell’epoca del postumano. Assisi: Cittadella, 2012.

BENANTI, P. Digital Age. Teoria del cambio d’epoca. Persona, famiglia e società. Cinisello Balsamo: San Paolo, 2020.

BENANTI, P.; MAFFETTONE, S. Intelligenza artificiale e la frontiera dei principi. Corriere della Sera, ed. 7 mayo 2021. Disponible en: https://www.corriere.it/opinioni/21_maggio_17/intelligenza-artificiale-frontiera-principi-697e5326-b71d-11eb-ba17-f6e1f3fff06b.shtml. Acceso el: 12 sept 2022.

BENANTI, P.; MAFFETTONE, S.  “Sostenibilità D”. Le conseguenze dela rivoluzione digitale nelle nostre vite. Il Mulino, n. 2, 2021.

BOBBIO, N. Libertà. In: Enciclopedia del Novecento, Treccani, 1978. Disponible en: https://www.treccani.it/enciclopedia/liberta_%28Enciclopedia-del-Novecento%29/. Acceso el: 4 nov 2022.

BRAND, S. For God’s Sake, Margaret a conversation with Margaret Mead and Gregory Bateson. CoEvolutionary Quarterly, p. 32-44, 10-21 giugno 1976.

FRANCISCO. Discurso do Papa Franscisco aos participantes na plenária da Pontifícia Academia para a vida em 28 fev 2020. Roma: Vatican, 2020. Disponible en: https://www.vatican.va/content/francesco/pt/speeches/2020/february/documents/papa-francesco_20200228_accademia-perlavita.html. Acceso el: 20 may 2022.

FRANCISCO. Carta encíclica Laudato Si’: sobre o cuidado da casa comum. São Paulo: Paulinas, 2015.

HEIDEGGER, M.; FABRIS, A. (cur.). Filosofia e cibernética. ETS, 1988.

MEAD, M. Cybernetics of Cybernetics. In:  Purposive Systems:  Proceedings of the First Annual Symposium of the American Society for Cybernetics. VON FOERSTER, H. et al. New York: Spartan Books, 1968.

POLT, R. A Heideggerian Critique of Cyberbeing. In: Horizons of Authenticity in Phenomenology, Existentialism, and Moral Psychology, a cura di H. Pedersen e M. Altman, Springer, Dordrecht, 2015, 181.

PRENSKY, M. Digital Natives, Digital Immigrants. On the Horizon v. 9, n. 5, p. 1-6, 2001a. Disponible en:  http://www.scribd.com/doc/9799/Prensky-Digital-Natives-Digital-Immigrants-Part1. Acceso el: 4 feb 2022.

PRENSKY, M. Digital Natives, Digital Immigrants, part 2: Do They Really Think Differently? On the Horizon, v.9, n.6), p. 1-6, 2001b. Disponible en: http://www.twitchspeed.com/site/Prensky%20-%20Digital%20Natives, %20Digital%20Immigrants %20-%20Part2.htm. Acceso el: 10 ene 2022.

PRENSKY, M.  H. Sapiens Digital: From Digital Immigrants and Digital Natives to Digital Wisdom. Inovvate Journal of Online Education, v. 5, n. 3, art. 1. Disponible en: http://www.innovateonline.info/index.php?view=article&id=705. Acceso el: 3 ene 2022.

YEHYA, N. Homo cyborg. Il corpo postumano tra realtà e fantascienza. Milano: Eleuthera, 2005.

[1] Wired es una revista mensual estadounidense fundada en 1993 y con sede en San Francisco. Conocida en la industria como La Biblia de Internet, fue fundada por el ítalo-estadounidense Louis Rossetto, uno de los principales expertos en tecnología y la llamada revolución digital, junto con Nicholas Negroponte, un científico informático estadounidense famoso por sus innovadores estudios en el campo de las interfaces hombre-computadora. Actualmente está dirigida por Chris Anderson, quien anteriormente trabajó para The Economist, Nature and Science. Wired (que literalmente significa conectado) trata temas tecnológicos y cómo influyen en la cultura, la economía y la política. Desde febrero de 2009, también se publica en Italia. En lo que a cyborgs se refiere, Wired es una de las fuentes más ricas en material y reflexiones.

[2] Con revolución digital se hace referencia a la serie de enormes cambios en el mundo de la comunicación y en la sociedad contemporánea en su conjunto, provocados por la posibilidad de reducir todo tipo de información a cadenas de bits y bytes.

[3] El original está en inglés, la traducción es nuestra. Los petabytes son una medida de la capacidad de memoria de una computadora. Un petabyte es igual a 250, es decir, 1.125.899.906.842.624 bytes – un byte es la unidad de medida para calcular el almacenamiento masivo. Volveremos sobre este tema en profundidad en los siguientes temas.

[4] Para tener una idea de cuán grande es la cantidad de datos que somos capaces de procesar hoy en día, basta decir que las primeras computadoras de los años sesenta como la ENIAC eran capaces de almacenar unos diez bytes, mientras que hoy, en promedio, un usuario doméstico tiene una capacidad de 1 terabyte (una milésima parte de un petabyte) en su computadora, 460 terabytes son todos los datos climáticos digitales de la Tierra, 530 terabytes son todos los videos contenidos en el sistema de transmisión por Internet de YouTube y  1 petabyte de datos es procesado cada 72 minutos a través de los servidores de Google, el popular buscador de internet (ANDERSON , 2008, p. 106).

[5] El tema es vasto y complejo para ser discutido en detalle en este texto. Para más detalles, ver BENANTI, 2020.

[6] Piense en fenómenos como las fake news, el surgimiento del sharp power, los eventos en el Capitolio o el Brexit, en la esfera pública, o cómo lo digital está moldeando expectativas y modos de relaciones amorosas con plataformas y modalidades nunca antes vistas, por citar solo algunos ejemplos.

[7] La traducción es mía.

[8] La traducción es nuestra. Aristóteles introdujo la teoría de las causas en Física II 3-7, Metafísica Δ 2, Metafísica A 3-10 y Analítica Posterior II 111. Ha sido objeto de mucho debate desde el principio. La importancia de la teoría de Aristóteles sobre las causas se debe principalmente a que, a partir de ella, podemos hablar de conocimiento cuando podemos dar cuenta de los principios y causas que intervinieron en la aparición de un determinado evento.

[9] Con Sebastiano Maffettone escribimos un artículo sobre sustentabilidad digital, publicado en Il Mulino, v. 2, 2021.